SEGUNDA PARTE
Así pues, Gurdjieff aparece en Moscú a principios de 1912. Los siguientes años los dedicaría a captar alumnos para su aún incipiente escuela de desarrollo interior, alumnos que poco a poco se fueron incorporando bajo su magisterio, atraídos y fascinados por la personalidad de este hombre enigmático de mirada penetrante y aspecto incalificable.
En estos primeros años se forman dos grupos, uno en Moscú y otro en la ciudad de San Petersburgo, que desarrollan una efímera actividad antes del estallido de la primera guerra mundial; lo cual no impide que en los círculos intelectuales de la Rusia pre-revolucionaria el nombre de Gurdjieff ya haya despertado la curiosidad de algunos personajes de clase alta.
De este modo se incorpora a la escuela hacia 1913 Leonid Robertovich Stjernvall, prestigioso doctor en psiquiatría, junto con su esposa; ambos acompañarán al maestro durante el resto de sus vidas abandonando una próspera posición social. Se menciona al dr. Stjernvall como integrante del grupo radicado en San Petersburgo así como su eficaz labor de captación de personas de cierta relevancia social hacia la causa de Gurdjieff. Miembros insignes de este mismo grupo de San Petersburgo fueron también André Zaharoff, hombre muy culto de profesión ingeniero matemático que sería un muy entusiasta seguidor de Gurdjieff; Anthony Charkovsky, un ingeniero versado en temas esotéricos; la pianista y aristócrata Anna Butkovsky; el músico y compositor Thomas de Hartmann junto con su esposa Olga Arkadievna (extraordinaria mujer de la alta aristocracia rusa), los cuales continuarían por muchos años en el entorno de Gurdjieff y que fueron presentados al maestro en 1916 por el mencionado Zaharoff.
También se uniría al discipulado, hacia 1915, el que fuera el más importante alumno-colaborador de Gurdjieff, Piotr D. Ouspensky, del cual hablaremos enseguida con mayor detalle.
Citamos los nombres anteriores por haber tenido un papel más relevante en el desarrollo de la escuela de Gurdjieff, tanto en estos primeros años como en su posterior andadura, aunque los grupos estaban compuestos por varias decenas de personas: el grupo de Moscú se vería en mayor medida afectado y dispersado con la concatenación de acontecimientos tales como la gran guerra y sobre todo la revolución rusa.
Aunque no cabe duda de que algunos de los primeros seguidores de Gurdjieff eran personas de alto nivel socio cultural y seguirían al maestro con incuestionable lealtad casi por el resto de sus vidas -en ocasiones ejerciendo tareas de gran importancia dentro del esquema de la escuela iniciática- hemos mencionado a un personaje cuyo nombre se vería especialmente unido (a decir verdad supeditado) al de Gurdjieff a pesar de que dicho personaje desarrolló una carrera profesional bastante activa y en cierta medida independiente de la tutela del maestro armenio. Se trata de Piotr Demianovich Ouspensky (1878-1947), filósofo y escritor conocido generalmente por ser el principal discípulo de Gurdjieff.
Hasta su encuentro con el maestro, Ouspensky había buscado con ahínco un sistema de pensamiento alternativo al que la ciencia y filosofía de la época proponían; convencido de que debía haber una vía de conocimiento trascendental y con un espíritu abierto y a la vez honestamente crítico, viajó por numerosos países de Europa y Asia ejerciendo como periodista y a la vez tomando contacto con el esoterismo, la religión y el misticismo que iba encontrando en su camino. De este modo hacia 1907 descubría la esencia del pensamiento de la Sociedad Teosófica, la cual le impresionó pero no le satisfizo plenamente.
Paralelamente, empezó su actividad como escritor, rematando su primera obra “Tertium organum” en 1911, libro basado en las experiencias personales del autor acerca del cambio de conciencia y que propone un nuevo nivel de pensamiento sobre las cuestiones fundamentales de la existencia humana y una forma de liberar el pensamiento del hombre de sus patrones habituales; este libro llegaría a ser un best seller mundial. En general toda la bibliografía de Ouspensky , compuesta por algo más de una decena de obras principalmente, fue bien aceptada; después del contacto con Gurdjieff manifestaría la influencia de este, y aunque Ouspensky elaboraba sus libros bajo su particular prisma personal, reconocía dicha influencia cuando procedía. Es por ello que algunos de estos libros se han convertido en excelentes transmisores de las teorías de Gurdjieff, ayudando en gran medida a la difusión de su pensamiento.
Ouspensky relata en su libro “Fragmentos de una Enseñanza desconocida” el impacto que produjo su encuentro con la persona que marcaría su vida y con la que permanecería en contacto directo aunque intermitente hasta el año 1924. Cuenta Ouspensky que trabajando en la redacción de un periódico moscovita leyó una noticia sobre un ballet cuyo argumento discurría en la India. En la escenificación habrían de aparecer todos los componentes orientales –faquires, danzas, ejercicios de control sobre el cuerpo –típicos de la ancestral cultura del Indo. Poco después Ouspensky conocerá personalmente al director del ballet por mediación de dos personas, un músico –Vladimir Pohl- y un escultor –Dmitri Mercourov- miembros a la sazón del grupo moscovita de Gurdjieff. Merece atención el relato pormenorizado que Ouspensky hace del encuentro:
“… Llegamos a un pequeño café… Vi a un hombre de rasgos orientales, de edad madura, con bigote negro y ojos penetrantes, quien me sorprendió al principio pues parecía estar disfrazado y desentonaba completamente con el lugar y su ambiente… Y este hombre, con el rostro de un rajá hindú o de un jeque árabe, a quien enseguida tuve la sensación de ver vestido con una chilaba blanca o un turbante dorado… vistiendo abrigo negro con cuello de terciopelo y bombín de color negro, producía la extraña, inesperada y casi alarmante impresión de un hombre mal disfrazado, cuya visión te azara porque sabes que no es lo que finge ser y, sin embargo, tienes que hablarle y comportarte como si no te dieras cuenta. Hablaba ruso incorrectamente y con un marcado acento caucásico; y este acento, con el que estamos habituados a asociar cualquier cosa aparte de las ideas filosóficas, reforzaba aún más lo extraño e inesperado de esa impresión. No recuerdo el comienzo de nuestra conversación; creo que hablamos de la India, del esoterismo y de las escuelas de yoga. Me di cuenta de que Gurdjieff había viajado mucho, que había penetrado en ciertos lugares, de los que sólo oí hablar y que había deseado conocer vivamente. No solamente mis preguntas no lo incomodaban, sino que me pareció que entregaba en sus respuestas mucho más de cuanto yo había pedido. Me gustaba su manera de hablar, a la vez prudente y precisa… Me contó lo que hacía en Moscú… De lo que relataba infería que su trabajo era, sobre todo, de carácter psicológico…”.
Una vez atraído a los grupos de estudio, Ouspensky experimentó gran curiosidad por el sistema de pensamiento planteado por Gurdjieff y por el “trabajo sobre uno mismo” que pretendía ser el epicentro de dicho sistema. Decidió seguir al maestro y asumió la doctrina de este de buen grado. Sin embargo, aunque la relación entre ambos siempre fue honorable y respetuosa, Ouspensky no llegaba a aceptar una estricta dependencia al sistema de Gurdjieff y siguió su propio camino alternando labores de escritor y orador. Tal vez cuando Ouspensky comprobó que el seguimiento incondicional de la doctrina de Gurdjieff imponía un gran sacrificio en forma de trabajo físico y entrega total decidió escoger el camino intelectual de la exposición y difusión de las ideas y teorías asimiladas, por lo que pronto siguió por su cuenta aunque sin perder totalmente el contacto y, en ocasiones claves, aportando una inestimable ayuda a los designios de la Escuela de Gurdjieff (como sucedería posteriormente durante el establecimiento del grupo en Europa).
Sería en el año 1918 cuando Ouspensky tomaría la decisión de continuar su camino independientemente del maestro. A este respecto, diría:
«No sin una gran lucha interior tomé la decisión de dejar el trabajo con Gurdjieff y dejarlo también a él. Había fundado demasiadas cosas sobre ese trabajo para poder recomenzar todo desde el comienzo. Pero no había nada que hacer. Sin duda, yo no abandonaba nada de cuanto había adquirido durante esos tres años. Sin embargo, precisé un año entero para llegar a ahondarlo y descubrir cómo me sería posible continuar trabajando en la misma dirección de Gurdjieff, conservando mi independencia.»
Paralelamente a Gurdjieff, había acometido un éxodo provocado por la revolución bolchevique que le haría abandonar San Petersburgo hacia el sur, acompañándole a Essentuki y Constantinopla (itinerario del que luego hablaremos). Fue después de la experiencia en Essentuki de cuando datan las palabras anteriormente citadas de un Ouspensky algo decepcionado. Finalmente en 1921 tomaría la decisión de afincarse definitivamente en Inglaterra. Sin embargo, entre 1940 y 1947 vivió en los Estados Unidos donde dirigió grupos espirituales y dio conferencias. En 1947 volvió a Inglaterra donde falleció ese mismo año. Ouspensky promovió el sistema de Gurdjieff durante toda su vida, además de desarrollar sus propias ideas sobre el cambio de conciencia y cuestiones trascendentales sobre la existencia.
Habíamos dejado a Gurdjieff dirigiendo su escuela, a caballo entre Moscú y San Petersburgo. A comienzos de 1917 realiza un viaje a su tierra natal, acompañado de algunos parientes y de su esposa Julia Osipovna Ostrowska; se habían casado meses antes. Ella, polaca de nacimiento, era unos veinte años más joven que el. Le seguiría fielmente en la guerra, la revolución y el exilio, y tendría un papel relevante como primera bailarina en las representaciones de danza de su marido.
Ouspensky recibe una invitación por telegrama de Gurdjieff para reunirse con el y decide aceptar. Ambos pasan un corto espacio de tiempo juntos conviviendo en el marco de una relativamente plácida vida familiar. Pronto salen de Alexandropol rumbo a San Petersburgo, pero por el camino Gurdjieff decide volverse atrás y enviar a Ouspensky, solo, a buscar a los alumnos de la escuela para reunirse todos en el sur. Este emprende el viaje no sin ciertas reservas, ya que el tránsito por el país cada vez es más comprometido debido a la extremadamente tensa situación político-social. Pese a todo, logra retornar en un grupo de doce incondicionales dispuestos a seguir a Gurdjieff donde hiciera falta. Estas doce personas, dejando sus antiguas vidas y bienes atrás, acuden a Essentuki a reunirse con el maestro. Esta ciudad, situada en la región caucásica al norte y relativamente cerca de Tiflis (Georgia), había sido escogida por Gurdjieff para reubicar temporalmente la escuela. Inmediatamente comienza una actividad febril en la que el maestro desvela los puntos fuertes de su doctrina y sobre todo el trabajo práctico de auto desarrollo, trabajo que exige un gran esfuerzo de disciplina y voluntad pero que todos asumen, involucrados completamente y sin más remedio en la dinámica del grupo que con férrea mano dirige Gurdjieff.
A las pocas semanas se produce un giro inesperado en los acontecimientos: Gurdjieff anuncia bruscamente que ya no seguirá adelante con las enseñanzas y que desea que todos se vayan. Esto coge absolutamente desprevenidos a los alumnos; sería en gran medida el motivo por el que Ouspensky decide tomar su propio camino, consternado y confundido al igual que al resto de los miembros del grupo. Estos responden a Gurdjieff que le seguirán donde quiera que vaya, a lo que el maestro cede aunque avisa que ya no habrá más enseñanza y que cada uno deberá vivir por sí mismo y buscarse sus recursos.
Así pues, los siguientes meses los pasa Gurdjieff en Sotchi, ciudad cercana a orillas del mar Negro, dedicado a actividades indeterminadas al igual que el grupo de alumnos desplazados. Parece ser que en este intervalo Gurdjieff aprovechó además para avanzar en su espectáculo de danza, puntualizando ciertos movimientos y dándole cuerpo y forma.
Hacia 1919 se localiza a Gurdjieff junto a los demás en Tiflis. Georgia, que se ha convertido en un estado independiente liderado por el partido menchevique (de corte socialista pero diferenciado del marxismo ruso y en franca disputa con el bolchevismo), disfrutaba de una paz y estabilidad relativas, y al amparo de esta temporal situación se crea en la capital el primer “Instituto para el desarrollo armonioso del hombre”. Así narra este acontecimiento P. Ouspensky:
“Durante el verano y el otoño de 1919, recibí dos cartas de Gurdjieff. Me escribía que había abierto en Tiflis un Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre, cuyo programa era muy vasto. Adjuntaba a su carta un prospecto que, a decir verdad, me dejó muy pensativo.
Comenzaba con estas palabras:
´Con la autorización del ministro de Educación nacional, se ha abierto en Tiflis el Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre, basado en el sistema de G. I. Gurdjieff. El Instituto acepta a niños y adultos de ambos sexos. Cursos de mañana y de noche. El programa de estudios comprende: gimnasia de todas clases (rítmica, medicinal y otras), ejercicios para el desarrollo de la voluntad, de la memoria, de la atención, de la audición, de la emoción, del instinto, etc…´
Y, agregaba el prospecto, el sistema de G. I. Gurdjieff ya había sido puesto en práctica en casi todas las grandes ciudades como Bombay, Alejandría, Kabul, Nueva York, Chicago, Estocolmo, Moscú, Essentuki y en todas las filiales y hogares de verdaderas confraternidades internacionales de trabajadores.
Al final del prospecto, se encontraba la lista de ‘profesores especialistas’ del Instituto para el desarrollo armonioso del Hombre y entre ellos encontré mi propio nombre, lo mismo que los del ingeniero P. y el de J., otro miembro de nuestros grupos, que vivía en esos momentos en Novorosysk y no tenía la menor intención de ir a Tiflis. Gurdjieff me escribía que estaba preparando su ballet La lucha de los Magos, y sin la menor alusión a todas las dificultades del pasado, me invitaba a reunirme con él en Tiflis para trabajar. Era muy de su modo de ser.”
Sin embargo Ouspensky ignoró la invitación. No obstante, en Tiflis Gurdjieff consiguió materializar algunos logros como la presentación al público de su ballet; para ello contaría con la ayuda de dos nuevos miembros agregados al grupo, el matrimonio formado por el pintor y escenógrafo Alexander Salzmann y su esposa Jeanne, a la sazón profesora de danza. Ambos aportarían su experiencia profesional al ballet, incluído un grupo de bailarinas.
Asimismo, el resto de discípulos del grupo original de Gurdjieff disfrutaba de cierto éxito en sus respectivos oficios: el doctor Stjernval inauguró una pequeña clínica a donde acudían pacientes afectados de desequilibrios psicológicos originados por la angustiosa situación social; Thomas de Hartmann fue nombrado profesor de composición en el Conservatorio de Estudios Avanzados de Música; su esposa Olga encontró un papel en las representaciones de la Opera de Tiflis…
Pero a mediados de 1920 la presión del ejército bolchevique no traía buenos augurios para la aislada república, por lo que el grupo con Gurdjieff a la cabeza decidió salir de Rusia en dirección a Constantinopla (Estambul); el maestro abandonaba así sus proyectos magisteriales y a su familia, y jamás volvería a Rusia. Ouspensky también escaparía por su cuenta vía Odessa, coincidiendo en Estambul con el grupo, donde cuyos miembros se habían establecido apresuradamente y en situación más bien precaria dadas las circunstancias.
Gurdjieff intentó rápidamente relanzar el Instituto de desarrollo que había puesto en marcha en Tiflis. Para ello vovió a contactar amistosamente con Ouspensky, que independientemente estaba dando conferencias acerca de la evolución espiritual del ser humano. Las personas atraídas por estas charlas eran firmes candidatos a las enseñanzas de Gurdjieff. De este modo y aunque esporádicamente los dos hombres volverían a retomar sus conversaciones. Aunque pocos meses después Ouspensky saldría definitivamente con su esposa rumbo a Inglaterra.
A pesar de que la situación en general del grupo de Gurdjieff iba mejorando tras la llegada a Estambul, el Instituto no terminaba de cuajar, lo cual presentaba un problema sobre todo económico ya que Gurdjieff contaba con las aportaciones de los alumnos para garantizar la autogestión del centro. Probablemente el maestro ya tenía puesta la mente en Europa, lugar donde sus proyectos sin duda tendrían un caldo de cultivo mucho más apropiado para su consecución y aceptación por el público en general.
A mediados del año 1921, poco después de la marcha de Ouspensky a Londres, Gurdjieff y su grupo parten para Berlín vía Belgrado, Budapest y Viena.
El periodo de estancia en Alemania puede ser visto como una etapa de transición a la espera de una ubicación permanente en alguna otra ciudad europea. No corrían buenos tiempos en el país tras la Primera guerra mundial, y la situación político económica no auspiciaba buen fin para los proyectos de Gurdjieff, quien además era consciente del éxito que estaba teniendo Ouspensky en Londres con sus conferencias. Espoleado por este éxito y decidido a imponer su grado, a primeros de 1922 viaja a Londres y participa en algunas conferencias junto a Ouspensky dejando claro ante un distinguido público inglés que él era el artífice del método y aquél sólo era un alumno dedicado a difundir una parte de la teoría. De este modo consigue imponer su figura, atrayendo la atención de importantes personalidades del mundo financiero, científico y cultural de la sociedad británica, que desde la transición de la Sociedad Teosófica estaba ávida por descubrir nuevos caminos en el terreno del espiritualismo oriental.
El paso siguiente era obtener un visado de residencia estable en el país, lo cual no se logró como ya explicamos anteriormente, incluso a pesar del apoyo de personas influyentes que no sirvió de nada ante la decisión del Departamento de Asuntos Extranjeros de no acoger en el país a Gurdjieff ni a su grupo de rusos itinerantes.
De vuelta a Berlín, no sabemos cómo acogió Gurdjieff la noticia, aunque lo cierto es que en breve espacio de tiempo organizaría la salida de Alemania en dirección a su siguiente alternativa: Francia. En julio de 1922, Gurdjieff llega a París acompañado de una veintena de discípulos y es recibido por Alexandre Salzmann, que había salido antes para preparar el terreno. Inmediatamente Olga y Thomas de Hartmann van en busca de una casa de campo y un apartamento en el mismo París. El dinero para los inmuebles y mantenimiento del grupo procede de donaciones de simpatizantes de Londres, los cuales no escatiman en dádivas. Muchos ingleses cruzarían posteriormente el canal en busca de Gurdjieff y sus enseñanzas; algunos de ellos sacrificarían sin dudar su patrimonio personal y futuro laboral en aras de esa búsqueda.
No pasó mucho tiempo desde que Olga De Hartmann recibiera el encargo de encontrar una villa rural, cuando ésta comunicó al maestro el hallazgo de una casa principesca, amueblada al viejo estilo aristocrático, a unos setenta kilómetros de París. Ouspensky escribe al respecto:
“Mis amigos de Londres y los que asistían a mis conferencias reunieron una cantidad importante de dinero para Gurdjieff, con la que compró el histórico Château Prieuré en Avon cerca de Fontainebleau, con un enorme y descuidado jardín; y en el otoño de 1922, abrió allí su Instituto”.
El edificio principal del Priorato contaba con tres pisos y una pequeña casa llamada “Le Paradou”. La propiedad incluía dieciocho hectáreas de pinos y un terreno acotado de ochenta hectáreas limítrofe con el bosque de Fontainebleau. Se accedía a ella a través de una gran verja de hierro que daba a un sendero flanqueado por soberbios tilos. Una fuente ornamentada decoraba el patio, visible desde los amplios salones del interior. Obsesionado por reiniciar los preparativos para el ballet La Lucha de los Magos, Gurdjieff alquiló también el Instituto Dalcroze en París, (ilustre escuela dedicada a la enseñanza del método del célebre compositor y pedagogo musical del mismo nombre), aprovechando los meses estivales que no eran lectivos, todos los días en horario de mañana.
A partir de entonces el Priorato se convirtió en el centro neurálgico de enseñanza del método Gurdjieff; atraídas por la creciente fama del maestro armenio, empezaron a acudir personas decididas a probar el novedoso sistema de superación personal, que básicamente consistía en un extremadamente duro trabajo físico que a cada uno le era asignado a diario aderezado con charlas grupales y ciertos ejercicios tanto mentales como físicos exclusivos del método Gurdjieff y destinados, según él, a favorecer el proceso de desarrollo interno personal. Paralelamente, Gurdjieff continuaba trabajando en la coreografía y música de su espectáculo de danza, el cual pronto se convertiría en colorido exponente de las ideas del armenio para el público en general.
Gurdjieff organizaba y revisaba todas las actividades “in situ”; todas las tareas de mantenimiento del Priorato eran adjudicadas a los alumnos, incluído el cuidado de animales de granja, construcción y reformas, cocina, limpieza, plantación y recolección, además de la decoración en general y elaboración de vestuario y utilería para las representaciones.
CONTINUA EN LA TERCERA PARTE