LOS CHAKRAS

los chakrasChakra es una palabra que proviene del sánscrito, y se traduce generalmente como “rueda”.

 

 

 

 

Este término es tradicionalmente utilizado en la filosofía yóguica para referirse a determinados centros o puntos localizados en el cuerpo humano, no mensurables ni pertenecientes estrictamente al plano físico pero  que tienen una especial relevancia en el equilibrio físico, mental y emocional del ser humano, ya que de su funcionamiento depende el correcto aprovechamiento de la energía vital que absorbemos y emanamos continuamente. Se entiende que los chakras son una especie de vórtices o ruedas de energía, susceptibles de ser activados y potenciados o bloqueados en función a determinadas circunstancias (comportamientos o actitudes tanto físicas como psicológicas) y que pertenecen propiamente al cuerpo etérico, que es una especie de envoltura de energía sutil que se corresponde e interactúa con nuestro cuerpo físico y que sólo es apreciable desde un nivel de percepción superior al de  la conciencia normal.

 

Los chakras son una referencia fundamental en el esoterismo oriental, pero no fue hasta el siglo XIX que, por mediación de la teosofía, se incorporaron activamente al ocultismo occidental. La  teosofía, con su estudio de la filosofía oculta oriental, importó este concepto y estableció la existencia de estos puntos de cnalización de energía y su implicación esotérica para el desarrollo integral de la persona. Paralelamente se comenzaron a publicar algunos libros relacionados con el tema por parte de ocultistas de renombre, como “Los chakras” de C. W. Leadbeater, o “El poder de la serpiente” de J. G. Woodroffe, escritos a principios del siglo XX y que ya contenían amplia información acerca de los chakras y la estructura bioenergética según la filosofía oriental. El mismo Aleister Crowley menciona los chakras en su “Libro 4”, aunque los nombra como “flores de loto”. Todo esto contribuyó decisivamente al entendimiento y expansión de estas ideas en el ámbito ocultista de occidente, que hoy en día ya son  bastante conocidas  y ampliamente divulgadas entre el público en general, sobre todo gracias a su asimilación por parte del movimiento “new age”.

 

El  estudio de los chakras va asociado a conceptos como:
Yoga: en sánscrito, ioga, traducible como yugo; doctrina filosófica  ancestral (existen pruebas que le otorgan una antigüedad mayor de 35 siglos) originaria de la India prehistórica que comprende una compleja disciplina física y mental basada en la meditación y sistemas doctrinales como el hinduismo o el budismo. Tiene un importante aspecto esotérico y místico perfectamente asumido y basado en un profundo conocimiento cosmogónico.
Praná: palabra sánscrita que significa “aire inspirado”. Aparece ya en la obra Rig-veda (texto hindú de mediados del segundo milenio a.C.) en el sentido de “respiración, vida”. Es equiparable al chi (qi) de la medicina tradicional china, entendido como aliento, flujo vital de energía, principio activo de todo ser vivo. En ocultismo se identifica más bien con la energía vital universal o akasha (éter sutil). De esta palabra se derivan términos como pranayama, que en yoga significaría control de la respiración y designa una serie de ejercicios respiratorios destinados a concentrar el praná.
Nadis: En sánscrito, tubos. Según el yoga son una red de canales de energía a través de los cuales fluye el praná en el cuerpo. Mencionados ya en algunos Upanishads (libros sagrados hinduístas) varios siglos antes de Cristo y diferenciados como susumná, o tubo central; ida, o tubos del lado izquierdo del cuerpo; pingalá, o tubos del lado derecho. Estos canales estarían distribuidos por todo el cuerpo y según indican algunos ocultistas como H. Blavatsky, su estructura básica estaría simbolizada por el caduceo de Mercurio.
Kundalini: término que alude a una corriente de energía invisible supuestamente concentrada en el chakra mayor situado en la base de la columna vertebral y representada tradicionalmente por una serpiente enroscada; esta energía permanece en letargo, pero es susceptible de ser estimulada mediante diferentes disciplinas. Esta estimulación provocaría la ascensión de la corriente energética a través del resto de los chakras mayores hasta el último y más superior, influyendo sobre el estado de conciencia del individuo y, básicamente, integrando y equilibrando los principios material y espiritual de la persona. El máximo desarrollo y activación del kundalini, conduciría en teoría a la iluminación del ser, un estado evolutivo que trascendería el ego despertando una conciencia superior.

 

No hay un número exacto de chakras en el cuerpo humano (etérico). Los nadis anteriormente descritos constituyen una extensa e intangible red; incluso algunos autores cercanos a la teosofía apuntan a que el sistema nervioso físico podría ser una expresión de esta red. Cuando las líneas de fuerza de los nadis se entrecruzan, se forma un chakra. Si son pocas líneas, se formará un chakra “menor”, de reducida repercusión, pero si se entrecruzan gran número de líneas, como ocurre en la cabeza y a lo largo de la columna vertebral, entonces se forma un chakra “mayor”, de gran entidad y por lo tanto influencia. En base a esto y prescindiendo de los chakras menores, se consideran habitualmente siete los chakras “mayores” o principales. Estos se encuentran a lo largo de la columna vertebral y, aunque no hay un acuerdo unánime en cuanto a su  ubicación exacta, las diferencias no son excesivas ni excluyentes. También se acepta generalmente su influencia directa sobre los órganos del cuerpo físico adyacentes a su posición y su correspondencia con glándulas endocrinas físicas (de hecho, algunos autores consideran que las glándulas endocrinas son un duplicado físico denso de los chakras).
LOS SIETE CHAKRAS MAYORES:
Primer chakra, o muladhara: ubicado en la base de la columna vertebral. Asociado al color rojo, los riñones y las glándulas suprarrenales. Simbolizado por una flor de loto de cuatro pétalos.
Segundo chakra, o  svadhisthana: ubicado en la parte inferior de la zona lumbar o hueso sacro. Asociado al color naranja, los órganos sexuales y las gónadas. Simbolizado por un loto de seis pétalos.
Tercer chakra, o manipura: ubicado en el plexo solar, por debajo de las paletillas. Asociado al color amarillo, el estómago, hígado y vesícula y el bazo. Simbolizado por un loto de diez pétalos.
Cuarto chakra, del corazón o anahata:  ubicado entre las paletillas, se asocia al color verde, el corazón y sistema sanguíneo y la glándula timo. Simbolizado por el loto de doce pétalos.
Quinto chakra, o vishudha: ubicado en la parte posterior del cuello, se asocia al color azul, el aparato respiratorio y la tiroides. Simbolizado por el loto de dieciséis pétalos.
Sexto chakra, o ajna: ubicado en el entrecejo, asociado al color índigo, el cerebro inferior, ojo izquierdo, sistema nervioso y la pituitaria. Simbolizado por el loto de dos pétalos.
Séptimo chakra, o sahasrara: ubicado en la coronilla, asociado al blanco o violeta, el cerebro superior, ojo derecho y la glándula pineal. Simbolizado por el loto de mil pétalos.

 

El funcionamiento de los chakras mayores está íntimamente relacionado con el proceso evolutivo del individuo. Cada chakra posee una vibración particular en sintonía con un estado o nivel de conciencia y, por extensión, con todas sus asociaciones físicas o psíquicas, que son múltiples (colores, notas musicales…). Se considera que los primeros  tres chakras  o inferiores rigen los aspectos (experiencia y conocimiento) propios del mundo físico, y los tres superiores rigen los aspectos mental y espiritual. El chakra intermedio, del corazón, recibe y metaboliza la energía procedente del resto de los centros; es un nexo de unión, un punto de equilibrio que ayuda a integrar el ser material con el espiritual.

 

La actividad natural de un chakra implica dos procesos: su desarrollo y su apertura. El proceso de desarrollo comprende un aumento de calidad de conciencia en el individuo, como por ejemplo la solidaridad, la creatividad o la intuición. Se trata del desarrollo espiritual en sí del individuo, y para que este sea naturalmente correcto, es necesario que la energía fluya sin trabas por el cuerpo etérico. Cada uno de los chakras mayores está separado del que le precede y del que le sigue por un velo protector compuesto por sustancia etérica.  Cuando estos velos están intactos impiden que las energías se muevan libremente en el cuerpo etérico. Esencialmente, estos velos impiden el ascenso de la energía kundalini antes mencionada a través de la columna, que es el proceso inherente al desarrollo espiritual.
Normalmente, estos velos etéricos desaparecen cuando la pureza de vida, la disciplina de las emociones y el desarrollo de la voluntad espiritual se producen (el proceso lo detallo más abajo). Esto facilita que la energía kundalini (o cualquier energía positiva del plano físico)  acceda a los chakras mayores, y, por lo tanto, mejore su captación de la energía del plano superior. El chakra convierte la energía captada en una onda vibratoria adecuada para el sistema etérico y por tanto perfectamente aprovechable y válida. Respecto a todo lo anterior hay que explicar que cada estado de conciencia está caracterizado por la constante captación etérica de una energía en particular procedente de un plano superior al físico. Esta captación es realizada por un chakra mayor, y aporta una condición de calidad adicional a la experiencia vital de una persona.

 

La desaparición de los velos tiene lugar de la siguiente forma: cada estado humano de conciencia tiene un sentido de limitación que produce algún tipo de angustia. La persona puede hacer uso de su libre albedrío para entender la causa del sufrimiento, y si consigue tener una intuición adicional respecto a su situación, habrá una nueva actitud hacia la vida que supondrá un pequeño cambio en la energía que fluye en su cuerpo etérico, comenzando así a romper un velo. Cuando se haya alcanzado el crecimiento debido, la energía etérica ejercerá la suficiente presión para romper el velo en su totalidad. Con la ruptura del velo, la persona descubrirá que puede captar continuamente y sin esfuerzo una nueva cualidad que antes le suponía gran esfuerzo captar y mantener. De ese modo, será capaz de experimentar un estado superior de la conciencia que es la expresión externa de ese crecimiento interno alcanzado previamente. Existe otro método para romper los velos etéricos, que sería hacerlo intencionada y deliberadamente; para ello existen ciertas técnicas, pero en definitiva no es una opción recomendable pues implicaría un desarrollo prematuro con un impacto imprevisible en el cuerpo físico.
He hablado del proceso de desarrollo de los chakras; el otro proceso, de apertura, se refiere a un aumento de comunicación con el plano emocional (astral o psíquico). En este caso, existe otro velo de separación que bloquea el flujo de energías entre un chakra etérico y su equivalente emocional.  La ruptura de estos velos se traduciría en la captación de impresiones sensoriales procedentes del plano etérico, lo cual en teoría aumentaría las habilidades psíquicas hasta la videncia. También se habilitaría la captación de emociones como el miedo, el enfado, el deseo, o la solidaridad y la devoción.

 

Obviamente, el funcionamiento de todo esto es mucho más complejo, pero como es lógico sólo puede ser advertido por alguien con poder psíquico suficiente como para captar estas sutilidades, y aún así generalmente se interpretará de un modo subjetivo. La comprensión del funcionamiento de los chakras va ligada a la de toda la estructura de los diferentes planos y cuerpos sutiles de existencia y al entendimiento de su interconexión.

 

 

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