Estos últimos años, en el ámbito social, se puede observar un especial interés o más bien una actualidad inusitada en los medios de comunicación hacia unas hipotéticas sociedades secretas (o mayormente desconocidas por la opinión pública) que se ha sugerido que podrían estar actuando desde las sombras contra diversos estamentos del poder establecido, figuras o grupos considerados tradicionalmente de alto nivel y peso específico en el panorama político occidental; es decir, conspirando supuestamente para conseguir poder, influencia o preponderancia en el entramado socio-político. A este impacto mediático ha contribuido especialmente la publicación de diversos libros cuyo contenido aborda dicho tema y que han alcanzado la categoría de best-sellers. Algunos de ellos se han llevado al cine o televisión con un indudable éxito comercial y la consiguiente difusión a gran escala, apoyado esto por la proliferación de gran cantidad de obras literarias de menor impacto pero de contenido similar, incluyendo críticas, contracríticas, refutaciones, puntualizaciones, etc…a los propios best-sellers. Todo esto ha provocado que se presenten al gran público diversas teorías más o menos imaginativas que, conjugando ciertos elementos del esoterismo tradicional junto con hechos históricos y novelescos mezclados casi a partes iguales, han atraído cierto nivel de atención, curiosidad y debate que en muchos casos ha desvirtuado completamente la realidad haciendo que sea casi más creíble la fantasía que la propia verdad histórica; o acaso que esa verdad quede más enterrada si cabe bajo toneladas de falsedades y argumentos vanos, aunque, eso sí, dignos de una entretenida superproducción de intriga y acción.
De esta forma, en el epicentro de todo este torbellino de información (o desinformación) y probablemente por razones de conveniencia a las teorías conspirativas, se ha situado ex profeso (entre otras) a una organización denominada “Priorato de Sión”, organización que a resultas de esta publicidad ha adquirido una relevancia notable. El Priorato de Sión es una sociedad fraternal de corte filantrópico, con cierto tinte esotérico, legal y jurídicamente establecida en Francia en pleno siglo XX y cuya constitución, fundamento y pretensiones vamos a tratar de aclarar en la medida de lo posible. Es por estas pretensiones o reclamaciones y no por azar u otra razón por lo que hemos elegido esta organización para su estudio, ya que independientemente del grado de autenticidad que la respalde, su credo incorpora importantes elementos esotéricos y reivindicaciones interesantes que no es extraño que hayan dado pábulo a las más dispares teorías conspirativas.
La historia oficial del Priorato comienza el 20 de julio de 1956; Pierre Plantard de Saint-Claire (18 de marzo de 1920, 3 de febrero de 2000), personaje clave en el devenir histórico de la organización, registra ésta legalmente en Francia dotándola inicialmente de unos estatutos y entidad legal. Se trata, exotéricamente, de una asociación con fines socio-culturales, y esotéricamente, de una logia iniciática cuyo fin último sería nada menos que la restauración de la monarquía francesa (de la cual M. Plantard se presenta como legítimo heredero por cuestión de linaje) y la preparación para el advenimiento de un nuevo orden mundial basado en una nueva religión a la cabeza de la cual estaría el descendiente (por sangre) oculto de Jesús de Nazareth. O al menos así nos la han presentado. Pero veamos los hechos más detenidamente…
La designación genérica de priorato alude originalmente (Edad Media) a una circunscripción formada por un reducido grupo de monjes, a cargo de un prior pero perteneciente asimismo a una abadía o monasterio. En cuanto a Sión, en los mismos estatutos se declara que corresponde al nombre de una montaña cercana a la ciudad de Annemasse (Alta Saboya, Francia), donde la organización tenía previsto ubicar inicialmente “un priorato que servirá de centro de estudios, de meditación, de reposo y de oraciones. (Artículo Tercero)”, sirviendo este lugar también como Sede Social. En el mismo artículo tercero de los estatutos se dice:
“La Asociación tiene por objeto:
La constitución de una Orden Católica destinada a restituir bajo una forma moderna y conservándole su carácter tradicionalista, la antigua caballería que, por su acción, fue la promotora de un ideal altamente moralizador, y el elemento de una mejora constante de las reglas de vida de la personalidad humana. A este efecto la Asociación, por medio de la cooperación activa de sus miembros, llevará ayuda y protección tanto moral como material a cuantos se encuentren en estado de necesidad…”
En los estatutos se detalla también la organización jerárquica asumida (indicando el número de miembros previamente asignado a cada estamento). Se subdivide territorialmente (a efectos organizativos) en 729 Provincias, 27 Encomiendas y un Arca (llamada Kyria). Los miembros se dividen básicamente en dos efectivos: la Legión, encargada del Apostolado, y la Falange, guardiana de la Tradición. A su vez componen una jerarquía de nueve estados: novicio, cruzado, esforzado, escudero, caballero, comendador, condestable, senescal y nauta (de menor a mayor grado). Hasta aquí, es como un “revival” de una orden de caballería medieval. La complicación reside en las credenciales que se atribuye M. Plantard a sí mismo y al Priorato.
Inicialmente, Pierre Plantard atribuyó al Priorato unos orígenes casi legendarios y que se remontaban bastante más allá del año 1956: según afirmó, el Priorato de Sión habría sido fundado por Godofredo de Bouillon en el año 1099 en Jerusalén, a la sazón recién conquistada por los cruzados de los que Godofredo fue uno de los principales adalides. Fue proclamado rey, título que declinó aunque mantuvo el gobierno de la ciudad (de hecho fue el primer caudillo cristiano de Jerusalén). Si bien es cierto que existió realmente un priorato de Nuestra Señora de Sión en Jerusalén y fundado en 1099, éste se refiere a un grupo de monjes que estaban a cargo de una recién edificada iglesia llamada de Santa María, levantada sobre las ruinas de un antiguo templo bizantino llamado Hagia Sión, justo en el llamado Monte Sión. Estos monjes permanecieron aquí hasta 1217, año en que los musulmanes destruyeron la iglesia. Pasaron a Sicilia, donde continuaron su actividad hasta que en 1617 sus últimos miembros se unieron a los jesuitas, lo cual lleva esta pista a una vía muerta y resta credibilidad a la leyenda de la fundación del Priorato, al no conocerse prueba documental alguna ni de dicha fundación ni de su actividad en posteriores años (y siglos). Aún así, se llegó a afirmar incluso que el Priorato habría suscitado la posterior creación de la Orden del Temple, a la que habría utilizado como pantalla protectora de cara al mundo exterior (tal vez sugiriendo que el Priorato escondía un secreto extremadamente valioso). De este modo, el cargo de Gran Maestre templario adquiriría una doble función al ejercer también la dirección del Priorato de Sión; esto se habría extendido en el tiempo hasta el fin oficial de la Orden del Temple en Francia en el siglo XIV, a partir de lo cual el Priorato debió entrar en un letargo de siglos. Hasta aquí la “leyenda”, de la que no consta ninguna prueba documental o histórica, pero que empieza a teñir de misterio al Priorato de Sión y, mediante oportunas coincidencias, le aporta un indefinible trasfondo esotérico.
Pero con el paso del tiempo y tal vez persuadido de que la anterior teoría era insostenible, M. Plantard declararía (unos treinta años después de la fundación) que todo lo anteriormente dicho acerca de los orígenes del Priorato era pura leyenda; lo niega todo y afirma a su vez que la verdadera fundación del Priorato databa del siglo XVIII en el seno de la noble casa francesa de los Hautpoul, por aquel entonces establecida en la zona de Rennes-le-Chateau; esta población es un enclave esotérico de primer nivel por mérito propio, como veremos.
M. Plantard puntualizaría que, según ciertos archivos a su disposición, el Priorato de Sión fue fundado realmente el 19 de septiembre de 1738 (habiéndose gestado desde meses antes) en Rennes-le-Chateau por François de Hautpoul y el abad Jean-Paul de Negre. Señala también que los documentos autentificadores del evento están entre los encontrados por el sacerdote Berenguer Saunierè (ya en el siglo XIX), el famoso cura que impulsó el mito de Rennes-le-Chateau. El caso es que, según M. Plantard, la esposa de François de Hautpoul, Marie de Nègre D´Able, transmitió a su confesor documentación referente a un secreto familiar extremadamente grave: el asunto de la secreta supervivencia de la dinastía merovingia. El confesor, cura de la parroquia de Rennes-le-Chateau, decidió esconder los documentos en la iglesia, los cuales serían encontrados posteriormente por Saunierè. El secreto de la dinastía merovingia es ni más ni menos que la trama acerca de una posible descendencia del mismo Jesús de Nazareth oculta durante siglos, lo cual en última instancia era la mayor aspiración y reclamación de Pierre Plantard. Este, que ya presumía de entroncar por línea familiar con los Hautpoul pretendía hacer a éstos descendientes de los reyes merovingios, los cuales a su vez serían descendientes por línea directa de Jesús.
Pero, ¿puede ser esto posible? Pues, teóricamente, sí. Y la teoría es que María Magdalena habría salido de Jerusalén después de la muerte de Jesús (ella fue uno de los primeros testigos de su resurrección, según coinciden los cuatro evangelios) encinta de este, y junto con otros fugitivos habría huído por el Mediterráneo hasta recalar en la costa sureste de Francia, en un punto cerca de las ciudades de Arles y Marsella. Aunque esta es la versión alternativa de la historia, aparecida con el tiempo, ya que oficialmente María Magdalena se retiró con la Virgen María y el apóstol Juan a la ciudad de Efeso, donde moriría; de hecho sus reliquias se trasladaron a Constantinopla en el siglo IX, que es donde al parecer actualmente se conservan. Pero sigamos con la versión alternativa: María Magdalena llegaría a Francia según la leyenda en posesión del Santo Grial, cosa que algunos han querido identificar con el hecho de que estuviera embarazada de Jesús; es decir, que el Grial en realidad sería el útero materno de la Magdalena, que daría como fruto un descendiente directo del Maestro…Prosigamos. María Magdalena se dedicó un tiempo a la evangelización de la zona de Provenza, retirándose después a una cueva cerca de Marsella donde realizó penitencia durante treinta años hasta su muerte. Sus reliquias se conservan en la cripta de la basílica de san Maximino, en Aix-en-Provence, adonde fue trasladada por unos ángeles tras su fallecimiento.
Respecto a cómo la descendencia de María Magdalena entroncó con los merovingios, el tema está abierto aún a cualquier teoría, no importa su osadía. El hecho es que los merovingios fueron una dinastía de estirpe germánica (ellos mismos se consideraban descendientes de los sicambros, un pueblo que presumían procedente de Asia Menor y que a través de un largo periplo alcanzó Europa Occidental) que se desarrolló entre los siglos V y VIII. Se les conocía oficiosamente como los reyes sacerdotes, o reyes brujos por su inclinación a la magia además de que, como dato curioso, se dejaban el cabello largo pues pensaban que les otorgaba poder. Lo cierto es que su gobierno se extendió en el territorio de la actual Francia, Bélgica, parte de Alemania y Suiza y estuvo salpicado de incidentes y convulsiones. Merece la pena conocer la leyenda acerca del nacimiento de Meroveo, el fundador de la dinastía: Meroveo tuvo dos padres, el normalmente admitido Clodio y el dios marino Neptuno, que en forma de bestia marina (quinotauro, mitad pez mitad toro) fecundó a la madre de Meroveo, ya encinta de Clodio. A partir de este hecho algunos autores “iluminados” han afirmado que Meroveo pertenecería a la estirpe de “reyes pescadores” (ver artículo del Santo Grial) descendientes de Neptuno y suprahumanos. Con todo y después de numerosas vicisitudes, la dinastía merovingia llegaría hasta Dagoberto II, rey que fue asesinado por su mayordomo de palacio y que, al menos oficialmente, no dejó descendencia. Y aquí radica la duda, porque los que sostienen las teorías alternativas afirman que sí tuvo descendencia, al menos un hijo que con nombre falso se dirigiría a la región del Languedoc, concretamente a Rhedae (que se ha identificado con la Rennes-le-Chateau visigótica, aunque no hay certeza) donde continuaría la estirpe merovingia. Lógicamente, de existir un heredero legítimo de esta estirpe podría reclamar el trono de Francia si se diera el caso, ya que fue usurpado por los mayordomos sin sangre real que luego darían lugar a la dinastía carolingia y demás. Otro dato: Dagoberto II, el último merovingio, fue declarado santo y enterrado en la ciudad francesa de Stenay, luego propiedad de Godofredo de Bouillon…
Siguiendo con la descendencia legítima, con el tiempo la casa de los Hautpoul aparecería en escena: hay datos que ubican a esta familia en el Languedoc hacia el siglo XII, y dan fe de su alta alcurnia ya por entonces, ya que el caballero Pierre Raymond I d´Hautpoul participaría en la primera cruzada distinguiéndose en el asedio de Antioquía. Posteriormente, su descendiente Izarn de Hautpoul cobraría importancia al abrazar el catarismo; tuvo que defender sus posesiones ante Simón de Montfort, adalid de la cruzada contra los cátaros, el cual conquistó y arrasó el castillo de los Hautpoul (1212), aunque parece ser que Izarn logró escapar con vida. Es posteriormente, ya hacia 1422, cuando se tienen noticias fehacientes de los Hautpoul asentados en Rennes-le-Chateau, por el casamiento entre Pierre Raymond V d´Hautpoul con Blanche de Marquefave, y de aquí hasta la primera mitad del siglo XVIII en que M. Plantard sitúa la fundación del Priorato por obra de François d´Hautpoul. Y es después de la muerte de éste cuando su esposa, Marie de Nègre D´Able, revela a su confesor Antoine Bigou el secreto familiar, cuyas pruebas oculta el sacerdote en la iglesia de Rennes-le-Château que por cierto, cosas del destino, estaba (y está) dedicada a Santa María Magdalena.
Así llegamos a Rennes-le-Château, el misterioso cruce de caminos de toda la historia.
Esta localidad francesa situada en la región de Languedoc posee cierto aura de misticismo desde tiempos lejanos; ya en el siglo V se cuenta que, habiendo saqueado Roma el caudillo visigodo Alarico, vino a establecerse aquí trayendo un gran tesoro (que incluía las riquezas del Templo de Jerusalén, a su vez saqueadas por los romanos en su día) que se dice que podría permanecer oculto en la zona. En el siglo VI estuvo bajo dominación merovingia (el propio Dagoberto II se casó en Rennes-le-Château) y de nuevo se habla de un presunto tesoro escondido por los propios merovingios (estos poseían presumiblemente grandes riquezas, cosa documentada arqueológicamente, ya que gustaban de enterrarse con valiosas joyas). Adquirió de nuevo relevancia en el siglo XII-XIII por convertirse en zona de gran influencia y refugio de los cátaros (la fortaleza de Montsegur no está lejos). De aquella época también subsisten ciertas leyendas que mencionan, cómo no, el ocultamiento de un tesoro por parte de los templarios. Y tradicionalmente se ha venido admitiendo la zona (sobre todo Montsegur) como una de las probables ubicaciones del Santo Grial.
Pero es en el siglo XIX cuando en Rennes-le-Château tiene lugar un suceso que a la postre haría famoso al lugar, debido a un descubrimiento realizado en la iglesia local. Esta iglesia, cuyo origen se ha fechado entre los siglos VIII-IX, ha sido destruida y reconstruida en diversas ocasiones. Se sabe que hacia el año 1380 la iglesia hacía las labores de capilla privada del castillo de Rennes-le-Château, y en esas fechas se realizó su advocación a santa María Magdalena por razones que se desconocen. Pero ya hacia el siglo XIX la iglesia parece ser que estaba en un estado bastante ruinoso, de tal modo que se había considerado más viable su reedificación que la propia restauración. Fue el sacerdote François Bérenguer Saunière (1852-1917), natural de un pueblo cercano llamado Montazels y asignado a la parroquia de Rennes-le-Château en 1885, quien hacia 1887 se hizo cargo de acometer las obras gracias a donaciones diversas que consiguió, tanto oficiales como de particulares. Hacia mediados de 1891, mientras realizaba trabajos en la iglesia junto a una cuadrilla de media docena de obreros, parece ser que descubrieron una antigua tumba, y a este descubrimiento siguió el de una olla repleta de lo que parecían monedas de oro; Saunière dijo a los obreros que no eran más que medallas de la virgen de Lourdes sin valor, pero inmediatamente cerró la iglesia y viajó a la cercana población de Carcassone a entrevistarse con algunos colegas, ya que días después varios sacerdotes le devolverían la visita a su parroquia. La iglesia permanecería cerrada durante algunas semanas hasta que se retomaron los trabajos, eso sí, con una nueva cuadrilla de obreros. Desde entonces Saunière, que siempre había llevado una vida humilde en extremo, comienza a aumentar su gasto de forma ostensible sin saberse de dónde provienen sus ingresos. Hay constancia de que se dedicaba a cavar por las noches junto a su criada en el cementerio de la localidad, ya que los aldeanos se quejaron ante el consejo de la comunidad y este le conminó a dejar estas aventuras nocturnas. Según testigos, se dedicaba a cavar agujeros parece que al azar, algunos bastante profundos, y se cuenta que fue visto con joyas antiguas, por lo que se pensó que habría logrado acceder a alguna cripta bajo la iglesia y estaba saqueando tumbas de señores allí enterrados.
Hay testimonios que afirman que a partir de entonces el sacerdote se dedicó a hacer viajes cuyo destino y duración se esforzaba por ocultar, disimulando sus salidas con la complicidad de su criada. Cada vez manifestaba un comportamiento más extraño, hasta que en 1897 los trabajos terminaron y la iglesia fue inaugurada por el obispo Billard, que parecía tener una estrecha relación con Saunière y acabaría investigado por administración irregular de fondos.
Hacia 1901 el sacerdote Berenguer Saunière poseía casi toda la colina de Rennes-le-Château y empezaba a construir una villa de lujo que denominó Villa Bethania, y según él iba a ser destinada a casa de retiro para viejos sacerdotes. También construye una peculiar torre a la que denomina Torre Magdala (como así se llama el pueblo de Galilea donde nació María Magdalena). Para ilustrar el cambio de status repentino del cura, se ha llegado a decir que empezó a frecuentar a personajes célebres y aristócratas de la época, no sólo franceses sino de toda Europa, que organizaba fiestas de gran boato, que distinguidas personas de alto nivel social se dejaban ver por el pueblo y visitaban su villa…
Cuando en 1906 el nuevo obispo de la diócesis fue a visitar la modesta parroquia, quedó sorprendido al ver el tren de vida que lleva Saunière; inmediatamente se inicia una investigación para conocer las fuentes de ingresos del cura, lo que desemboca en el traslado fulminante de Saunière a otra parroquia; este se niega a abandonar su finca y obstinadamente dimite como cura de la aldea. Instala un altar en su villa y desde allí continúa diciendo misa los domingos, para desesperación del nuevo cura asignado a Rennes-le-Château que ve como la gente del pueblo prefiere asistir a misa con Saunière en vez de acudir a la iglesia local.
Sin embargo, el obispo continúa la investigación presionando a Saunière, con lo que después de un largo tira y afloja en el que el sacerdote se negó persistentemente a revelar sus fuentes de ingresos o aclarar sus cuentas y que incluyó largas apelaciones a Roma, a finales de 1911 se le sentencia apartándole prácticamente del sacerdocio. Hasta su muerte en 1917 Saunière seguiría apelando a las autoridades de Roma. Cuando falleció se dice que no poseía nada; todos los bienes estaban a nombre de su criada, la cual vivió en Villa Bethania hasta su muerte en 1953. Oficialmente se suele alegar que la riqueza de Bérenguer Saunière fue adquirida vendiendo misas, o incluso saqueando tumbas, pero lo cierto es que se estima que pasaron por sus manos millones de francos.
En 1967 aparece el libro que daría a conocer el misterio de Rennes-le-Château en todo el mundo y en el que se basan prácticamente todos los trabajos y estudios literarios posteriores, como el también famoso “El enigma sagrado” (Lincoln, Baigent, Leigh, 1982). “El oro de Rennes, o la extraña vida de Bérenger Saunière, sacerdote de Rennes-le-Château”. Firmado por Gérard de Sède, en realidad el contenido era más bien obra de Pierre de Plantard. El Priorato de Sión ya estaba en marcha y en esta obra se mencionaban las claves que acreditaban a la organización, particularmente los documentos secretos encontrados durante la remodelación de la iglesia por parte de Saunière. Utilizando como columna vertebral la actividad de Bérenguer Saunière acaecida en los años de sus descubrimientos y hasta su muerte, “El oro de Rennes” ofrece una versión pretendidamente concienzuda de la trama, introduciendo y desarrollando aspectos esotéricos enriquecidos con hechos históricos y genealogías que culminan con la revelación de los documentos secretos que ocultara Marie de Negre D´Able, los cuales el autor afirma haber visto y contrastado su autenticidad y que, una vez descifrados criptográficamente, asocian la idea genérica del tesoro de Rennes con el Rey Perdido, estableciendo la genealogía entre el último rey merovingio y las diversas familias nobles francesas afincadas posteriormente en Rennes. Gerard de Sède perfilaría su visión particular de la saga en otro de sus libros, “La raza fabulosa”, donde trata de enlazar todos los eslabones de la cadena real sucesoria introduciendo elementos bastante fantasiosos de su propia cosecha. Como colofón, todas estas pistas conducirían al Priorato de Sión, en tanto que se presentaba como celoso guardián del secreto sucesorio. En medio de toda esta avalancha de información interviene Pierre Plantard, nauta o líder del Priorato que se declara heredero legítimo de los condes de Rhedae por la línea femenina de los Saint-Claire, entroncados con los Hautpoul. Para ello, aparte de valerse de los textos de Gerard de Sède y en base a los descubrimientos del cura Saunière, toma como referencias todas las claves esotéricas que le vienen a mano desde alusiones a templarios, rosacruces, cátaros, Santo Grial… hasta incluso interpretaciones de las Centurias de Nostradamus, culminando con documentación histórica que ajustaría y probaría, de modo algo forzado, la cadena sucesoria merovingia, documentación que a día de hoy se considera carente de autenticidad. Es decir, ninguna prueba de valor. De hecho, la mayoría de los estudios serios consideran el Priorato de Sión de Pierre Plantard como uno de los mayores fraudes del siglo XX.
Pierre Plantard de Saint-Claire fue un hombre con decidida vocación de líder desde muy joven. Comúnmente considerado como monárquico, antisemita y afín a la extrema derecha, a los 17 años ya fundaba la asociación Unión Francesa con cierto éxito; repetiría con las Juventudes de Francia (ambas basadas en su ideario) y desarrollaría un papel relevante en la Orden de los Alpha-Galates, sociedad que emulaba el modelo de caballería medieval y aspiraba a una renovación moral de la sociedad francesa. Plantard tuvo dos mentores: Paul Le Cour, cofundador de la Alpha-Galates, escritor, astrólogo y estudioso esoterista, activo antisemita, y George Monti, un personaje muy influyente y activo entre las sociedades ocultas del siglo XX: secretario de Josephin Peladan (importante personaje del ocultismo francés de finales del siglo XIX, del que ya se habló por su relación con Papus), amigo de Aleister Crowley, miembro de la OTO (entre otras sociedades ocultistas notables de la época) y con un largo e irreverente historial de actividad en el ocultismo occidental desde la sombra. Es de suponer que con estos padrinos y después de investigar sobre el terreno la historia de Rennes-le-Château en los años 50 debió de ser fácil y hasta constructivo para Plantard conformar la historia del Priorato influyendo en la obra de Gerard de Sède y valiéndose de su repercusión. La profundidad y ramificaciones de sus intenciones ya sería más difícil de precisar. Llegaría a ofrecer sus servicios como vidente y echador de cartas. Entre 1981 y 1984 ejerció de Gran Maestre (nauta) del Priorato; dimitió, pero para volver en 1989 y recomendar a su hijo Thomas Plantard para ocupar el cargo, cosa que así sucedió. En Febrero del año 2000 Pierre Plantard fallece, habiendo pasado el testigo de su presunto linaje real a su hijo Thomas.
Las teorías y montajes de Plantard se han desmentido en muchas ocasiones, incluso aportando testigos aparentemente fiables y determinantes como André Bonhomme, que se declaró en algunas entrevistas cofundador del Priorato e ignorante de absolutamente todas las maniobras de Plantard (en el documento de solicitud de registro ante la autoridad de Annemasse del 7 de mayo de 1956 figura que fueron hasta cuatro los fundadores o, al menos, firmantes: André Bonhomme, presidente; Jean Deleaval , vice-presidente; Pierre Plantard, secretario y Armand Defago, tesorero). Plantard ha sido tachado repetidamente de estafador, falsificador, manipulador y cosas por el estilo. Da esa impresión, ciertamente; sin embargo, a la vista de los hechos, no parecen tan claros los sucesos de Rennes-le-Château ni la trama merovingia, aunque la historia oficial lo tenga muy claro desmintiendo todo taxativamente.
Las últimas noticias que se tienen de la actividad pública del Priorato se reducen a un comunicado redactado el 27 de diciembre de 2002 anunciando el relanzamiento de la asociación.