EL PROFETA DURMIENTE
Egdar Cayce fue uno de los psíquicos más célebres de Estados Unidos, ya que se supone que poseía facultades de clarividencia y percepción extrasensorial, que aunque nunca fueron demostradas con rigor científico produjeron la curación de numerosos enfermos a lo largo de su vida (se habla de más de 15.000, debidamente homologados). Entraba en estado de trance hipnótico durante sus llamadas «lecturas» (readings) y hablaba acerca de un individuo, explicando su estado de salud y remedios curativos aplicables al caso con extraordinaria precisión.
Nació el 18 de Marzo de 1877 cerca de Hopkinsville (Virginia) y creció en una familia de granjeros; entre sus pretensiones no estaba la de convertirse en taumaturgo, antes al contrario, ejerció diferentes ocupaciones hasta que se estableció como fotógrafo con un pequeño negocio en Hopkinsville. Su única ambición era formar una familia y vivir de su negocio de fotografía, el cual desarrolló hasta que su fama como vidente fue tan grande que le impulsó a otros cometidos. De hecho, hubiera malogrado su “don” si no fuera porque le instaron (entre otros su mujer) a que lo desarrollara altruistamente dado el beneficio que procuraba a los enfermos.
Todo empezó en 1900; Edgar Cayce, con veintitrés años de edad, era viajante comercial cuando perdió la voz después de haber tomado un sedante. Desconcertados por su caso, los médicos no lograron sanarlo. Incapaz de expresarse más allá de un murmullo, tuvo que cambiar de ocupación. Así estuvo durante varios meses, hasta que ante la insistencia de un amigo suyo se sometió el mismo a su método de lectura; estando en trance se le pidió que indicara la causa de su mal y la forma de curarlo. Edgar dio instrucciones precisas, gracias a las cuales recobró la voz. Parece ser que esta fue su primera «lectura» psíquica, realizada el 31 de marzo de 1901.
Se descubrió muy pronto que una vez sumido en su sueño autohipnótico, Cayce necesitaba únicamente el nombre de una persona y el lugar en que ésta se hallaba, dondequiera que fuese, para describir sin ningún error su estado de salud, recomendar un tratamiento y contestar las preguntas que la concernían.
En octubre de 1910, el diario ‘The New York Times’ publicó un largo artículo titulado: «Un hombre inculto se convierte en médico bajo hipnosis». Debido a que gente de todo el país recurría a él, Edgar Cayce, entonces fotógrafo profesional, empezó a efectuar cotidianamente lecturas sobre problemas médicos en sus horas libres.
Cuando Cayce constató que su método funcionaba indudablemente, pensó en montar un hospital en el que un personal competente aplicaría las prescripciones mencionadas en las lecturas; siendo cada vez más solicitado, abandonó su estudio fotográfico a fin de dedicarse a las lecturas y de buscar inversores para la construcción del hospital. En 1925, Edgar y su familia se instalaron en Virginia Beach (Virginia) donde un agente de bolsa neoyorquino había aceptado financiar el proyecto. El hospital, inaugurado en noviembre de 1928, funcionó hasta febrero de 1931. Tuvo que cerrar por falta de fondos, a consecuencia de la gran crisis económica de los años 1930.
En junio de 1931, se creó A.R.E. (Association for Research and Enlightenment, o Asociación para la investigación e iluminación espiritual). La Asociación se concentró esencialmente en la medicina holística, la reencarnación, los sueños, los fenómenos psíquicos y el crecimiento espiritual. Esta asociación sigue en funcionamiento y continúa explorando y a la vez expandiendo la obra de Cayce.
Con el paso de los años, Cayce descubrió que podía disertar sobre cualquier tema. A partir de 1923, realizó lecturas no sólo acerca del cuerpo físico, sino también de la mente y del alma. La información transmitida se diversificó mucho. Entre otras cosas, abordó los grandes principios mentales y espirituales, nociones inéditas sobre la psicología y la parapsicología, el concepto de la reencarnación, la vida después de la muerte, la interpretación de los sueños, la percepción extrasensorial, la historia de la Creación, las civilizaciones antiguas, las religiones del mundo, los aspectos desconocidos de la vida de Jesús, las profecías.
Durante la segunda guerra mundial, Edgar Cayce recibía una voluminosa correspondencia. En su intento por satisfacer la demanda creciente, aumentó el número de lecturas diarias a seis. En agosto de 1944, su agotamiento fue total. Falleció el 3 de enero de 1945 en Virginia Beach.
Cayce dejó unas catorce mil lecturas. Éstas representan el más considerable conjunto de documentos psíquicos de la misma procedencia. Responden a casi todas las preguntas imaginables en la primera mitad del siglo veinte. Las lecturas mismas, 14.306 existentes en la actualidad, han sido divididas en tres categorías principales:
•Las «lecturas de salud» o «lecturas físicas» (9.603), referentes a la salud y a la medicina.
•Las «lecturas de vida» (1.920), concernientes a la mente, el alma, la reencarnación y la astrología.
•Las «lecturas especiales» (956), que consisten en series de lecturas efectuadas por Cayce sobre una materia determinada, como Atlántida, Egipto, las cuestiones mundiales, el funcionamiento de la Asociación, los preceptos para el desarrollo espiritual, la curación por medio de la oración.
A ellas se agregan las «lecturas de negocios» (747), que tratan problemas financieros, industriales o comerciales; las «lecturas oníricas» (630), que reúnen todas las efectuadas sobre los sueños; y las «lecturas mentales-espirituales» (450), con consejos específicos de orden mental o espiritual.
El mismo Edgar Cayce no escribió ningún libro. Sin embargo, ya se han publicado unos quinientos sobre su vida y su obra.
Sin tener título oficial que le capacitara como médico, ejerció como tal sin que la medicina ortodoxa pudiera oponerse de ninguna forma, pese a que su proceder fue investigado en diversas ocasiones por médicos profesionales que generalmente quedaban asombrados de la capacidad de Edgar Cayce.
Según Pauwels y Bergier en “El retorno de los brujos”:
“Interrogado durante su sueño sobre su manera de proceder, había declarado (sin acordarse de nada al despertar, como de costumbre) que se hallaba en condiciones de ponerse en contacto con cualquier cerebro humano viviente y de utilizar las informaciones contenidas en aquel o en aquellos cerebros para dar el diagnóstico y el tratamiento de los casos que se le presentaban”