Estamos ante la obra más importante del ocultista inglés Aleister Crowley. En este libro, cuyo título completo original es “Liber AL vel Legis sub figura CCXX, recibido por XCIII=418 a DCLXVI”, el autor expresa los fundamentos de su doctrina, la filosofía sagrada de Thelema que Crowley desarrolló y a la que se consagró febrilmente.
El manuscrito original data de 1904; en años posteriores circularía entre los seguidores de Crowley como documento de carácter secreto e iniciático, sufriendo algunos cambios menores de manos del propio autor. La primera mención oficial que hace Crowley del Libro de la Ley se sitúa ya hacia 1927, en una de las revisiones que hizo de su “Liber 777”. Sin embargo no sería hasta el año 1938 en que se publicaría la obra completa (por parte de la O.T.O.), aunque se tienen noticias de una edición reducida (11 ejemplares) aparecida hacia 1925.
Esta divergencia de fechas, aparte de la propia historia del manuscrito, hizo que los detractores de Crowley cuestionaran la autenticidad del mismo, acusándole incluso de plagiar documentos y textos ya existentes y, más concretamente, de elaborar su obra en base a material extraído del célebre Libro de los Muertos tradicional egipcio. Pero, dejando a un lado la polémica que desde luego siempre acompañó a Aleister Crowley y que este no se preocupaba de eludir, veamos el curioso origen del manuscrito del Libro de la Ley, según fue profusamente detallado y defendido por su autor sin ningún reparo.
En marzo de 1904 Crowley se encontraba en El Cairo temporalmente junto a su flamante primera esposa Rose Kelly, disfrutando de su luna de miel. El ocultista había improvisado un templo en una de las estancias del apartamento que ocupaban en la ciudad, y, aparte de una pomposa y activa vida social, ocasionalmente comenzó a realizar ceremonias mágicas de invocación. Su esposa, aunque ignorante y nada interesada en estos temas, durante esas fechas se encontraba (según el propio Crowley) en un extraño estado mental, probablemente también debido a su incipiente embarazo. Rose, según parece imbuída por algún poder oculto, tenía momentos de aturdimiento en los que repetía alusiones al dios egipcio Horus, cosa que llamó poderosamente la atención de Crowley quien decidió orientar sus invocaciones a dicho dios.
Estas invocaciones tendrían un éxito evidente, pues Frater Perdurabo (personalidad mágica de Crowley), por mediación de Uarda la Vidente (nombre místico que Crowley asignó a su esposa) recibió el mensaje de que había comenzado una nueva Era para la humanidad y él había sido elegido para ponerla en marcha. La entidad encargada de transmitirle el mensaje se llamaba Aiwass y era un supuesto Jefe Supremo (con el grado místico de Ipsissimus, el más alto concebible y plasmado luego por Crowley en la orden Astrum Argentum); Crowley lo identificó como su propio Angel de la Guarda, su guía mágico.
Es cierto que Crowley venía acariciando la idea desde tiempo atrás y después de su paso por la Golden Dawn de obtener algún tipo de comunicación con los “Jefes Supremos” (entidades suprahumanas) por sus propios medios, que le capacitara para establecer su propia Orden secreta y su doctrina particular, lo contrario significaría un permanente estancamiento de su desarrollo mágico. Esto lo consiguió con sus comunicaciones con Aiwass.
Uarda, la Vidente, acabó dándole certeras instrucciones que Crowley siguió al pie de la letra: los días 8, 9 y 10 de Abril debía acudir al templo a mediodía para transcribir el dictado de Aiwass. De estos encuentros inspirados (de una hora de duración cada uno) salieron los tres capítulos que conformaron originalmente el Libro de la Ley. El mismo Crowley declararía que escribió al dictado de una voz clara que escuchaba perfectamente, la de Aiwass, y que este había evidenciado su autenticidad dando muestras de conocimiento y poder como ningún humano podría haber hecho. Aiwass se identificaba como ministro de Hoor-Paar-Kraat o Harpócrates (en griego, nombre dado a una forma del dios egipcio Horus) y como mensajero de las fuerzas que rigen la tierra.
El resultado de estas “revelaciones de El Cairo” satisfizo enormemente a Crowley, el cual ya contaba a partir de aquí con una base doctrinal (la cual llamó Thelema) obtenida directamente de los Seres Superiores; inmediatamente escribió una carta oficial a S. L. MacGregor Mathers, a la sazón máxima autoridad de la Golden Dawn, para informarle de que los Jefes Secretos le habían nombrado a él Jefe Visible de la Orden y le habían implantado una nueva fórmula mágica, Thelema. Esto representaba un enfrentamiento entre ambos, como así sucedió y del cual saldría victorioso Crowley.
“En este libro se dicta un sencillo código de conducta:
La Ley está hecha de tu voluntad. La Ley es Amor, el Amor bajo la voluntad. No hay más Ley: Haz tu voluntad.
Esto significa que cada estrella, cada ser humano, debe desplazarse en el sentido de su órbita verdadera, como lo señalan las leyes de la naturaleza, la ley del crecimiento dada por el impulso de nuestras pasadas experiencias.” (La Ley de Thelema)
El Libro de la Ley es un conjunto estructurado en verso, a veces con marcado carácter profético, otras con arrebatos de rebeldía, en ocasiones en tono admonitorio, pero siempre en la línea de la inspiración y gusto crowlyano. Toda la obra es una perfecta declaración de intenciones de Crowley, que a la vez se erige como sumo sacerdote y artífice mortal de esta nueva corriente religioso-filosófica resumida en la frase “Haz lo que quieras será toda la ley”. Lógicamente el entendimiento y aplicación de este ideario no es tan sencillo y eso es en esencia lo que trata de explicar el libro. Es muy interesante la visión cosmogónica que nos ofrece en torno a las deidades egipcias Nuit y Hadit como origen de todo el proceso, y también la división de la historia conocida de la humanidad en tres etapas, regidas por otras tres divinidades del panteón egipcio.
Pese a todo, en este libro no cabe apreciar la autoridad que se supone a un texto profético o emanado de la divinidad. Es una contínua exhortación con ciertas implicaciones y alusiones más o menos entendibles. Hay un comentario final inquietante:
“El estudio de este libro está prohibido. Lo más sabio es destruir esta copia después de su primera lectura. Quien no obedezca lo anterior lo hará a su propia cuenta y riesgo. Los peligros y riesgos son muy desagradables. Aquellos que discutan el contenido de este libro, serán repudiados por todos como centro de pestilencias.” (Libro de la Ley)
Cuando se publicó por primera vez, aparte del consabido revuelo en círculos ocultistas y críticos, el libro no obtuvo demasiada repercusión, la cual ha ido creciendo posteriormente llegando a acreditarlo como uno de los libros más famosos del ocultismo. Aunque obviamente es de difícil entendimiento para un aficionado, es un libro recomendable, y desde luego de obligada lectura para quien desee conocer mejor al mago Aleister Crowley y el ocultismo moderno en general.
En la edición del Libro de la Ley que aquí presento se incluye el facsímil del manuscrito original junto a la traducción (literal) correspondiente, página por página.