T. LOBSANG RAMPA «El tercer ojo»

Lobsang Rampa El tercer ojo“El tercer ojo: autobiografía de un lama tibetano” es un libro que fue publicado por primera vez en 1956 en Londres ; debido a su éxito inicial pronto fue traducido a otros idiomas, apareciendo en español ya hacia 1958.

 

 

 

 

Respaldado por un notable índice de ventas y pese a la gran controversia que levantó su publicación, esta obra se ha convertido en todo un referente de los últimos tiempos para el descubrimiento de las creencias e idiosincrasia de los lamas o monjes tibetanos, que siempre ha estado oculto tras un gran hermetismo. Este auténtico secretismo ha perdurado hasta nuestros días, pese a los loables intentos que se han hecho para promover la accesibilidad del esoterismo y filosofía oriental  a nuestra cultura occidental ya desde el siglo XIX por autores como H. Blavatsky y posteriores como Rene Guenon. Estos esfuerzos, sin embargo, han quedado realmente a un nivel inaccesible para el hombre occidental medio, máxime si no hay un interés sincero por el ocultismo tradicional por medio. Es, sobre todo, por este motivo por el cual se ha mantenido  la creencia general de que las puertas de los lamasterios tibetanos albergan desde tiempo inmemorial un conocimiento místico y ritual esotérico casi sobrenatural, intencionadamente oculto e inaccesible al mundo exterior y sólo percibido levemente por algunos extranjeros privilegiados.
En este contexto y en una época en la que se estaban gestando las bases de lo que luego se denominaría el pensamiento “new age”, tan afín a todo lo oriental, aparece el libro “El tercer ojo”; una obra autobiográfica que revela, a través de las experiencias de un lama tibetano de alto rango, los secretos de los misterios y rituales aprendidos y practicados tradicionalmente por la élite de los iniciados tibetanos, heredados de sus más lejanos ancestros.

 

 

“Soy tibetano, uno de los pocos que han llegado a este extraño mundo occidental”– escribe el autor en el prólogo del libro-“Me aseguran que algunas de mis afirmaciones es posible que no sean creídas. El Tibet es un país desconocido para el resto del mundo”.

 

Efectivamente, ciertas afirmaciones contenidas en el libro y que según el autor serían experiencias de primera mano vividas por él mismo no sólo no serían creídas, sino que darían lugar a una disputa entre los defensores de la veracidad de los hechos relatados y los que afirmaban categóricamente que todo eran invenciones y fantasías que no se correspondían en modo alguno con la realidad del Tibet.

 

Lo cierto es que al poco de ser presentado el manuscrito a la editorial correspondiente, su revolucionario contenido ya despertó cierto recelo entre los responsables editoriales, los cuales efectuaron sus propias indagaciones al respecto, accediendo finalmente a su publicación. Pero veamos los hechos que se saben con certeza:
A finales de 1956, un hombre llega a la editorial Secker and Warburg de Londres con un manuscrito en sus manos cuya publicación ya le había sido rechazada en otras editoriales británicas. Esta vez los editores quedan intrigados por el misterioso personaje que se presenta bajo el nombre de Tuesday Lobsang Rampa, autor del libro que es a la vez su pretendida autobiografía. Con desconfianza, pero a la vez intuyendo que tenían ante sí un libro prometedor, aceptan en principio la obra, acudiendo a diversos expertos en los asuntos del Tíbet para efectuar una revisión lo más exhaustiva posible de los hechos relatados en dicho libro. La mayoría de los expertos consultados, si no todos, ponen todo tipo de objeciones a la veracidad del contenido, que desde el punto de vista académico parece ser un fiasco; los expertos consultados detectan tantos aparentes errores y hechos incongruentes que llegan a la conclusión de que la obra es una creación ficticia, una fantasía. Sin embargo, la editorial decide publicar el libro, adoptando una postura ambigua respecto a la autenticidad del contenido. Con todo, el éxito de ventas es casi inmediato.

 

Paralelamente a estos hechos, uno de los expertos que habían analizado el manuscrito, llamado Heinrich Harrer, famoso por su libro “Siete años en el Tíbet” (llevado al cine con éxito) desconfía tanto que decide ir más lejos y contrata un investigador privado para averiguar el linaje o conexiones tibetanas del autor. Lo que se descubre resulta bastante decepcionante: el supuesto lama Lobsang Rampa es en realidad Cyril Henry Hoskin, inglés de nacimiento (nacido en 1910), residente en una localidad cercana a Dublín (Irlanda) y sin conexión conocida con nada relacionado con el Tíbet. En 1948 se había cambiado el nombre legalmente por el de Carl Kuon Suo para posteriormente adoptar el de Tuesday Lobsang Rampa, con el que finalmente firmaría todos sus libros (escribió 19 en total, todos relacionados con el esoterismo oriental y la vida y costumbres del Tíbet). El añadido “Tuesday” (martes) al nombre era, según cuenta el autor, un rasgo habitual en las familias tibetanas de alto nivel que anteponían al nombre el día de nacimiento del niño.
La prensa británica se lanza en pos de Hoskin, quien no niega  nada de su pasado revelado. No obstante, explica que a raíz de un hecho traumático sucedido años atrás un auténtico lama tibetano se le apareció, presentándose como Lobsang Rampa, y le pidió permiso para ocupar su cuerpo físico, a lo que Hoskin accedió. De este modo el inglés adquirió la vida, los recuerdos y conocimientos del lama tibetano, e inicia su periplo divulgativo por occidente (lo cual según Lobsang Rampa era su única finalidad al asumir el cuerpo físico de un occidental). Incluso el lama indica que Lobsang Rampa no es su verdadero nombre, el cual tiene que ocultar por temor a represalias por acontecimientos relacionados con su pasado en los que se involucró junto con otras personas en actividades contra ciertos gobiernos.

 

La anterior explicación excitó aún más los ánimos de los detractores del libro; la prensa hablaba ya directamente de fraude y engaño, y Hoskin no encajó muy bien esta oleada de críticas. Aparte de su mudanza a Irlanda, posteriormente cambiaría su domicilio a la ciudad de Montevideo y luego a Calgary (Canadá), donde moriría en 1981, después de haber obtenido unas ventas literarias millonarias y una fama mundial incontestable.

 

“El tercer ojo” fue seguramente la obra clave de Lobsang Rampa, aparte de ser la primera que escribió y la más conocida; a esta le siguieron otros dos libros que conformaron una trilogía autobiográfica en la que se relata la vida del lama desde su mismo nacimiento en el Tíbet (hacia el primer cuarto del siglo XX), en el seno de una familia muy ilustre con suficiente peso específico e influencia como para participar en las tareas de gobierno del país en el período en que gozó de autonomía. Lobsang Rampa describe con todo lujo de detalles la vida cotidiana en el Tíbet tal y como él la experimentó desde muy niño, incluyendo su educación como monje y muchos otros datos concernientes a la filosofía y tradición tibetana; el período que se narra en “El tercer ojo” termina con la salida del protagonista del país con rumbo a China, en los años en que se desarrollaba la segunda guerra mundial.
Lo cierto es que la narración es tan detallista y colorida que desde las primeras páginas del libro el lector ya está cautivado, teniendo la sensación de estar ante la experiencia real de un nativo de aquellos parajes; un hombre que relata sus experiencias en tono cordial y sincero, desenvolviéndose en un entorno natural duro como corresponde a aquella región  y socialmente con una jerarquía similar a la de la época medieval. Parecería un relato costumbrista pintoresco, si no fuera porque el protagonista describe algunas vivencias que desafían al sentido común  y podrían bien definirse como extraordinarias.

 

Entrando en materia, ya el título del libro alude al mítico tercer ojo, el órgano que hipotéticamente se ubicaría en el centro de la frente y mediante cuya activación una persona adquiriría una visión profunda de la realidad etérea que nos rodea (tal como el aura, ciertas corrientes de energía, etc…) Según Lobsang Rampa la existencia y uso del tercer ojo estaban ya bien asimilados en la cultura tibetana; de hecho, nos explica el modo en que fue sometido a una operación quirúrgica (bastante rudimentaria por cierto) para la apertura de dicho órgano, lo que le permitiría desarrollar dicha visión extrema a todos los efectos. Esto le sucedió en su octavo cumpleaños, y fue el principio de su aprendizaje “iniciatorio”. A partir de entonces, Lobsang Rampa sería educado a fondo (siempre en un ambiente de mortificación física y privación bastante severo) en disciplinas como astrología, herbología, teología  además de las materias comunes; también se adiestraría en hipnosis, telepatía, el dominio de la visión aúrea mediante el tercer ojo, los viajes astrales y otros conocimientos de carácter esotérico que el describe como normales en la educación de un lama. Esto, amén de otras experiencias extraordinarias que Lobsang Rampa narra en el libro, es lo que hace que la obra sea tan difícilmente asimilable para las mentes académicas y ortodoxas.

 

Al respecto de la veracidad y validez de la obra, sería interesante tener la opinión de la máxima autoridad tibetana, es decir, el Dalai Lama; preguntado en diversas ocasiones por ello, parece que nunca ha sido definitivamente claro, aunque su mutismo y alguna esporádica declaración quitando importancia al debate inducen a pensar que considera la persona de Lobsang Rampa más bien fantasiosa.
Finalmente, y dejando a un lado opiniones en pro y en contra de este autor  (todas ellas respetables), yo recomiendo encarecidamente la lectura de este libro a todo estudioso de lo oculto. Muchas personas, sin entrar en el debate inherente, han admitido que la lectura de “El tercer ojo”,  cuando menos, les apercibió de la existencia de una cultura y mentalidad tan diferente y sorprendente como la tibetana, cosa que siempre supone un paso adelante en la evolución de uno mismo considerando el tremendo bagaje espiritual atesorado tras los muros de las lamaserías. Tras “El tercer ojo”, además, subyace una de las cuestiones esenciales en la evolución del hombre, sobre la que hay mucho que meditar: la reencarnación.

 

 

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