«Siddharta» es un libro escrito en 1922 por el famoso autor Hermann Hesse.
No se trata de un libro estrictamente de contenido esotérico, pero sí que explora y desarrolla el tema de la búsqueda interior del ser humano, por lo que se puede encuadrar en el grupo de obras universales de carácter espiritualista y en este caso concreto de indudable relevancia a todos los niveles, tanto por su excelente composición como por lo valioso de su contenido.
La obra pasó bastante inadvertida hasta que en 1946 el premio Nobel otorgado a Hesse impulsó toda su bibliografía; sin embargo, sería en la década de los 60 cuando “Siddharta” obtendría mayor fama sobre todo en el seno de las corrientes de pensamiento alternativas de las generaciones adolescentes de dicha década.
Según el propio autor se trata de un “poema hindú”: ambientado en la India, en una época que bien podría ser la del advenimiento de Buda y con un trasfondo religioso-espiritual que desprende un suave pero remarcable carácter beatífico, el libro trata de la vida de un notable joven hijo de un brahmán (miembro de la casta sacerdotal hindú), Siddharta, exclusivamente desde el punto de vista de la búsqueda espiritual de su yo interno que le lleva a abandonar a su familia tempranamente para peregrinar en busca de la verdad más íntima acerca de sí mismo y su relación con el mundo. Después de estudiar ávidamente los textos religiosos ortodoxos, escoger voluntariamente una vida de renuncia total y aislamiento, sumirse en el materialismo más voraz y experimentar la sensualidad hasta el extremo, Siddharta finalmente conocerá la paz interior, pero para ello habrá de transformar su propio ser a partir de las diferentes experiencias que el destino le va proponiendo, en algunas ocasiones aparentemente dulces y agradables pero en otras amargas y duras que le servirán en todo caso para desprenderse de lo superfluo en base al conocimiento y comprensión de su ser.
El término siddharta escogido como nombre propio para el protagonista del libro dice bastante de por sí, ya que significa “el que ha cumplido su objetivo”, proviene del idioma sánscrito y forma parte del nombre de Buda (Siddharta Gautama era su auténtico nombre antes de su renunciación).
El mensaje de “Siddharta” no es un caso aislado en la bibliografía de Hermann Hesse; en realidad toda su obra está marcada por la idea de una necesaria renovación espiritual del hombre occidental. En este libro, probablemente el más claro y explícito en ese sentido, Hesse indaga en el alma de Oriente en busca de ciertas claves positivas para aportar a nuestra sociedad en orden a dicha renovación. Se puede decir que el autor plasmó en su obra aspectos significativos de su propia experiencia vital, una búsqueda y transformación interior en los que creía profundamente y marcaron su carácter y, por supuesto, sus escritos.
“No puedo adjudicarme el título de sabio. He sido un hombre que busca, y aún lo sigo siendo; pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino que comienzo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre. Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.” (H. Hesse)
En realidad toda la vida y la obra de Hermann Hesse están marcadas por una continua pugna con las cuestiones de la religión y la fe. Por circunstancias familiares la religión en su sentido más estricto y disciplinario le fue impuesta sin apelación desde muy joven. El se rebelaría pronto contra la rigidez y severidad de la ortodoxia religiosa, y comenzó una búsqueda personal que le llevó a explorar otras opciones. De este modo asimiló la influencia del pensamiento religioso oriental, influencia que enriqueció notablemente su carácter y mentalidad. Finalmente desarrollaría la idea de una síntesis de las diversas religiones sobre la base de una mística o fe universal, una especie de filosofía perenne. Con esto pretendía además romper con todos los dogmas religiosos, o más bien trascenderlos.
«Creo que una religión es tan buena como cualquier otra. No hay ninguna en la que no se pueda convertir uno en un sabio, y ninguna en la que no se pueda cometer el más estúpido fetichismo.» (H. Hesse)
Hay que apuntar que Hermann Hesse admiraba el pensamiento y filosofía espiritualista oriental; en este libro plasma adecuadamente su conocimiento de puntos fundamentales de dicha filosofía. La rueda de samsara, el karma, el nirvana, la meditación y la contemplación son algunos de los conceptos que encontramos desarrollados en “Siddharta”.
Además, Hesse era amigo del insigne médico Carl G. Jung, con el cual compartía una gran admiración hacia el I Ching, el célebre Libro de las Mutaciones chino.
Hacia el año 1911 Hesse se embarcó en un viaje a la India. No fue casual, pues su padre y madre ya habían visitado dicho país en calidad de religiosos en el servicio de misiones al igual que sus abuelos (de hecho su madre había nacido allí), y no hay duda de que cierta influencia de aquellas tierras acompañó siempre a los parientes de Hesse, influencia que encandiló al escritor. En realidad este viaje sería más bien a Indonesia, ya que le llevó a Singapur, Sumatra, Borneo y otros lugares en un periplo que duró tres meses. Hesse desembarcaría en Ceilán, donde visitó un templo budista. Este viaje se reflejaría por primera vez en el libro “De la India” publicado en 1913. Sin embargo, años después Hesse reconocería que en Asia Oriental no consiguió encontrarse con India ni vivió ninguna liberación interior.
Hesse escribió en una carta en 1919:
«Desde hace muchos años estoy convencido de que el espíritu europeo está en declive y necesita volver a sus fuentes asiáticas. Durante años he honrado a Buda y he leído literatura india desde mi más temprana juventud. Después me acerqué a Lao Tse y a los demás chinos. El viaje a India fue tan sólo un pequeño complemento e ilustración de estas ideas y estudios.»
Los personajes de los libros de Hesse son como arquetipos del alma humana: esta es una característica bastante común en sus obras y cobra especial relevancia en “Siddharta”. Si observamos a los protagonistas aquí, veremos reflejadas las diferentes opciones espirituales del hombre; personas con sinceras inquietudes las cuales intentan asumir desde distintos niveles de concienciación y a partir de puntos de vista individuales, según la experiencia vital de cada uno , lo cual no excluye la comprensión o íntima empatía entre estos seres, aflorando la idea de la existencia de un lazo o nexo espiritual de unión, inmutable y primordial, que sería como un reflejo de la esencia que subyace al devenir de la vida en constante movimiento.
En el aspecto estético y a nivel de composición literaria, hay poco que añadir a lo que ya se sabe del extraordinario estilo narrativo de Hermann Hesse; en Siddharta conjuga la lírica y la épica con un lenguaje sencillo, directo, expresivo, de forma magistral. Tanto es así que el texto no sólo nos hace recrear ambientalmente el pensamiento filosófico oriental aplicado a la vida cotidiana, sino que nos envuelve de tal forma que nos facilita su asimilación y comprensión.