ORDEN ROSACRUZ (segunda parte)

orden rosacruz 2He hablado del gran revuelo que causó la publicación de los manifiestos rosacruces a principios del siglo XVII, que se mantuvo hasta mediados de siglo, cesando súbitamente (probablemente y entre otras cosas por la gran agitación social vivida en Europa en ese siglo marcado por cruentas guerras).

 

 

 

A partir de entonces podemos entender que la élite rosacruz original volvió a la clandestinidad más absoluta, y comenzaron a surgir paulatinamente diversas sociedades afines ya estructuradas, localizadas y en posesión de rituales propios, cuando hasta ese momento carecemos de datos acerca de reuniones, lugares o miembros efectivamente adheridos. Esta especie de transición implicó también una evidente pérdida de espíritu, ya que los auténticos adeptos rosacruces jamás habían conformado una agrupación definida (y esto era casi una norma que los distinguía).
René Guenon dice al respecto:
“Parece que lo mejor sería establecer una distinción neta entre rosacruces y rosicrucianos, pudiendo este último término adquirir sin inconveniente alguno una más amplia extensión que el primero. Es probable que la mayor parte de los pretendidos rosacruces, comúnmente designados como tales, no fueron verdaderamente más que rosicrucianos. Para comprender la utilidad y la importancia de esta distinción, en primer lugar debemos recordar que los verdaderos rosacruces jamás han constituido una organización con formas exteriores definidas, y que hubo sin embargo a partir del siglo XVII numerosas asociaciones que se pueden calificar de rosicrucianas, lo que en absoluto quiere decir que sus miembros fueran rosacruces. Se puede incluso tener la seguridad de que en absoluto lo eran, y esto por el sólo hecho de que formaban parte de tales asociaciones…”
“El término de rosacruz es, propiamente, la designación de un grado iniciático efectivo, es decir, de un cierto estado espiritual cuya posesión, evidentemente, no está ligada necesariamente al hecho de pertenecer a una cierta organización definida. Lo que representa es lo que se podría llamar la perfección del estado humano, porque en el símbolo mismo de la rosacruz figura, por los dos elementos que la componen, la reintegración del ser en el centro de ese estado y la plena expansión de sus posibilidades individuales a partir de ese centro.

 

 

Según dicen algunos autores, los Hermanos de la Rosacruz (adeptos) se retiraron de nuestro mundo misteriosamente junto con sus extraordinarios poderes. Esto ha dado lugar a gran número de leyendas (a veces incluso de lo más extravagante), aunque lo más probable es que este retiro sea más bien simbólico y se refiera a un estado espiritual elevado, tal y como sostienen autores como el mismo René Guenon.
Volviendo a la mencionada transición de la rosacruz original y la aparición de sociedades de corte más propiamente ocultista, podemos hablar en principio de la integración de núcleos rosacruces en la naciente francmasonería, que se estableció formal y documentalmente hacia finales del siglo XVII y principios del XVIII y asumiría cierto simbolismo rosacruz (evidenciado por varios grados iniciáticos del Rito Escocés, un ritual masónico tradicional) además de algunos valores doctrinales; todo esto está atestiguado y confirmado por diferentes investigadores e historiadores, tanto masones como independientes. Este proceso de integración se consumaría tanto en Inglaterra, donde fue más notorio, como en Alemania o Francia. Algunos autores sostienen que en Inglaterra el nexo que representó y auspició la “francmasonería rosacruciana” fue el anteriormente citado Robert Fludd, y es probable que personajes como Francis Bacon o Isaac Newton impulsaran el tránsito conscientemente.
Desde luego no todos los rosacruces confluyeron con la masonería. Siguió existiendo un movimiento rosacruciano autónomo que sufrió distintas suertes y que contiene elementos de muy distinta calidad, y este movimiento termina dando vida a distintas asociaciones y corrientes del ocultismo contemporáneo. Pero la tendencia que ahora surge respira otro espíritu; no el de la tradición del cabalismo cristiano, sino el del racionalismo mecanicista que tuvo en las filas neo-rosacrucianas a sus principales exponentes (Descartes, Newton, Bacon…). Los símbolos son los mismos, las alusiones al «rosacrucianismo» no faltan, pero el observador atento, puede percibir un cambio de orientación. Es el final del esoterismo cristiano; lo que vendrá a continuación será «ocultismo», literalmente «culto a lo oculto»; algo muy alejado del «culto a la verdad» que buscaron siempre los adeptos rosacruces.
En 1714 aparece en Breslau (Alemania) la obra “Teofilosofía teoreticopráctica o verdadera y perfecta preparación de la Piedra Filosofal por la Cofradía de la Rosacruz de Oro”, escrita por Sincerus Renatus (seudónimo de Samuel Richter). Del autor se tienen pocas referencias, salvo que era un pastor luterano, discípulo (según declaraba) de Paracelso y Jacob Bohme y supuestamente alquimista y afín a la rosacruz. El libro, de contenido alquímico teórico-práctico, recoge también alusiones a una hipotética Orden Rosacruz de Oro, así como los 52 artículos que regían dicha Orden, perfectamente estructurada y jerarquizada. Parece ser que hubo una sociedad alquímica con ese nombre operando en Nuremberg entre 1654 y 1700, pero esta es toda la información que se tiene al respecto, por lo que es bastante probable que dicha Orden ni siquiera llegara a existir. Es curioso que la obra de Richter apareciera justo cien años después de la publicación del “Fama” de Andreae, pero la comparación entre ambas indica una caída de nivel considerable de la segunda. Declara Richter en su libro:
“A fin de actuar honestamente hacia el benévolo lector, es preciso que sepa que este tratado no es mi propia obra, sino la de un profesor del Arte, al que en absoluto debo nombrar y que me entregó una copia de la misma.”
“Que sepa también el lector que este tratado no ha llegado públicamente a las manos de nadie. Que da la verdadera práctica de la Rosacruz, y al mismo tiempo la organización de ésta, y además nombra los dos lugares donde han acudido a reunirse (Nuremberg y Ancona, en Italia), lugares que actualmente se han cambiado, pues el uno y el otro ya no se hallan en Europa, pues desde hace unos años se han ido a las Indias a fin de poder vivir tranquilos.”
Hay noticias de que a mediados del siglo XVIII algunos seguidores de la obra de Richter revitalizaron la Orden Rosacruz de Oro, la cual se dispersaría en subgrupos de estudio principalmente alquímico y que operaban en las grandes capitales europeas.
Hacia 1777 y a partir de la Logia Masónica de los Tres Globos, ubicada en Berlín y que contaba entre sus filas con altos cargos del gobierno, nacería la Rosacruz de Oro del Antiguo Sistema, ejemplo de simbiosis francmasónica-rosacruz. Esta Orden, que basaba su doctrina en la alquimia, estuvo salpicada por algunos sucesos fraudulentos; esto y otras circunstancias hicieron que antes de final de siglo decayera bastante, aunque su influencia continuaría durante algún tiempo en países del Este como Hungría, Polonia o Rusia.
La Orden de los Elegidos Cohen, fundada por el enigmático personaje Martínez de Pasqually hacia 1754 en el Sur de Francia, es digna de mención porque de algunos de sus últimos representantes surgirán los movimientos rosacrucianos franceses de finales del XIX. Estaba configurada más como una orden paramasónica, que como rosacruz, si bien es cierto que el último grado de su jerarquía era el de “Caballero Rosa Cruz” y que las enseñanzas que lo acompañaban tenían bastante que ver con los textos rosacrucianos. Estudiaban cábala, magia, sufismo, hermetismo. Literalmente, el nombre de la orden, dos palabras judías, quiere decir “Sacerdotes Elegidos”. Tuvo como leal simpatizante a Jean Baptiste Willermoz, quien posteriormente fundaría el Rito Escocés Rectificado (ritual masónico cristiano). Los Elegidos Cohen tuvieron un notable auge en Francia entre la aristocracia, hasta la muerte de su fundador sucedida hacia 1774 en que la orden se dispersó. El mencionado Willermoz, desde que entró en contacto con la Orden de Pasqually se declararía rosacruz, no obstante tuvo durante el resto de su vida una intensa y fructífera relación con la masonería sobre todo francoalemana.
Otro ilustre personaje relacionado con los cohen sería Louis Claude de Saint-Martin (1743-1803); llegaría a ser secretario de Pasqually, llegando a despuntar personalmente de tal forma que, mucho tiempo después, Papus reavivaría su memoria y filosofía formando la Orden Martinista.
El siglo XIX fue bastante caótico socialmente y decididamente revulsivo para el rosacrucianismo que aún subsistía, ya bastante fagocitado por la masonería tal y como hemos visto anteriormente. Se imponía ya entre las sociedades el concepto de ocultismo contemporáneo (afición por lo culto y métodos más especulativos). De esta época podemos citar, empezando por Francia, la Orden Cabalista de la Rosacruz, fundada en 1888 por el aristócrata esoterista Stanislas de Guaita, de la cual se escindiría la Rosa Cruz Católica de Joseph Peladan (creando entre ambos, otrora amigos, una agria disputa). En Inglaterra surgiría la Societas Rosicruciana in Anglia, formada hacia 1865 por Robert Wentworth Little; se trataba de una asociación paramasónica que orientaba a sus adeptos hacia el estudio del pensamiento rosa cruz, más que de un grupo rosacruciano en sí mismo. Contó entre sus miembros a nombres como Bulwer-Lytton, Kenneth MacKenzie, Hargrave Jennings y el celebérrimo Eliphas Levi, y del seno de esta asociación surgiría la famosa Orden de la Aurora Dorada (Golden Dawn), en principio con la idea de adquirir más operatividad. Aparte de estas sociedades hubo algunas otras de menor peso e influencia que reivindicaron igualmente raíces rosacruces.
Es hora de abordar la trayectoria de la Orden Rosacruz en el continente americano, ya que desde el siglo XX las asociaciones rosacruces más populares que subsisten tienen su sede en América del Norte. Se dice que hacia 1693 una expedición de rosacruces alemanes partió hacia las colonias inglesas de América del Norte (algunos autores lo han querido identificar con la “huída a las Indias” mencionada por Richter), arribando a la zona de la actual Filadelfia y pasando posteriormente a Pensilvania. En realidad no es exacto que fueran rosacruces; su líder, Johannes Kelpius, era un místico pietista declarado (el pietismo era un movimiento luterano paralelo al rosacrucismo) y no está definida la actividad que desarrollaron en relación a la divulgación de la doctrina rosacruz.

 

Sin embargo sí está documentada la fundación de la Fraternitas Rosae-Crucis en el año 1858 por parte del ocultista americano Paschal Beverly Randolph. Esta fraternidad se considera descendiente del pensamiento expuesto en los manifiestos rosacruces del siglo XVII, y hoy en día subsiste aunque casi exclusivamente en el continente americano. También se conoce la actividad de la Fraternidad Rosacruz, fundada en 1909 en Seattle (Washington) por Max Heindel, quien se declaró heredero del ideario de Christian Rosenkreutz y aspira a la autosuperación del ser humano. Esta Fraternidad existe hoy en día, repartida por todo el mundo.
Pero quizá la más conocida, tal vez porque actualmente continúa en pleno auge, es la AMORC o Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz. Fue fundada en 1915 en Nueva York por el doctor H. Spencer Lewis, quien supuestamente después de un viaje a Francia fue iniciado en alguna rama subsistente de la Orden Rosacruz, y autorizado a establecer el conocimiento en Estados Unidos, cosa que hizo con bastante éxito, a juzgar por su expansión; la propia orden reconoce su presencia hoy en día en unos 120 países de todo el mundo. Se declara heredera de los misterios del Antiguo Egipto y de la más genuina filosofía rosacruz y está estructurada y jerarquizada en grados, de los cuales el superior es el de Imperator, que corresponde al líder o cabeza visible de la AMORC. Y según la propia Orden define:

 

“La Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz es una escuela filosófica que perpetúa en los tiempos modernos las enseñanzas y tradiciones de los antiguos Rosacruces, es decir, un Conocimiento Interior que se ha transmitido de iniciado a iniciado a través de los siglos, desde la más remota antigüedad. Este Conocimiento se refiere a los misterios del universo, la naturaleza y el propio hombre, y tiene como finalidad permitir a cada ser humano comulgar con su Maestro Interior, fuente de toda Sabiduría, y conocer la paz del cuerpo, del corazón y del alma, la Paz Profunda. Por tanto, la AMORC es una Orden iniciática, filosófica y tradicional, dedicada al estudio de las leyes universales, tal como éstas se manifiestan en la naturaleza y en el hombre, y al desarrollo de las facultades mentales y espirituales de sus miembros.”
Dejando a un lado los beneficios espirituales que pueda significar para cada persona la adscripción a cualquiera de estas asociaciones o la práctica de cualquier tipo de rito, después de este repaso histórico y a la vista de todo el desarrollo yo creo que podemos percibir lo lejos que estamos ya de la Rosa-cruz originaria. O tal vez, pensándolo bien, sólo se trata de una adaptación del hombre y su pensamiento al devenir de los tiempos. En todo caso, ¿cómo se podría reconocer hoy en día a un auténtico adepto rosacruz, si es que existe tal persona?.

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