Es el seudónimo utilizado por Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, médico, astrólogo y alquimista reconocido, nacido en Zurich el 17 de diciembre de 1493 y muerto en Salzburgo el 24 de septiembre de 1541.
Parece ser que alternó los experimentos alquímicos con un intenso y fructífero trabajo como médico a lo largo de toda su vida, y se dice que culminó sus trabajos como alquimista logrando la transmutación de plomo en oro. Además, el mismo Paracelso se atribuyó el haber creado en su laboratorio un “homúnculo” (según él mismo lo llamó) que podría ser algo similar a un golem (ser animado creado a partir de materia inanimada)
Se interesó particularmente por la mineralogía y la botánica, buscando la relación entre los principios de estas ciencias y la medicina, y trabajando con extractos minerales para la curación de las enfermedades. Es muy interesante su máxima:
«Lo que se forja con el fuego es alquimia, ya sea en un horno o en la estufa de la cocina.»
Como médico tenía una visión científica y heterodoxa, muy adelantada sin duda para su época. Esta actitud le obligó a vagar de un sitio a otro, ya que aunque tuvo oportunidades para establecerse y practicar la medicina en distintos lugares, chocaba siempre con la mentalidad tradicionalista de la época, lo cual le granjeó críticas y enemigos aunque también discípulos y admiradores. Paralelamente, desde muy temprano fue un incansable viajero, visitando una gran variedad de países entre Escandinavia y el Oriente Medio .
Aplicó su concepción gnóstica del hombre y la naturaleza en todos los ámbitos de su ciencia y pensamiento, desarrollando las teorías del hombre como microcosmos, el amor y la bondad del alma como base salutífera del cuerpo y el espíritu y la diferenciación de los cuatro elementos del mundo material, además de los diferentes planos de existencia. Tampoco cabe duda de su interés y gran conocimiento de los astros; ya fue considerado un gran astrólogo por sus contemporáneos y escribió varios libros de astrología, acerca de todo esto cabe señalar que estableció como pilares de la medicina a la astronomía, las ciencias naturales, la química y el amor. Asimismo declaró sus conocidos “siete principios”, que son:
LOS SIETE PRINCIPIOS DE PARACELSO
1 Lo primero es mejorar la salud.Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.
2 Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.
3 Haz todo el bien posible.Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.
4 Hay que olvidar toda ofensa, más aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.
5 Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.
6 Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.
7Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana.Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo.
Paracelso escribió una buena cantidad de libros, la mayoría de ellos publicados tras su muerte, y que tratan temáticas diversas como la astrología, mística, botánica, medicina, filosofía oculta, alquimia….
De su muerte se conservan pocos datos, se admite comúnmente que cayó gravemente enfermo y murió estando hospitalizado, aunque otros dicen que fue asesinado, otros que desapareció simplemente (pues poseía el secreto de la piedra filosofal)… lo cierto es que en una lápida de la iglesia de san Esteban, en Salzburgo, se puede leer esta inscripción:
“Aquí yace Felipe Teofrasto de Hohenheim. Famoso doctor en medicina, que curó toda clase de heridas, la lepra, la gota, la hidropesía y otras varias enfermedades del cuerpo con ciencia maravillosa. Murió el 24 de setiembre del año de Gracia de 1541″.