WICCA

Se conoce como Wicca a un determinado sistema de creencias y rituales de carácter neopagano basado presuntamente en el resurgimiento de la auténtica religión practicada tradicionalmente en el mundo antiguo precristiano.

 

Este sistema se desarrolló a partir de mediados del siglo XX, surgiendo en Gran Bretaña en torno a un personaje llamado Gerald Gardner y se expandió rápidamente, inicialmente por los países anglosajones o de habla inglesa y a partir de ahí por el resto del mundo, hasta nuestros días en que la Wicca y sus muy diversas ramificaciones son consideradas socialmente como religión legalmente aceptada en numerosos países. En España, la primera legalización como confesión religiosa formal de un grupo adscrito a la Wicca tuvo lugar en el año 2007, cuando la Sociedad Antigua de Kelt (también llamada Asamblea de Cultos de la Naturaleza) fue normalizada como tal.

El significado etimológico de la palabra “wicca” no está determinado con certeza; el propio Gerald Gardner lo utilizó raramente, refiriéndose al culto generalmente como “brujería” (witchcraft en inglés, significando “práctica de la magia”). El término wicca se empezó a utilizar profusamente a partir de los años setenta del pasado siglo, posiblemente para evitar las connotaciones negativas de la palabra brujería. Parece bastante probable el origen común de ambas palabras por su raíz común (en inglés); a partir de aquí se han ofrecido numerosas interpretaciones tratando de situar el origen de la palabra wicca en vocablos proto germánicos o indoeuropeos, con significados relacionados en todo caso con la magia, la sabiduría o el arte mágico.

El pilar básico sobre el que se establece el culto Wicca, al igual que la brujería arcana tradicional, sería la comunión y armonización con la naturaleza a través de un conocimiento, actitud y ritual ceremonial preciso; los wiccanos sostienen que el carácter de tradicionalismo implica una línea de conocimiento ininterrumpida a lo largo de la historia, aunque la práctica pública en el entorno social haya estado condicionada por la presión y persecución implacable de las grandes religiones ortodoxas convencionales. Es decir, que la brujería habría sido efectivamente proscrita durante siglos aunque ciertos grupos sociales minoritarios, principalmente a través de la tradición oral, habrían conseguido mantener este conocimiento en estado latente hasta que en los últimos tiempos se han dado las condiciones precisas para que el culto vuelva a adquirir relevancia en el ámbito social a nivel mundial, debido sobre todo a la libertad de confesión religiosa. Esta hipótesis mantenida por los defensores y practicantes de Wicca implica también el desarrollo de un culto religioso ecléctico, marcado por la particular idiosincrasia del grupo social practicante. Es por ello que bajo el título Wicca se han adscrito muy diversos grupos dependiendo sobre todo del país o región de donde proceda cada uno, por lo que hay “puristas” que consideran que existe una Wicca británica legítimamente heredera de la línea de actuación establecida en su día por Gerald Gardner y el resto de grupos Wicca conformado por multitud de practicantes de diversa condición y organización. A este estado contribuye el hecho de que la Wicca, además de estar en constante evolución, no tiene un poder centralizado, sino que se subdivide en linajes o núcleos unidos por cierta singular tradición que tienen su propia estructura organizativa.

Tengamos bien presente que en este artículo utilizamos la palabra brujería en su sentido más objetivo, desprovista de todo contenido peyorativo e ignorando cualquier implicación con el satanismo o magia negra (esta última de orientación espiritualmente negativa y liturgia, método y finalidad marcadamente ofensivo y antisocial). Sin embargo debemos ser conscientes de que la brujería puede albergar aspectos negativos en la medida que es practicada por personas sujetas a un determinado status espiritual que condiciona evidentemente todas sus acciones; atendiendo a todo lo anterior, consideremos la brujería neutralmente como el sistema de creencias, conocimiento y actividades  de carácter mágico (definiendo magia como arte, técnica o conocimiento oculto realizado con el fin de provocar fenómenos extraordinarios) destinadas a conseguir la armonización con la naturaleza con la finalidad de lograr el desarrollo y bienestar personal o de una comunidad.

Asimismo, hemos mencionado el carácter ecléctico de los grupos wiccanos a lo largo de la geografía; muchos de estos grupos pretenden ofrecer un ceremonial y método particular en base a un supuesto conocimiento ancestral tradicionalmente heredado, tratando de desmarcarse de la línea de actuación ofrecida por Gerald Gardner en su obra.  Estos argumentos se deberían analizar desde la perspectiva exclusiva del propio grupo, aunque con su adscripción al entorno de la brujería arcana se sobreentiende que en su planteamiento básico parten de las mismas premisas o fundamentos que la Wicca; nos referimos a corrientes como la wicca celtíbera, irlandesa, escocesa, escandinava, chamánica, etc…

En todo caso en nuestro análisis de la Wicca consideraremos como referencia la persona y obra de Gerald B. Gardner, pues indudablemente su trabajo marca un hito en el devenir histórico de la brujería moderna y se puede decir que sin cuya aportación no sería comprensible su expansión y desarrollo actual.

Gerald Brosseau Gardner nació en 1884 en una localidad cercana a Liverpool (Inglaterra) en el seno de una familia acomodada. Esta circunstancia favorecería los viajes del joven Gardner, primero por el sur de Europa y posteriormente hacia el sudeste asiático donde permanecería por largos años. De este modo, a la temprana edad de 14 años partió para Ceilán, pasando más tarde a Borneo y Malasia y ejerciendo trabajos en plantaciones locales de té y caucho; terminaría trabajando de funcionario para la administración británica colonial establecida en esas latitudes. En los más de treinta y cinco años que Gardner vivió en Asia se interesó especialmente por la antropología, la arqueología y el misticismo y cultura nativos, llegando a escribir y publicar un tratado describiendo diversas armas blancas propias de aquellos parajes, como la daga kris malaya. También publicó en revistas especializadas europeas una serie de artículos elaborados en base a sus estancias en excavaciones y yacimientos arqueológicos en diversos lugares de Oriente, desde Indonesia a Palestina o incluso China.

De vez en cuando retornaba fugazmente a su Inglaterra natal, y en uno de estos viajes en 1927 contrajo matrimonio con Donna Rosedale, a la que conoció en Londres. Curiosamente, ella nunca pareció demostrar interés alguno por la magia, ocultismo o brujería, al menos que se sepa públicamente, aunque no se opuso a que su marido cultivara profusamente esos temas. En todo caso ella fue la que convenció, parece ser, a Gardner para regresar y establecerse definitivamente en Inglaterra, lo que sucedió en 1936.

Vivieron algún tiempo en Londres, aunque hacia 1938 los rumores de una inminente guerra en Europa los llevaron a mudarse a New Forest, en el condado de Hampshire, una zona de bosques al sur de Inglaterra donde tendría lugar la iniciación propiamente dicha de Gardner en la brujería.

Sucedió que Gardner contactó, parece que de forma fortuita, con un variopinto grupo de personas denominado Comunidad Rosacruz Crotona que se reunían en torno a un pequeño teatro también denominado Teatro Rosacruz. Esta comunidad, de origen y pretensiones algo difusos aunque muy imbuida de masonería y rosacrucianismo, estaba regida por un extravagante personaje llamado Alexander Sullivan (fundador del Teatro en 1938) junto con nada menos que Mabel Besant-Scott, hija de Annie  Besant (la que había sido sucesora de H. P. Blavatsky en la dirección de la Sociedad Teosófica) la cual contaba con gran experiencia en la francmasonería (había dirigido la francmasonería inglesa durante un tiempo) y se había unido a la comunidad de Crotona hacia 1933.

Poco a poco Gardner se introdujo en la Comunidad, percibiendo que dentro de esta había un pequeño círculo de miembros que desarrollaban actividades más reservadas y concretas; sobre todo tenían un interés más serio en lo oculto y la magia ceremonial. De hecho, Gardner descubrió que estas personas eran brujas locales de New Forest que utilizaban el Teatro como lugar de reclutamiento de neófitos. En sus propias palabras:

«Me percaté de que había dado con algo interesante; pero sólo estaba a mitad de la iniciación cuando la palabra que usaron, “Wica”, me alcanzó como un rayo, y supe dónde estaba, y que la Antigua Religión aún existía. Y así me encontré a mí mismo en el Círculo, y allí tome el juramente de secreto habitual, que me obligaba a no revelar ciertas cosas.» (Gerald Gardner, El Significado de la Brujería, 1959)

Gardner fue persuadido de que se uniera al círculo selecto a lo que accedió; por este medio fue presuntamente iniciado en las actividades brujeriles del grupo hacia finales de 1939, en una casa del vecindario, por la suma sacerdotisa de la congregación a la que se identifica como “Old Dorothy”.

Decimos presuntamente porque respecto a esta historia hay diferentes opiniones: hay quien sitúa los hechos en otras fechas y hay quien niega directamente la autenticidad de los mismos o cuestiona la identidad de la iniciadora. No obstante existen testimonios fiables de personas allegadas o veraces que dan por cierta la historia y reconocen la existencia de “Old Dorothy” y su implicación directa, como es el caso de Doreen Valiente de la cual hablaremos después.

No tenemos motivo para negar esta versión oficial y parece coherente, así que continuamos a partir de 1939 con un Gardner introducido en el mundo de la brujería por la puerta grande. Los siguientes años estuvieron marcados por el trasfondo de la guerra con Alemania, con un Gardner voluntariamente involucrado en tareas paramilitares, ya que tenía cierta experiencia con las armas gracias a su patente interés por ellas desde años atrás. Pero no cabe duda de que además de colaborar en la defensa de Inglaterra, continuó con su desarrollo y actividades como brujo ya declarado.

Parece ser que antes de la década de los cincuenta Gardner había creado su propio coven, separándose de la Comunidad de New Forest y ubicándose en un lugar un poco al norte de Londres. En 1949 publicó “High magic´s aid”, una novela de ficción ambientada en la época medieval, entretenida obra de aventuras donde la magia y hechicería tienen un papel principal. Ya en 1939 había visto la luz su primera obra seria, “A goddess arrives”, también de ficción y similar contenido, aunque ésta ambientada en una época varios siglos antes de Cristo. Hay que tener en cuenta que cuando aparecieron estos textos la brujería estaba prohibida por ley en Gran Bretaña, con lo cual estos temas sólo podían ser abordados en modo ficción. Pero la última de estas leyes contra la brujería en Gran Bretaña fue abolida en 1951, lo que dio pie a que empezaran a hacerse públicos nombres y textos relacionados con la “witchcraft”. También permitió a Gardner la publicación de su primera obra “seria” sobre brujería, “Witchcraft today” (La brujería hoy en día, aparecida en 1954, a la que seguiría cinco años después “The meaning of witchcraft” (El significado de la brujería).

En “Witchcraft today”, Gardner expresa creencias y reflexiones propias acerca del mundo de la brujería, enlazando con la religión pagana de los tiempos antiguos, además de interpretaciones acerca del culto y menciones al desarrollo histórico de la propia brujería particularmente en Inglaterra.

“The meaning of witchcraft”, complemento del anterior libro, ofrece aspectos más íntimos de la brujería y su práctica en el marco de la religión arcana; en esta obra Gardner parece querer dar a conocer al gran público el significado preciso del culto y sus orígenes, siempre según sus particulares principios. Ambos escritos se convirtieron rápidamente en obras imprescindibles en el resurgimiento de la brujería y por ende del “revival” de la religión antigua. El término “wicca” aparece mencionado por primera vez por Gardner en este segundo volumen, en la cita que hemos incluído arriba, aunque lo escribe literalmente con una sola “c”. Pero parece ser que a raíz de esta mención se popularizó el término wicca con el tiempo.

Algunas de las críticas vertidas sobre Gardner provenientes del propio mundo wiccano se basan en el hecho de que desvelara y popularizara los entresijos de la brujería, aparentemente guardados durante siglos con extremo celo. Lo cierto es que cuando publicó estos libros en la década de los cincuenta Gardner ya contaba con una edad respetable, más de 65 años, circunstancia que pudo impulsarle a hacer todo lo posible por contribuir a la expansión de la wicca. Doreen Valiente, una admiradora de Gardner que recibió la iniciación wiccana de su mano y llegó a convertirse durante un tiempo en su asistente de confianza, cortó su relación con el por divergencia de opiniones en ese sentido. D. Valiente consideraba que el afán de notoriedad y publicidad de Gardner era desmesurado e incluso perjudicial para la wicca, cosa que expresó sin reparos; la ruptura se produjo en 1957, formando la señora Valiente su propio coven.  

Ciertamente habría mucho que decir en torno a la divulgación de ciertos secretos arcanos, empezando por discernir si esos supuestos secretos son realmente veraces y arcanos, pero esta fue la labor que asumió en cierto modo Gardner quizá pensando en establecer un sistema que le sobreviviera y llevara por siempre su sello particular. Pasando por alto sus motivaciones personales y analizando objetivamente el impacto y consecuencias de su tarea no se puede negar a fecha de hoy que la wicca moderna le debe muchísimo.

A raíz de la apertura y exteriorización del culto wiccano a partir de los años cincuenta algunos brujos y brujas se manifestaron públicamente sobre todo en Gran Bretaña, unos supuestamente iniciados o seguidores de la tradición arcana “por su cuenta” y otros tras la estela del “abuelo de la wicca” Gardner. Entre estos últimos se encuentra la citada Doreen Valiente, que contribuyó a la redacción de rituales preparados por el propio Gardner y como ya hemos dicho terminó fundando su propio coven como suma sacerdotisa. Posteriormente escribiría varios libros y ha sido un miembro muy respetado de la comunidad wicca. Robert Cochrane, sin embargo, fue un personaje controvertido relacionado con Valiente por haber coincidido en un coven. Cochrane era bastante crìtico con el sistema gardneriano, aunque no hizo nada remarcable por su cuenta.

Charles Cardell fue otro conocido wiccano que propagó su propia visión de la brujería. No hizo buenas migas con Gardner y tuvo una vida algo tumultuosa sin aportaciones muy definidas, aunque se dice que fue el primero que acuñó realmente el  término “wicca” para referirse al arte brujeril y “wiccans” a los practicantes. Raymond Howard fue otro wiccano  que trabajó con Cardell, aunque terminarían discutiendo agriamente y tomando cada uno su camino. Howard se dio a conocer por desarrollar el culto wicca de Atho, culto cuya teoría y práctica impartía por correspondencia.

Eleanor Bone fue una figura muy respetada en la wicca; trabajó con Gardner como Suma Sacerdotisa y posteriormente fundaría diversos covens por su cuenta dejando una línea hereditaria a fecha de hoy muy definida. Otra gran dama de la wicca sería Sybil Leek, bastante popular en Inglaterra en su faceta como bruja que nunca disimuló, siendo una de las primeras en declararse como tal al comienzo de la década de los 50. Esta mujer nació en el seno de una familia de franca inclinación hacia el ocultismo en general, por lo que tuvo una importante formación en prácticamente todas las disciplinas esotéricas. Escribió numerosas obras y terminó emigrando a Estados Unidos donde recibió un gran acogimiento.

Hubo otros nombres que proliferaron, en Inglaterra sobre todo, al amparo de la derogación de las leyes antibrujería o incitados por Gardner; muchos de ellos alardeaban de poseer su propio linaje hereditario, es decir que afirmaban haber sido iniciados en una línea tradicional de brujería directamente conectada con la antigua religión, lo cual otorga una especie de pedigree brujeril muy particular que lógicamente habilita para continuar dicha línea de tradición a su vez como iniciadores. Este es uno de los motivos de la diversificación existente hoy en día en la wicca.

Pasamos ahora a tratar los aspectos más conocidos del dogma y ritual de la wicca.

Ya hemos indicado que Gardner ofreció en sus libros por vez primera al gran público ceremonias y rituales específicos practicados en los covens de la wicca. Este ceremonial, aunque sigue una pauta general común relacionada con los aspectos básicos de la Religión Antigua, es enriquecido con particularidades específicas de cada línea tradicional y por tanto es privativo de cada coven.

Existe una gran controversia en el sentido de que la información aportada por Gardner  en cuanto a las prácticas en los covens wicca  tal vez no es original sino una mezcla ecléctica proveniente de diferentes fuentes ocultistas, lo cual podría desvirtuar en cierto modo el alma misma de la wicca. Principalmente se dice que Gardner pudo manipular información de la archiconocida por entonces (en el mundillo ocultista británico)  orden de la Golden Dawn, grupo ocultista que como es sabido explotó al límite el aspecto ritual ocultista en sus templos y reuniones. Gardner conocía bien este aspecto, así como los grupos masones y rosacruces ingleses los cuales también pudo tomar como referencia. El propio Gardner apunta en “ The meaning of witchcraft” ciertas influencias en su trabajo, aparte de una extensa bibliografía, pero lo más significativo es cuando dice textualmente que “…el único hombre que puedo contemplar que pudo inventar los ritos es el fallecido Aleister Crowley.”

Es seguro que Gardner conoció al omnipresente Aleister Crowley en persona; aunque no se sabe a ciencia cierta en qué fecha se conocieron (pudo ser en cualquier momento entre 1936 y 1947) los dos personajes tuvieron bastante trato en el terreno de lo oculto sin duda. En este sentido se especula que Gardner pudo encargar a Crowley la redacción de textos destinados a la práctica de los rituales wicca; la propia Doreen Valiente admitiría posteriormente que eliminó ciertos textos de los rituales de Gardner cuando trabajó para el por considerarlos muy crowleianos, y que observó que otros pasajes procedían directamente del “Libro de la ley” y otras obras de Crowley. Habiéndole preguntado por estas manifiestas influencias a Gardner, este simplemente se encogía de hombros. En todo caso y aunque dichas influencias hubieran sido reales y profusas, ello no implica necesariamente que fueran en contra del espíritu de la wicca aunque puedan sugerir un aporte de teatralidad y artificiosidad al ceremonial propiamente dicho.

Como ya se ha indicado el núcleo o grupo básico en la wicca se denomina “coven”. El coven es una reunión de brujas y brujos pertenecientes a una misma congregación. Este término proviene del idioma inglés, aunque su origen parece ser la palabra latina “convenire” (acudir, reunirse); en todo caso apunta al sentido fundamental de “reunión” y suena bastante más amable  que la palabra “aquelarre”, que aunque en principio debiera tener el mismo sentido de reunión brujeril, con el paso del tiempo ha adquirido una connotación perniciosa o maligna imbuída ex profeso por la iglesia católica y además sustentada por la propia significación o etimología original euskera (aker-larre = prado del macho cabrío).

El coven reúne a miembros de tres clases según el grado de iniciación de la persona: el neófito o aprendiz de brujo, el iniciado al sacerdocio y el brujo o bruja de primer nivel, capacitado para formar su propio coven. Tradicionalmente se han respetado estos niveles de iniciación, lo cual lógicamente implicaba que si alguien sentía interés por la wicca debía contactar con un grupo ya establecido si quería adquirir conocimiento y progresar en el arte wiccano. Sin embargo, en los últimos tiempos y propiciado por la popularización de la wicca se está facilitando la práctica de la wicca a nivel individual sin necesidad de una iniciación previa. En realidad la propia esencia de la wicca como vehículo de reverencia, unión y celebración con la Naturaleza no se opone a la práctica y desarrollo individual del wiccano dejando mucha libertad a esta individualidad.

La wicca establece un principio que subyace a cualquier otra norma: “sigue tu propio deseo pero sin causar daño a nadie”. Este sería el primer mandamiento, emanado de sus fundamentos naturalista. A partir de aquí el dogma se vuelve bastante maleable, no hay una unidad indiscutible e inamovible de credo y el aspecto teosófico no sigue una línea estricta como pueda suceder en las religiones ortodoxas.

Fundamentalmente se venera a una fuerza divina omnipresente en el universo, y el fin de la wicca consiste en “fluir” con esta fuerza.  La divinidad asume dos facetas o roles en nuestro mundo: el dios masculino o principio activo simbolizado por el sol, también llamado el “dios cornudo”, y la diosa femenina, la naturaleza como principio pasivo, simbolizada por la luna. De la unión de estos principios parten todas las energías ulteriores. Se considera primordial además la observación de los ciclos de la madre naturaleza en el trasfondo de los ciclos astronómicos, fundamentales en la celebración de reuniones y rituales.

El dios masculino es representado generalmente con cuernos, en paralelismo con el principio de potencia fértil  de los animales con dicho atributo; rige la caza, el vino, el grano y el fruto  pues está vinculado a los ciclos anuales de brote, maduración y cosecha vinculados al sol. En los rituales del coven está representado por los sacerdotes masculinos de la congregación y tiene como objetos simbólicos la espada, la lanza y los cuchillos, el oro, la flecha, el tridente y la vara mágica, entre otros. Se le asocian animales como el toro, el perro, el pez, el dragón, el ciervo, el lobo, el jabalí o el águila, y se le asigna el poder celestial de la lluvia y el relámpago como principios activos y fertilizantes. También representa el deseo y la potencia sexual activa, pues el sexo natural representa un aspecto importante en la wicca.

La diosa es igualmente importante y ejerce el rol de Madre universal. Aporta la sabiduría y la fertilidad pasiva, y se presenta bajo tres aspectos: doncella, madre y anciana, relacionados con las lunas creciente, llena y menguante. Es la que provee de fertilidad, amor y abundancia y a la vez que provee del regalo de la vida también deja entrever la muerte como lado oculto, pero la muerte en su acepción de descanso o reposo entre encarnaciones. En el coven la representan las sacerdotisas y tiene como objetos simbólicos el caldero, el hacha, las conchas marinas, la plata, la copa, el espejo, los collares, las flores, entre otros. Se le asignan criaturas como la lechuza, el conejo, el gato, la vaca, el caballo, la abeja y la araña, entre otros.

Se consideran perfectamente válidas las creaciones de la mitología antigua para reforzar las imágenes mentales y la comprensión de estas dos potencias o dioses fundamentales en sus muy diversas acepciones, como por ejemplo la asociación de la diosa madre wiccana con Diana cazadora o Palas Atenea, o con la misma Afrodita. De este modo podemos ver cómo la wicca entronca con los fundamentos paganos de las religiones y creencias precristianas.

A partir de estos principios el ceremonial de la wicca se desarrolla como una invocación solemne a las fuerzas de la naturaleza, en la que se conjugan elementos físicos de refuerzo como los objetos mencionados además de una particular parafernalia y las pertinentes alocuciones orales, ya sean himnos, oraciones o textos aportados para tal efecto que junto a la voluntad de los participantes tiene como principal objeto lograr la comunión con las fuerzas primordiales para obtener sus beneficios en la forma deseada. Por supuesto la música, la danza o el canto son también aderezos efectivos. Lógicamente el uso de elementos de la naturaleza acompaña a todo proceso o ritual wiccano, desde el agua, el fuego o la madera hasta la utilización de todo tipo de plantas para la elaboración de pócimas y ungüentos. Un ritual típico wiccano incorporaría un altar (una piedra o simpe mesa) con dos velas, un incensario y un plato o fuente donde poner flores u otro tipo de ofrenda.

Aunque en los covens se puede llegar a desarrollar una gran solemnidad y complejidad, en realidad un ritual fundamentalmente intuitivo, sencillo y preciso puede ser igualmente efectivo.

La magia se asocia comúnmente a la wicca (y de hecho es uno de sus elementos fundamentales), presuponiendo a las brujas cierto conocimiento en torno a ese concepto. En la wicca, la “magia” es un vehículo para lograr la realización material de los deseos, y se podría definir como “proyección o manipulación de energías naturales para producir los efectos necesarios”. Los wiccanos consideran que ejercen la magia al conjugar su poder o energía personal junto con la energía de la tierra y la energía o fuerza vital de la divinidad. Cualquier ritual que reúna estos tres elementos puede llegar a ser efectivo, aunque no se pueda explicar científicamente el proceso en sí.

Hay ciertos artefactos que se utilizan en los rituales para reforzar los efectos de los mismos y que forman parte del instrumental del wiccano comprometido; se cree que estos artefactos ayudan en las invocaciones, alejan la negatividad y sirven eficazmente como canales de energía. Artefactos como la escoba, el caldero, la vara o bastón, el cáliz, la esfera de cristal, el pentáculo (un pentagrama que puede ir acompañado de símbolos) o la campana son de esa clase. También es importante lo que se llama el Libro de las Sombras, una especie de diario propio de cada wiccano donde se anotan invocaciones, recetas, hechizos, reglas y todo tipo de conocimientos que se quieren preservar y conforman el conocimiento experimental adquirido.

Los wiccanos observan los sucesos astronómicos y actúan en consecuencia. Es por ello que son importantes las celebraciones de luna llena (llamadas Esbats), las de los equinoccios y solsticios (celebraciones en torno a puntos clave del ciclo solar anual, llamadas Sabbats) y aquellas puntuales que pueden representar vestigios de celebraciones paganas antiguas reconvertidas, como el día de Halloween, Acción de Gracias o similares.

Por último, debemos remarcar la importancia de la reencarnación dentro de las creencias wiccanas. La wicca acepta sin dudas la reencarnación como instrumento por el que nuestras almas son perfeccionadas. Particularidades del alma terrenal como el sexo, raza, lugar de nacimiento, etc… son determinadas por comportamientos y acciones en vidas pasadas y por las lecciones necesarias de la vida presente. Nosotros decidimos el desarrollo de nuestras vidas, se espera que durante cada encarnación trabajemos para nuestra evolución, no hay un culpable de la negatividad en nuestras vidas excepto nosotros mismos; esto es lo que nos dice la wicca.

 

 

 

 

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