MITOLOGIA CHINA

INTRODUCCION  A  LA  MITOLOGIA  CHINA


La civilización china es una de las más antiguas del mundo, teniendo continuidad hasta nuestros días. Aunque su desarrollo socio cultural nos pueda parecer a primera vista distante y de todo punto ajeno a nuestro pensamiento occidental, no se puede tener duda de la gran importancia e influencia que ha tenido sobre el devenir general de la humanidad, tanto en el terreno filosófico como en el puramente científico, habiendo realizado aportaciones claves a lo largo de la historia en ambos sentidos.

La existencia de textos clásicos chinos desde una remota antigüedad (los primeros documentos escritos se remontan a unos 3500 años atrás), unida a una fructífera investigación arqueológica permiten elaborar una historiografía bastante profusa y bien estructurada. En cuanto a la práctica religiosa, y aunque curiosamente hoy en día buena parte de la población china se declara atea o no creyente, el culto popular ha sido tradicionalmente de una riqueza y profusión extraordinarios. Esto ha sido debido sobre todo a la coexistencia e integración de las tres religiones fundamentales del país (budismo, taoísmo y confucianismo) junto con las creencias ancestrales del propio pueblo chino. Estas creencias, que se remontan a los primeros asentamientos humanos de que se tiene noticia, han sido siempre de carácter marcadamente animista, con un fuerte componente mágico basado en la firme creencia en el más allá y donde se da gran importancia a las prácticas chamánicas. Desde la antigüedad se han venerado en China a las montañas, los ríos y otros aspectos potenciales de la naturaleza como deidades activas que responden a ofrendas y sacrificios, lo cual es un claro exponente de ese mismo animismo tradicional  ancestral. Este culto, mantenido a lo largo de los siglos y transmitido entre generaciones, convivió en una atmósfera de respeto y mutua influencia con las mencionadas  grandes religiones “ortodoxas”, que son:

Taoísmo: originario de la propia China, es una filosofía de vida recogida en el Tao Te King, libro que se atribuye al filósofo Lao-Tse y cuya existencia es incierta (la tradición china le sitúa hacia el siglo VI a.c., pero se conservan escasos datos sobre su persona). Basándose en la idea del Tao (camino, vía), esta filosofía mística establece un pensamiento espiritual que intenta integrar el concepto de unidad absoluta con la mutabilidad del estado material. Propone la idea de la autosuperación a partir de la armonización con la naturaleza que nos rodea. En el desarrollo del Tao, los conocidos conceptos Yin y Yang son fundamentales.

Confucianismo: también originario de China, es el conjunto de doctrinas religiosas predicado por los discípulos de Confucio, filósofo que vivió en el siglo VI a. c. (existen bastantes datos acerca de su vida). Esta corriente religioso-moral tuvo una gran influencia (fue religión oficial en China hasta prácticamente el siglo VII). En general aboga por la elevación moral del hombre que debe esforzarse por alcanzar la virtud mediante el estudio y la introspección; también otorga gran importancia al respeto y culto a los antepasados. Entre el confucianismo había no obstante cierta tendencia al agnosticismo respecto a las creencias animistas tradicionales.

Budismo: es probablemente la religión más extendida entre la población china. Se introdujo por el Sur del país parece ser que ya a principios de nuestra era, ganando rápidamente adeptos de manera que cobró casi más importancia en China que en su país de origen, India. Sin embargo, el mencionado sincretismo religioso practicado en China matizó el áspero ascetismo  budista adaptándolo al tradicionalismo chino.

China ha sido regida históricamente por una serie de dinastías de reyes o emperadores  desde sus primeros tiempos hasta los mismos principios del siglo XX. Durante siglos la política estuvo indisolublemente unida a la religión (algunos aspectos del confucianismo favorecieron también este hecho). Los emperadores ostentaban formalmente el título de “Hijo del cielo” como representantes del poder divino en la tierra, eran honrados por sus súbditos como seres superiores y tenían poder efectivo absoluto sobre todos los asuntos.
La primera dinastía que mencionan las crónicas chinas sería la dinastía Xia, compuesta por diecisiete reyes, que habría gobernado entre los siglos XXII al XVII antes de nuestra era. Aparte de la verosimilitud que se pueda conceder a dichas crónicas, escritas muy posteriormente, los registros arqueológicos no sustentan claramente  la existencia de estos legendarios reyes (aunque sí avalan la existencia de núcleos de población organizados).
Le siguió cronológicamente la dinastía Shang, que pervivió hasta aproximadamente el siglo XI anterior a nuestra era y la cual ya tiene una existencia histórica bien documentada.
Antes de estas dos dinastías primigenias e históricamente admisibles, la tradición china comprende una mitología particular, entroncada con una cosmogonía de carácter parecido a la que podemos encontrar en otras civilizaciones de similar antigüedad, aunque lógicamente tiene su contenido peculiar, inherente a la idosincrasia del pueblo chino. Los relatos mitológicos tradicionales son muy diversos y algo tardíos en la línea temporal; corresponden a textos, recopilaciones y poemas variados y posiblemente influenciados en cierta medida por los dogmas de las religiones que posteriormente sobrevinieron.

MITOLOGIA: LOS ORIGENES
Estaban el cielo y la tierra unidos y mezclados como si fueran un huevo, y allí dentro nació Pan Gu.
El cielo y la tierra tardaron dieciocho mil años en separarse: mientras que lo Yang, que era claro, fue haciéndose cielo, lo Yin, que era turbio, fue haciéndose tierra. Y en medio de todo iba metamorfoseándose Pan Gu continuamente, hasta que llegó a aventajar en sabiduría al cielo y en potencia a la tierra.
Durante dieciocho mil años fue el cielo subiendo una vara al día, la tierra bajando otra vara y Pan Gu creciendo otro tanto, y así hasta que llegó el cielo al máximo por lo alto, la tierra al máximo por lo bajo y Pan Gu al máximo de su tamaño. Los tres dioses nacerían después.

Los números comenzaron por el uno, se apoyaron en el tres, lograron llegar al cinco, se fortalecieron en el siete y se acabaron en el nueve; de ahí que la distancia entre el cielo y la tierra fuera de nueve mil leguas.
Estando Pan Gu, el primero en nacer, a un punto de la muerte, se le metamorfoseó todo el cuerpo: el hálito se transformó en el viento y en las nubes; la voz en el estampido de los truenos; el ojo izquierdo en el sol y el ojo derecho en la luna; las cuatro extremidades y los cinco miembros en los cuatro puntos cardinales y en las Cinco Cumbres; la sangre en los ríos Azul y Amarillo; los tendones y las venas en las principales vías de comunicación en la tierra; los músculos y la carne en las terrazas de sembradío; el cabello y los demás pelos del cuerpo en los astros y los planetas; la piel y el vello en los prados y los bosques; los dientes y los huesos en los minerales y las piedras; el esperma y la médula en las perlas y los jades; la transpiración y el sudor en la lluvia y en los pantanos, y, en fin, las pulgas que en su cuerpo hubiera se transformaron, como despertados por el contacto con el viento, en los hombres y en los pueblos.

En la antigüedad se atribuía el buen tiempo a que Pan Gu estaba contento, y el malo a que estaba enfadado. En los reinos del sur se creía que la primera unión de lo femenino con lo masculino fue la del patriarca Pan Gu con su mujer.
La tumba de Pan Gu se halla en el Mar del Sur, tiene más de trescientas leguas desde el lado derecho al izquierdo y se cuenta que es el lugar donde sus descendientes van a hacer la búsqueda del “hun” (espíritu) de Pan Gu. Hay un templo consagrado al patriarca Pan Gu en la ciudad de Guilin, en el cual se le hacen hoy en día las peticiones y las ofrendas.
Del patriarca Pan Gu nació todo lo que hay tanto en el cielo como en la tierra. Así que fue él quien dio origen a los seres.

LOS TRES DIOSES Y LOS CINCO EMPERADORES
Según las leyendas, los Tres Dioses (Augustos, Soberanos) y los Cinco Emperadores fueron los primeros gobernantes de China, anteriores a la dinastía Xia. Sus  identidades varían según las fuentes, pero todas coinciden en que fueron seres legendarios considerados como fundadores primigenios de la civilización china.
Dicen los relatos que Nuwa fue uno de los Tres Augustos, junto a su marido (o hermano) Fuxi. Según la tradición fue una mujer extremadamente sabia que tenía la cabeza de persona y el cuerpo de serpiente, y que alumbraba setenta veces al día. Se dice que Nuwa trabajó sin descanso para hacer a los hombres, los hizo con arcilla amarilla que modelaba a mano.
Nuwa rogó a la deidad del trono ser la Mujer Mediadora. Luego estableció la institución del casamiento y quedó encargada de la mediación en los casamientos. Sus descendientes fundarían un país en el que le hacían ofrendas y peticiones como deidad de los casamientos.

En los tiempos más remotos, las Cuatro Columnas que servían de apoyo al cielo (cuatro, pues la tierra era cuadrada) se deterioraron y las Nueve Regiones  (el mundo se dividía en nueve regiones, una de las cuales, la central, correspondía a China) se resquebrajaron de tal modo que el cielo perdió la horizontalidad, pues la tierra ya no lo sostenía bien por todas partes. Entonces estalló un vasto incendio imposible de apagar y hubo una enorme crecida de aguas imparable. Las bestias salvajes empezaron a devorar a los hombres, que eran pacíficos, y las aves de presa y las rapaces atacaron con las garras tanto a los ancianos como a las mujeres y los niños. Así que Nuwa primero reparó el cielo azul con piedras de cinco colores fundidas y luego lo levantó usando las patas cortadas de una tortuga gigante a modo de columnas. Dio muerte al Dragón Negro, la deidad de las aguas causante de las inundaciones, y detuvo las malas aguas que se habían desbordado por medio de diques que construyó con las cenizas de las cañas quemadas: así es como puso fuera de peligro la región del centro. Y la cuadrada tierra volvió a ser soporte y el redondo cielo a cubrirlo bien todo.
A partir de entonces, no hubo una sola bestia ni una sola ave que no se guardara las garras y los colmillos, que no se abstuviera de usar sus letales aguijones: ninguna volvió a tener la intención de dar dentelladas ni picotazos.

Los logros de Nuwa alcanzaron al noveno cielo a lo alto y penetraron hasta la tierra negra que hay debajo de las Fuentes Amarillas (que es el espacio donde iban a parar los muertos). Su fama se transmitió de generación en generación y su luz calentó a los seres y a las cosas del universo. Iba ella montada en un relámpago de carro, en su asiento circular, llevando de tiro a dragones con alas Ying y como caballos de mano a dragoncillos con cuernos Qiu, trayendo en las manos valiosísimos objetos raros, rodeada de nubes amarillas, precedida por blancos dragones Chi de un solo cuerno y seguida por serpientes voladoras Teng, y de esa guisa iba y venía y volaba sin tregua, ora señalando el camino a las deidades y a los espíritus, ora ascendiendo hasta el noveno cielo y mostrándole al Emperador del Cielo dónde está la Puerta de los Espíritus. Luego de lo cual descansó callada y quietamente junto al Sumo Antepasado y, sin hacer alarde de sus logros ni pregón de su fama, guardó para sí las artes de su perfección y se limitó a  vivir conforme al curso de la Naturaleza.
Así que Nuwa siempre ha sido venerada como creadora y protectora de los primeros seres humanos.

Fuxi, la pareja masculina de Nuwa, era mitad hombre mitad serpiente. A él se le considera el primer emperador, y se le atribuye la invención de la escritura, la pesca y la caza, además de haber enseñado al hombre el arte de la agricultura.
Otros relatos también le asignan el descubrimiento de los ocho trigramas (Ba Gua) que conforman la base del I Ching; según estos relatos, los trigramas le fueron revelados a Fuxi de manera sobrenatural, pues los vio escritos en el lomo de un animal mitológico (mitad dragón, mitad caballo) salido del río Amarillo.

Estos serían, en resumen y someramente, los componentes primigenios de la mitología china, aunque existen muchos más dioses y semidioses en el panteón chino asociados a relatos sobrenaturales de todo tipo, con muchas variaciones, probablemente producto del eclecticismo de la religión china debido a la introducción y coexistencia de diferentes doctrinas, tal y como se ha dicho.

Los animales han tenido siempre un lugar predominante en el culto tradicional. Primeramente el animal simbólico por excelencia del país fue la serpiente, cambiando luego al dragón. Existe además un variadísimo repertorio de animales o criaturas míticas con sus correspondientes atributos y representaciones. Y es destacable el papel de los animales en el célebre zodíaco chino, donde cada uno de los doce (rata, buey, tigre, conejo dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro, cerdo) rige un ciclo anual, constituyendo la base del calendario astrológico chino.
Es destacable el desarrollo e importancia que adquirió la astrología china tanto como medio complejo de estudio del carácter humano y de los ciclos de la naturaleza como de método de predicción. Sus características principales eran el zodíaco, los cinco elementos comprendidos en el pensamiento chino (metal, madera, agua, fuego y tierra, los cuales ejercen su influencia activa entre sí constantemente) y los ciclos del calendario basados en estudios y observaciones astronómicas así como en la propia religión tradicional. Todo ello se combinaba con las constelaciones chinas y otros elementos menores conformando un elaborado sistema peculiar y bastante diferente del occidental.

Es también ampliamente conocido el I Ching como método adivinatorio tradicional, pero en la práctica probablemente el sistema más antiguo practicado en la cultura china es el de los huesos oraculares, que consistía en utilizar caparazones de tortuga o huesos de animales en sesiones de adivinación que abarcaban casi cualquier tipo de consulta, generalmente a difuntos o espíritus del más allá.

Hay que señalar la gran importancia que se concedía en el núcleo familiar al respeto y veneración a los mayores, actitud extensible a los difuntos, con todo un ceremonial asociado a ello. Asimismo, el hogar tenía sus propios dioses y espíritus protectores los cuales estaban simbólicamente presentes en la vida cotidiana familiar.
Finalmente, se puede inferir que paralelamente a este profuso culto religioso tan enraizado y diversificado ha existido una sólida tradición esotérica, en gran parte desconocida para el mundo occidental pero no por ello menos real y efectiva.

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