G. I. GURDJIEFF – (Primera parte)

PRIMERA PARTE
George Ivánovich Gurdjieff (1866 – 1949) fue un maestro espiritual y escritor armenio también conocido por su faceta de compositor, coreógrafo y músico.

 

 

Atendiendo a los testimonios y vicisitudes que conocemos acerca de su vida y su trabajo, estaríamos posiblemente ante el último maestro esoterista propiamente dicho de la historia, dado que parece reunir las cualidades y credenciales propias de ese particular grado: siguiendo la tradición, se inició tempranamente en los misterios de la filosofía perenne de donde obtuvo el conocimiento necesario para elaborar una innovadora doctrina propia a partir de la que creó una escuela de aprendizaje con el objetivo de promover el desarrollo espiritual humano. Puso por escrito el corpus de esa doctrina en una interesante bibliografía y además aportó unos peculiares métodos experimentales de trabajo y desarrollo interno que incorporó a su escuela. Como en todos los casos de escuelas místicas de aprendizaje, los resultados de su metodología son difícilmente contrastables por un observador externo; pero en el caso de Gurdjieff es de señalar que, además de dejar como legado su literatura, discurso y método, perfectamente válidos y vigentes hoy en día, también subsisten muy diversas escuelas que se declaran continuadoras de la que en su día creara el maestro armenio.

Por todo ello vamos a indagar algo más en la biografía y obra de este controvertido pero sin duda interesante personaje que, habiendo sido tan denostado como alabado, incluso hoy en día no deja indiferente a quien se acerca metafóricamente a su persona.

Comenzaremos diciendo que, aunque tuvo una vida pública bastante notoria y relativamente reciente históricamente, se conoce realmente poco de la vida de Gurdjieff, sobre todo en sus aspectos más personales. Los datos más numerosos y fiables hay que buscarlos durante el periodo comprendido entre los años 1912-1949, año éste de su muerte (este dato sí contrastado). Con anterioridad a 1912 no existe información suficiente acerca de sus actividades; es decir, un halo de misterio parece envolver su vida hasta la cuarentena, época en la que su trabajo se hizo más popular y los testimonios acerca de su persona son más diversos y descriptivos. Si consideramos lo que el propio Gurdjieff afirmó sobre sus primeros años de vida y sus frecuentes viajes al Oriente Medio, Asia Central y otros lugares indeterminados, podemos establecer cierto itinerario cronológico. Para ello habríamos de atenernos exclusivamente a lo que Gurdjieff expone en su obra literaria titulada “Encuentros con Hombres Notables” que es la única fuente de información acerca de sus años de juventud. No obstante, y aunque no tenemos más remedio que utilizar dicho relato para seguir la evolución de los primeros años de vida, no se puede considerar como una autobiografía en sentido estricto aunque sí ofrece información valiosa acerca de influencias y vivencias significativas, como así lo reconoce el armenio en el texto.

En todo caso la información de que disponemos sugiere que esos años de juventud Gurdjieff los dedicó totalmente una intensa búsqueda interior. Según parece, la parte final y esencial de esta búsqueda la llevó a cabo junto a un grupo de personas autodenominado “los Buscadores de la Verdad”. El aparente éxito en esta búsqueda y la intensidad de las experiencias vividas por Gurdjieff se plasmarían posteriormente en su actividad como maestro que pronto se rodeó de un grupo de incondicionales de su persona. Con el tiempo este improvisado grupo, bajo la dirección de Gurdjieff, se encargaría de consolidar y propagar su enseñanza y metodología hasta hacerla mundialmente conocida.

Veamos qué es lo que sabemos acerca de Gurdjieff desde el principio.

El mismo año de su nacimiento es motivo de discusión. En nuestro caso seguimos a James Moore, estudioso del personaje y miembro activo de los grupos que subsistieron tras la muerte del maestro, que cita como año de nacimiento 1866; otros destacados discípulos que le conocieron en vida, como J.G. Bennett y Jeanne de Salzmann sostienen (basándose en datos del último pasaporte) como año de nacimiento el de 1877. Sin embargo, Gurdjieff utilizó en sus viajes diferentes pasaportes no siempre coincidentes en el año de nacimiento, por lo cual (según Moore) la inexactitud de esta fecha es más que probable. El propio Gurdjieff parece querer ocultar este asunto. En ocasiones bromeaba intencionadamente sobre su edad haciendo especulaciones pero jamás aportaba datos concretos. En todo caso la fecha del 13 de Enero de 1866 es comúnmente aceptada hoy en día.

Nació en una ciudad llamada Alexandropol, (hoy Gyumri, una de las principales ciudades de la república de Armenia) situada cerca de la frontera con Turquía. Esta zona de la región meridional del Cáucaso es un enclave muy particular cargado de connotaciones místicas y religiosas desde la más remota antigüedad, además de ser escenario de acontecimientos convulsos a lo largo de todas las épocas de la historia. En Alexandropol, perteneciente por entonces al Imperio ruso aunque bajo el acecho constante de los turcos (continuas guerras y escaramuzas entre imperios ruso y otomano sacudían esta región y alteraban las frágiles fronteras), se respiraba un ambiente cosmopolita y multicultural típico de una ciudad fronteriza. La familia de Gurdjieff habitaba el barrio griego, pues su padre era de hecho de esa nacionalidad. En la región se hablaban los idiomas turco y armenio además del ruso; de este modo, Gurdjieff hablaba temprana y naturalmente esas tres lenguas, además del griego.
Fue el primogénito de cinco hermanos. Su padre se ganaba la vida realizando diversos oficios, lo cual obligó a la familia a mudarse al vecino pueblo de Kars, donde parece ser que comenzó la educación del joven Gurdjieff.

De este modo se le puso bajo la tutela del padre Borsh, arcipreste de la iglesia de Kars y la más alta autoridad ortodoxa rusa de toda la comarca. El sacerdote transmitió personalmente al alumno conocimientos de matemáticas, química y astronomía, mientras otras asignaturas (historia, geografía, religión, idioma ruso y anatomía) estaban a cargo de diáconos bajo su supervisión. Aunque Gurdjieff realizaba rápidos y notables progresos en su aprendizaje, tanto él como su familia vivían en precariedad económica, por lo que alternaba sus estudios con toda clase de encargos que se le presentaban demostrando una gran destreza manual, lo que sería corroborado años después sus seguidores más allegados. Según sus propias afirmaciones deseaba de niño seguir estudios tecnológicos a pesar del deseo familiar:

“… Yo me sentía atraído hacia una vida completamente diferente. Desde mi más temprana edad me gustaba fabricar toda clase de cosas y soñaba con una especialidad técnica”.

En todo caso, a Gurdjieff no le resultaba interesante la vida eclesiástica, ya sea por su espíritu inquieto inclinado a la experimentación e indagación o por su creciente interés hacia los fenómenos inexplicables de tipo paranormal para los que la ciencia no tenía explicación y la iglesia interpretaba de manera no muy convincente; desde luego, en el territorio transcaucásico no era ni mucho menos infrecuente encontrarse con fenómenos de ese tipo, dada la mezcolanza y bagaje místico-mágico de culturas y tradiciones de sus habitantes. Parece ser que Gurdjieff se interesó rápida y poderosamente por todo lo paranormal y lo hizo objeto de ávido estudio.

A la edad de 17 años parece ser que asumió que debía independizarse y comenzó su periplo personal; junto a dos amigos que tenían similares inquietudes espirituales se trasladó hacia el norte a la ciudad de Tiflis (capital de Georgia), núcleo más importante donde encontraría trabajo temporalmente en el ferrocarril como fogonero. Paralelamente, Gurdjieff y sus compañeros se dedicaban a indagar en los santuarios, monasterios y centros místicos que encontraban a su alcance en busca de respuestas a sus inquietudes interiores, frecuentando dichos lugares a veces como peregrinos y en todo caso buscando a monjes, sanadores y gurús notables buscando el conocimiento que pudieran brindarles de primera mano.
De este modo pasaron por Etchmiadzin, complejo monástico cristiano considerado ciudad santa en Armenia, o Ani, ciudad armenia en ruinas pero mil años atrás centro de gran esplendor y religiosidad, entre otros enclaves. Según cuenta el mismo Gurdjieff, el paso por estos lugares en principio no le satisfizo, sino que le produjo un fuerte sentimiento de desilusión. No obstante, sería en Ani donde (siempre siguiendo el testimonio de Gurdjieff) encontrarían providencialmente unos viejos manuscritos en una celda monacal, redactados en armenio antiguo y otro lenguaje que no supo identificar. Tras pasar un tiempo entregados a descifrarlos -con la ayuda de expertos- dedujeron la existencia de una escuela esotérica llamada Sarmung fundada en Babilonia unos 2.500 años antes del nacimiento de Cristo cuyo rastro podía seguirse en los siglos VI o VII de nuestra era en Mesopotamia, aunque se ignoraba todo sobre su localización geográfica. Los acontecimientos producidos durante el viaje hacia el encuentro con la supuesta cofradía Sarmung , que según las conclusiones de Gurdjieff estaba establecida a tres días de camino de la ciudad de Mosul en el Kurdistán, son narrados por Gurdjieff en su libro ya mencionado. Según dicho relato, los “peregrinos” no alcanzarían su meta, sino que se desviarían hacia nuevos lugares motivados por otros enigmáticos e inesperados hallazgos en la ruta.

Hacemos aquí un pequeño inciso para señalar la importancia de la hermandad Sarmung en los círculos esotéricos, grupo que ya mencionamos en nuestro artículo dedicado al Sufismo y del que se rumorea adquirió un extraordinario conocimiento en tiempos remotos, conocimiento que ha venido conservando tradicionalmente en un enclave (probablemente de Asia Central) cuya localización exacta es desconocida. Podría tratarse de un centro de iniciación de primer nivel a tenor de los relatos que circulan y las personas que los narran, aunque como decimos no hay ninguna información fidedigna respecto a esta hermandad legendaria.

Dicho esto retomemos el relato de Gurdjieff, quien aparece a partir de este punto bastante más entonado y decidido. También se muestra más difuso a la hora de mencionar los lugares que a partir de entonces visitaría, por lo que sus seguidores presumen que fue por aquella época cuando adquiriría la esencia del conocimiento trascendental y desarrollaría la capacidad de asimilarlo y transmitirlo. Es en esos tiempos cuando parece que se incorporó al misterioso grupo de “buscadores de la verdad”, grupo mencionado en diversas ocasiones aunque más bien “de pasada” por Gurdjieff, y que estaría formado por varias personas de distintas procedencias y creencias pero con un fin común, que se habrían unido temporalmente por dicho fin y una vez alcanzado se dispersarían rápidamente por todo el mundo, según algunos dicen con objeto de poner en práctica lo aprendido tan secretamente.

Nos desviaremos un poco de la relación cronológica de acontecimientos para reflexionar acerca de este grupo de compañeros conocido como los “buscadores de la verdad” cuya existencia todos los estudiosos de Gurdjieff casi sin excepción dan por cierta sin mayor cuestionamiento, aunque no hay ningún dato fehaciente de ello (salvo las alusiones recogidas en los escritos de Gurdjieff). Es cierto que él aparentemente reconocía y avalaba su existencia, y cita algunos nombres y hechos al respecto sobre todo en «Encuentros con hombres notables», a pesar de lo cual la mención del hecho en sí parece meramente anecdótica. Sin embargo, si tenemos en cuenta que Gurdjieff afirmó expresamente que el fin que unía al grupo era la búsqueda de la esencia de la tradición primordial, podríamos inferir que cuando el grupo se dispersó varios iniciados con un grado de conocimiento similar a Gurdjieff debieron recalar en distintos lugares del mundo, tal vez algunos con misiones vitales iguales a la que llevaría a cabo nuestro personaje posteriormente en occidente; hasta este punto podemos llegar con nuestras elucubraciones acerca del grupo. Pero pese a todo lo anteriormente dicho, circula un rumor (por tratarse de información no verificada) que los detractores de Gurdjieff han utilizado en detrimento de su persona: este rumor, procedente de fuentes no identificadas pero al parecer bastante bien informadas, pretende desvelar la identidad de al menos uno de los miembros del grupo de buscadores: se trataría del germano Karl Haushofer.

Haushofer llegaría a ser uno de los principales ideólogos del partido nacional socialista y por extensión del Tercer Reich alemán. Vinculado a los más altos cargos del nazismo por motivos políticos además de por sus actividades de asesoramiento en temas esotéricos, desarrolló una intensa actividad tanto en su faceta de político y profesor como en la de militar de alto grado. Es sabido que realizó viajes oficiales a diversos países orientales como Japón, China, Corea o la India durante la primera década del siglo XX, y a su vuelta a Alemania se dedicó a la docencia y a desarrollar sus teorías que le llevarían por un lado a ser conocido por sus avances en el campo de la ciencia Geopolítica y por otro, según se dice, a la formación del Grupo Thule, sociedad esotérica muy influenciada por la mística tibetana en la que se involucraron el mismo Hitler, Himmler o Rudolf Hess (que fue íntimo de Haushofer) además de otros altos dignatarios nazis. Se dice que Gurdjieff no perdió contacto con Haushofer desde su aventura en el grupo de buscadores, y que incluso el alemán incorporaría el significativo emblema de la esvástica invertida en la simbología nazi por consejo del propio Gurdjieff.

No cabe duda de que esta hipótesis que relaciona a Gurdjieff con Klaus Haushofer resulta interesante no sólo porque parece acomodarse relativamente bien a la realidad histórica, sino porque plantea una línea de investigación demasiado tentadora como para no ser explorada convenientemente. Pero nosotros dejaremos aquí el, insistimos, infundado rumor para volver a retomar el hilo de nuestro relato biográfico.

Y volviendo al devenir iniciático de Gurdjieff, lógicamente hemos de asumir que este último período repasado de su vida debió durar varios años, en los cuales viajaría incansablemente por todo Asia central, llegando con bastante probabilidad a Egipto y otras zonas de Oriente Medio. Se dedicó a diversas técnicas y disciplinas como el hipnotismo, la sanación, la telepatía, el estudio de la psique y sus aplicaciones prácticas, además de profundizar en el estudio de los aspectos profundos de la doctrina de las principales religiones. A este respecto menciona su gran interés por el sufismo, los derviches y sus técnicas, y en cuanto a los fenómenos psíquicos declara haber alcanzado gran maestría en su práctica, incluso recibiendo el apodo de “Tigre del Turkestán” por sus prodigios en materia de curanderismo y las otras técnicas antes mencionadas que por lo visto Gurdjieff gustaba de practicar profusamente.

El propio Gurdjieff reconoció en ocasiones haber desarrollado una muy fructífera labor de estudio y aprendizaje en esta etapa de su vida, llegando a decir:

«Yo poseía la posibilidad de penetrar en el sancta sanctorum de casi todas las organizaciones herméticas, como las sociedades religiosas, filosóficas, ocultistas, políticas y místicas que permanecen inaccesibles al hombre común. Había leído casi todo cuanto existe sobre estos temas; literatura que me era accesible gracias a circunstancias completamente accidentales de mi vida y que exceden de lejos las posibilidades habituales de los hombres.»

No cabe duda que si consideramos medianamente ciertos estos alardes no sólo procurarían a Gurdjieff una maestría psíquica considerable, sino también un conocimiento y destreza en las aplicaciones prácticas de los fenómenos psíquicos que posteriormente le sería muy útil en su faceta como guía y educador.

Llegamos así al cambio de siglo; es entonces cuando se empieza a apreciar cierta actividad pública interesante y notoria en la vida de Gurdjieff, aunque de momento son hechos no verificados, mencionados por fuentes más o menos creíbles pero jamás admitidos por el propio Gurdjieff. Así, se dice que Gurdjieff fue presentado al zar Nicolás II hacia 1901; ese mismo año consta que viajó al Tibet y se especula que allí pudo haber ejercido actividades de espionaje por cuenta del zar. Durante su estancia en el Tibet y como no podía ser menos se empapó de la cultura y mística tibetanas hasta que en 1902, en medio de una refriega local, una bala perdida le hiere de gravedad y le obliga a abandonar el país inmediatamente. A mediados del año siguiente retornaría al Tibet, justo antes de la entrada de las tropas inglesas procedentes de la India que daría lugar a la infame guerra anglo-tibetana. La presencia de Gurdjieff en estos acontecimientos ha sugerido a algunos que no era un mero observador, sino un agente encubierto ruso que incluso tendría cierta influencia sobre el entonces XIII Dalai Lama. Al hilo de esto diremos que se ha intentado identificar a Gurdjieff como el lama Dorzhiev; este último fue un alto dignatario tibetano famoso por su sabiduría y conocimientos, nacido ruso, asesor muy cercano al Dalai Lama y que tuvo un importante papel tanto en los acontecimientos ocurridos en aquella etapa histórica en el Tibet como en la relación a todos los niveles entre Rusia y dicho país; es mencionado también en los círculos esotéricos más estrictos incluso vinculándole con H. P. Blavatsky (se dice que podrían haber coincidido en Lhasa, aunque ello parece algo improbable cronológicamente).

Pero la historia oficial y fuentes como J. Moore o la experta en temas tibetanos Mme. Alexandra David-Neel diferencian inequívocamente a los dos personajes e indican que por azares del destino ambos pudieron coincidir en tiempo y lugar. En todo caso, es cierto que posteriormente (1922) el primer ministro inglés David Lloyd George denegaría el permiso de residencia en Inglaterra a Gurdjieff y el grupo de rusos huídos de la revolución que le acompañaban; el inglés explicaría la negativa aduciendo que ya había concedido visado a demasiados exiliados rusos, excusa que parece bastante floja y alimenta la hipótesis de un recelo antiguo y no declarado hacia supuestas actividades políticas de Gurdjieff.

¿Cuál es la verdad en todo este asunto? Para complicarlo más si cabe, en su libro “Gurdjieff”, el ínclito y omnipresente L. Pauwels explica que Gurdjieff durante su estancia en el Tibet ejerció, además de las tareas propias de un agente ruso de información, labores administrativas por cuenta del gobierno tibetano e incluso llegó a ser preceptor del Dalai Lama, en cuya compañía huyó a Mongolia cuando los ingleses invadieron el país. Asimismo menciona que la consideración que los tibetanos tenían hacia Gurdjieff era más por sus atributos espirituales que por su status político.

Sea como fuere, Gurdjieff probablemente abandonaría el Tibet hacia 1904 (casualmente al igual que el entonces Dalai Lama Thubten Gyatso, éste forzado al exilio) y hacia 1905 se le ubica en la ciudad de Taskent (en el actual Uzbekistán, país al norte de Afganistán) en donde se dedica a diversos negocios con bastante buena fortuna y continúa con sus actividades de estudio de fenomenología psíquica, aunque llegado a este punto decide sacrificar estas actividades y sus supuestas capacidades adquiridas en favor de una nueva y más profunda visión de la existencia. Parece que por aquel entonces Gurdjieff ya planeaba la creación de un grupo de estudio y desarrollo espiritual liderado por él mismo.

Según afirma J. Moore, Gurdjieff ya tenía una misión especial encomendada por una alta jerarquía espiritual, por lo que el siguiente paso consistía en formar un grupo de alumnos al objeto de poner en práctica un método de enseñanza para el desarrollo espiritual viable y efectivo. El propio Gurdjieff escribe lo siguiente:

“En esta ocasión diré sólo que después de algunos años, encontré necesario originar en algún lugar una institución que estuviera dedicada a la preparación de ayudantes-instructores, a efecto de poder aplicar en la vida de la gente lo que yo había aprendido. Cuando esta necesidad surgió, después de toda clase de pensar comparativo escogí a Rusia como el lugar más apropiado para este propósito”

CONTINUA EN LA SEGUNDA PARTE

 

 

 

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