The Hermetic Order of the Golden Dawn fue el nombre completo de la que es, sin ninguna duda, la sociedad iniciática ocultista más destacada del siglo XX, y una de las más conocidas de todos los tiempos. A pesar de que tuvo como asociación una existencia efímera de aproximadamente una década y nunca llegó a superar los cuatrocientos miembros, ejerció, sin embargo, una gran influencia en el ocultismo anglosajón (y por supuesto occidental).
Gracias a la Golden Dawn recibieron un considerable impulso las prácticas de la magia ceremonial. Y, en cierto modo, representó un contrapunto a la “invasión” de misticismo oriental importado a Occidente por la Sociedad Teosófica de H. Blavatsky, la cual a finales del siglo XIX funcionaba ya a pleno rendimiento. No obstante, estas dos sociedades firmaron un pacto de alianza que permitió en cierto modo su complementación, centrándose desde un principio la Golden Dawn en el aspecto práctico del ocultismo mientras que la Sociedad Teosófica abogaba más por el misticismo teórico y la filosofía oculta, con lo cual se anulaba cualquier rivalidad posible.
Aunque existen aún ciertos cabos sueltos a la hora de precisar el origen de la Golden Dawn, se puede afirmar que esta provenía del seno de la Francmasonería (institución filantrópica de carácter iniciático) inglesa del siglo XIX, en particular de la Sociedad de los Rosacruces de Inglaterra (siglas S.R.I.A. en inglés). Esto es así ya que los miembros fundadores de la Golden Dawn eran eminentes francmasones además de altos cargos de la S.R.I.A.: estos fueron R. William Woodman, William Wynn Westcott y S. Liddell MacGregor Mathers. Este hecho parecía indicar que la Golden Dawn nacía como ramificación evidente de la S.R.I.A., la cual a su vez originalmente se había creado básicamente para la investigación del movimiento rosacruz.
Sin embargo, para dar un matiz de originalidad a la nueva Orden, sucedió que Westcott afirmó haber encontrado (heredado, según el, de un tal A.F.A. Woodford, también francmasón con quien coincidió en Londres) en 1887 unos manuscritos codificados según un antiguo alfabeto alquímico. Al descifrarlos, resultaron ser una serie de notas que describían a grandes rasgos los rituales de iniciación de una Orden desconocida hasta entonces llamada Golden Dawn y cuya estructura de grados o jerarquías era idéntica a la de la S.R.I.A. aunque incompleta. Woodford sostenía que los manuscritos habían pertenecido a Eliphas Levi, quien a su vez suponía (siempre según Woodford) que habían pertenecido a un rabino cabalista de principios del siglo XIX.
Por otro lado, Wescott decía haber encontrado una hoja entre estos manuscritos donde figuraba la dirección de una enigmática adepta o iniciada alemana, Anna Sprengel, la cual habría sido a su vez jefe de la Goldene Dammerung (Golden Dawn en alemán). Wescott contactó con ella y recibió contestación de Sprengel reconociendo los manuscritos y afirmando que ya habían estado en manos de ciertos ingleses que habrían fundado un templo iniciático conforme a los escritos, el cual ya había desaparecido.
Estos acontecimientos sirvieron como excelente respaldo para que la Golden Dawn iniciara su andadura en 1888, cosechando un apreciable éxito desde el mismo comienzo, para lo que influyeron diversas razones: aparte del contexto histórico en lo referente al ocultismo con un terreno abonado que prometía (ya había funcionado con la Sociedad Teosófica, la misma francmasonería y desde luego el Espiritismo de la Inglaterra victoriana), influyó el hecho de que la Golden Dawn aceptaba el ingreso de mujeres en igualdad de derechos, cosa bastante novedosa por aquel entonces. Así que la Orden creció rápidamente, creándose templos en diversos puntos de Inglaterra (Londres, Edimburgo, Bradford…) e incluso uno en París.
Cuando la Orden gozaba de su mayor esplendor (hacia 1900) Mathers, en un enfrentamiento abierto con Westcott, desveló el misterio de la llamada “correspondencia alemana”, proclamando que toda ella era falsa y sosteniendo además que todos los documentos en que se había basado la fundación de la Orden habían sido inventados. Esta revelación tuvo un efecto bomba entre los adeptos de la Golden Dawn, y a partir de ahí se desencadenó una agria polémica (que aún hoy continúa) entre los partidarios de Westcott que defendían la autenticidad de los manuscritos y los de Mathers que denunciaban el carácter superficial de la Orden y afirmaban que todo era una superchería. Lo cierto es que, analizando el caso de forma imparcial, es sumamente difícil decidir quién de los dos llevaba razón. Por un lado y tras prolongadas investigaciones se podría afirmar que los manuscritos fueron redactados realmente por Kenneth MacKenzie, un notable miembro de la S.R.I.A. (conocido por Westcott) y que en la redacción se inspiró en sus conocimientos de la masonería; el trabajo quedó inacabado debido a la muerte de MacKenzie sucedida en 1886, pudiendo pasar luego los escritos a manos de Woodford (de hecho ambos fueron amigos). Pero la correspondencia alemana no parece tan auténtica, ya que habiendo sido analizada por algunos historiadores demuestra haber sido confeccionada en un alemán bastante dudoso, lo cual sugiere la invención del personaje de Fraulein Sprengel y todas las cartas. Finalmente y para complicar más el asunto, se descubrió que una parte de las enseñanzas cabalísticas de la Golden Dawn provenía, aunque de manera indirecta, de una logia masónica ubicada en la ciudad alemana de Francfort-sur-Mein llamada “La Aurora Naciente”, logia descendiente de la Gold-und-Rosenkreutz (Orden Rosacruz original alemana), y es sabido que tanto MacKenzie como Westcott conocían la Orden de “La Aurora Naciente”.
Fuera como fuese, las revelaciones de Mathers supusieron un golpe mortal para la Golden Dawn que en los primeros años del siglo XX se dispersó en diferentes órdenes menores como la Alfa Omega (conducida por el mismo Mathers), la Astrum Argentum (de Aleister Crowley), la Stella Matutina (A. E. Waite), la Solar Order, Order of Light…las cuales a su vez derivaron en fraternidades con mayores o menores reminiscencias de la Golden Dawn, como The Church of Light, The Inner Light, Servants of Light, etc…Algunas de estas ramificaciones siguieron operando hasta la década de los 70 definitivamente reasumidas en general por la francmasonería británica.
La Golden Dawn tenía como objetivo declarado la “práctica de las ciencias ocultas”, y se esperaba de todo neófito que perseverara en este camino. Se enseñaban técnicas ocultas de alto nivel; cada neófito, al entrar en su seno, debía adoptar un lema místico propio, generalmente en latín. La Orden se subdividía inicialmente en tres subórdenes sucesivos, a modo de escalones y cada uno más secreto que el anterior.
El primer orden era el Exterior, compuesto por los grados: Neófito, Zelator, Theoricus, Practicus y Philosophus. El segundo, el Interno, comprendía los grados Señor del Portal, Adeptus Major y Adeptus Exemptus; este orden también se identificaba como Orden de la Rosa Roja y la Cruz de Oro. Finalmente, el tercer orden era el de los “Jefes Secretos Invisibles que se sitúan en el plano astral”, y estaba compuesto por los grados de Señor del Abismo, Magister Templi, Magus e Ipssissimus.
Los grados se adquirían por merecimiento, mediante exámenes tanto teóricos como prácticos, concediéndose gran importancia a la memorización de cierta correspondencia simbólica. Era necesario familiarizarse con la terminología cabalística y la lengua hebrea; de hecho, los grados tienen correspondencia directa con los sefirot del Arbol de la Vida. Para ingresar en la Orden se necesitaba ser apadrinado al menos por dos miembros de la orden Interior.
Cada templo de la Golden Dawn era autónomo y estaba dirigido por una tríada formada por un Imperator, un Praemonstrator (encargado de la enseñanza) y un Cancellarius (secretario, archivero y tesorero). Además, había un colegio de Siete Oficiales del Ritual (que eran sustituidos con los equinoccios), un colegio de Adeptos del Orden Interior y una Jerarquía Esotérica constituida por doce adeptos.
Aleister Crowley publicó hacia 1910 en su revista Equinox parte de los rituales de la Orden, y en 1938 F. I. Regardie (discípulo de Crowley que también fue miembro de la Golden Dawn) hizo una publicación más profunda y completa de los mismos.
De las filas de la Orden salieron algunos de los más importantes ocultistas occidentales del siglo XX, como los ya citados Aleister Crowley, F. I. Regardie, además de Dion Fortune, A. E. Waite, y fueron miembros celebridades como Arthur Machen, Bram Stoker, Gustav Meyrink, W. Butler Yeats, Algernon Blackwood, H. G. Wells, Annie Horniman…
Actualmente, la tradición de la Golden Dawn parece que continúa; existen templos en activo en los Estados Unidos y en Francia derivados de antiguos predecesores de la Alpha Omega y la Stella Matutina, y no hay duda de que el nombre de la Hermética Orden de la Aurora Dorada sigue imponiendo respeto entre los ocultistas de todo el mundo.