ORÍGENES DEL NAZISMO parte II

 

 

…………………..viene de la parte I

 

A partir de la Paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la cruenta guerra de los Treinta Años que había asolado Europa Central y particularmente los territorios alemanes, el panorama de esta región era el de un país fragmentado en numerosos principados independientes entre sí, afectados además por la rivalidad entre los imperios de Austria y Prusia. Esta situación se prolongó hasta principios del siglo XIX, con excepciones significativas como la invasión de Napoleón Bonaparte. Después del ocaso napoleónico, hacia 1815, algunos principados alemanes bajo el auspicio de Austria se unieron en la llamada Confederación Germánica, que fue el primer intento serio de unificación de los territorios alemanes. Sin embargo, no sería hasta finales de la década de 1860 cuando el canciller prusiano Otto von Bismarck lograría una unificación de Alemania bajo la tutela del imperio prusiano, ratificado por la victoria de este en la guerra austro-prusiana en 1866. En 1871 se consolidaba el Imperio Alemán como moderno Estado-nación, con el reino de Prusia como principal constituyente más otros territorios agregados y la capital en Berlín. A partir de aquí la política alemana tomó un curso imperialista que incluyó la presencia colonial en África y en algunos puntos del Pacífico.

Entretanto, la política interior asistió a un fuerte proceso de industrialización con un crecimiento económico significativo, con el desarrollo de la industria pesada propiciado por la expansión del sistema ferroviario y una coyuntura favorable. Paralelamente, la segunda mitad del siglo XIX fue un período de intenso florecimiento intelectual y cultural en Alemania, con el desarrollo de la filosofía, la literatura y las artes que dejaron una gran lista de nombres sobre todo en música y literatura de sobra conocidos a nivel mundial como Wagner, Nietzsche y otros.

La unificación de Alemania aumentó lógicamente el sentimiento de nacionalismo, dando lugar a una serie de movimientos sociales y políticos que promovían la identidad étnica alemana ahondando en las raíces históricas y el acervo cultural del pueblo. Así nació el movimiento ”völkisch” alemán, que fue una corriente cultural y política que surgió, o más bien se fue concretando a finales del siglo XIX y tuvo un impacto muy significativo en la sociedad alemana en las décadas que precedieron a la Primera Guerra Mundial y posteriormente durante la República de Weimar (1919 – 1933) hasta el advenimiento del nazismo.

El término «völkisch» se deriva de la palabra alemana «volk», que significa «pueblo» o «etnia». El movimiento völkisch se centró en la idea de la comunidad étnica germana y en la promoción de su identidad racial y cultural. Sus características distintivas incluían:

-Nacionalismo étnico: se fomentó la idea de que la raza y la cultura alemanas eran superiores y que debían ser protegidas y preservadas. Esto a menudo implicaba la reafirmación de la pureza racial y la hostilidad hacia aquellos que se consideraban ajenos a la identidad alemana.

-Romanticismo: el movimiento estaba influido por el romanticismo alemán y defendía una visión idealizada de la vida rural bucólica, la naturaleza y las tradiciones populares.

-Antimodernismo: los völkisch rechazaban la modernización y la influencia de la industrialización, viéndolas como destructivas para la cultura y la comunidad.

-Espiritualidad y misticismo: algunos grupos völkisch (influídos por las corrientes ocultistas de la época) abrazaron creencias esotéricas y místicas, lo que los llevó a la adopción de símbolos y rituales paganos en sustitución de las tradiciones cristianas acostumbradas. La mitología germánica fue ensalzada y en muchos aspectos empezó a sustituir a la religión tradicional.

Así, no tardó en surgir la ideología de “Blut und Boden”, o “Sangre y Tierra”. La noción völkisch de Sangre y Tierra sostenía que la propia sangre, o raza y linaje, es inextricable de la propia patria o tierra natal, y que aquellos que logran una relación más estrecha con la tierra a través de un modo de vida rural forjan un vínculo más estrecho con su raza e identidad étnica. Al hilo de esto surgió el famoso arqueólogo alemán, Gustaf Kossinna, quien llegó a la (dudosa) conclusión de que encontrar artefactos materialmente coherentes en una región significaba que allí había habitado una raza étnicamente homogénea. Finalmente, en un esfuerzo por reforzar el movimiento völkisch y el nacionalismo alemán, Kossinna afirmó que la cultura que presumía haber descubierto en sus excavaciones entre el río Rin y el Volga era evidencia de que los antiguos germanos eran uno y lo mismo con la idea mítica de un pueblo ario como una raza superior distinta.

En ese ambiente efervescente aparece la figura de un personaje clave que marcaría la directriz futura del movimiento nacionalista alemán:  Guido von List.

 

Guido Karl Anton List nació en Viena en 1849 de familia católica de clase media. Desde muy joven demostró un especial interés por los antiguos dioses germánicos, especialmente el principal, Wotan (Odín), el padre de todos los dioses; experimenta también los vínculos entre el hombre y la naturaleza (fue un consumado alpinista), y se despierta en él una gran fascinación por aquellos bosques germanos donde sus antepasados habían vivido y combatido. Estas experiencias le impulsarán años más tarde a una febril indagación histórica para descubrir los orígenes de la raza germana. Muy joven visitó la cripta de la catedral de S. Esteban de Viena; esta visita le causó una gran impresión pues Guido creyó ver en aquel espacio un antiguo santuario pagano dedicado a Wotan, anterior al cristianismo y usurpado por este. En definitiva, comenzaban sus “visiones” y se iba perfilando la línea que seguiría el resto de su vida.

Por aquel entonces los historiadores no sabían demasiado acerca de los primitivos alemanes. Los datos principales con los que se contaba figuraban en un libro que el historiador romano Tácito escribió en el año 98 d.C. En dicho libro, “De origine et situ Germanorum” (“Sobre el origen y territorio de los germanos”), obra basada en testimonios directos y textos de otros historiadores y hasta cierto punto imparcial, Tácito presentaba a los germanos como una sociedad de temibles y austeros guerreros. Para hacernos una idea de lo que llegó a significar esta obra de Tácito para el nacionalismo alemán, baste decir que el único manuscrito que se conserva que recoge este texto, el Codex Aesinas Latinus, se encontró en una biblioteca privada en Italia, por lo que Hitler se lo pediría en 1936 expresamente a Mussolini. Mussolini parece que le dio largas, ya que en 1943 fue enviado un destacamento SS para hacerse con el pergamino a toda costa, misión que no pudieron cumplir por no encontrarlo.

Entre los germanos, Tácito menciona la tribu o grupo de tribus de los “hermiones” (o “irminones”), asentados en la cuenca del río Elba alemán. Guido List se basó en esta palabra para imaginar toda una jerarquía social, alterándola un poco a “armanen”. Según él, los pueblos primitivos (los antepasados germanos puros) eran los “Armanen” y su gobierno correspondía a una elitista casta sacerdotal llamada “Armanenschaft”. Para dar forma y contenido a su religión, List fusionó ideas heterogéneas que le habían impresionado procedentes de la teosofía, los rosacruces, los templarios, la mitología, etc. Con todo ello creó una pseudohistoria germánica, basada en una gran tradición religiosa impregnada de esoterismo que supuestamente había sido reprimida por la Iglesia cristiana, los judíos y los no arios y los avances de la modernidad.

Sus ideas encontrarán eco en el mundo universitario ya que parecían estar en sintonía con los ideales völkisch tan en boga en la época y que pretendían abiertamente la instauración de una nueva Alemania. De las evocaciones o “visiones ancestrales” de List nacerían relatos novelados como “Carnutum” (1888) en el que con grandes dosis de imaginación relataba la vida cotidiana de los germanos precristianos y su lucha contra los romanos. Paralelamente y desde unos años antes ya venía publicando escritos políticos haciendo hincapié en la reunificación de los pueblos germanos.

Guido von List (la partícula “von” que alude a un linaje noble la añadió él mismo a su nombre entre 1903 y 1907 probablemente sin fundamento alguno) se interesó por la Sociedad Teosófica, que en las últimas décadas del siglo XIX había cobrado fuerza en Europa; las teorías raciales y las descripciones de míticos maestros ascendidos orientales, vigilantes de la humanidad y elevados por encima del cristianismo y la ortodoxia religiosa promovidas por H. P. Blavatsky, cuadraban con las especulaciones pangermánicas de List, al menos en la medida en que se pudieran “acoplar” al cuadro derivado de su visión particular de la Historia. Entre los principios de la Teosofía había una idea que resultaría particularmente atractiva para el movimiento völkisch y sus filósofos de la Sangre y la Tierra: la de que entre las razas primitivas de la humanidad existía una jerarquía, en cuya cima estaba la “raza raíz”, identificada como aria, siendo todas las demás subrazas secundarias.

También frecuentó los círculos masónicos, donde pudo encontrar la simbología y los detalles ritualísticos apropiados para sus fines, además de los esquemas organizativos adecuados, ya que la vertiente esotérica o círculo interno de la “nueva religión” implicaba la aceptación de una jerarquía inherente a todo rito de obediencia y sumisión a un ideal superior. 

En 1902 Guido List sufrió ceguera durante casi un año (tras una operación de cataratas), lo que según su propio relato constituyó un hito que impulsaría fundamentalmente su carácter y la orientación de su obra; parece que durante este tiempo tuvo extraordinarias visiones y será a partir de entonces cuando incluirá matices teosóficos y ocultistas definitivos en sus planteamientos pangermanistas.

Aprovechando ese período de transición Guido List elaboró un manuscrito donde explicaba a su manera la antigua lengua germánica y su grafía, mezclando en el análisis elementos procedentes de diversas gnosis ocultistas. La Academia Imperial de Ciencias austríaca no concedió importancia a la monografía de List, sobre todo porque sus teorías provenían en gran parte de “intuiciones ocultistas” (no muy científicas obviamente). Sin embargo encuentra un gran apoyo entre los círculos teosóficos y nacionalistas, entre los cuales ya había logrado el reconocimiento y apoyo de muchos incondicionales.

De hecho, en 1904 un pequeño grupo de intelectuales pangermanistas elabora un escrito de solidaridad con List protestando por la indiferencia con que la Academia acogió su trabajo sobre la antigua lengua germánica. Para ayudar a List a proseguir sus estudios, los firmantes del manifiesto promovieron la creación de una fundación: la Guido- von-List Gesellschaft. Entre los miembros prominentes de esta fundación se encuentran diversos activistas «völkisch», exponentes de la intelectualidad antisemita, pangermanistas notorios y finalmente teósofos declarados, todos ellos entusiastas seguidores de List.

Con este apoyo y ya en su máximo apogeo creativo List aborda la publicación de una serie de textos descriptivos sobre la antigua civilización «ario-germánica». Aparecidas entre 1908 y 1911, estas monografías trataban sobre la magia de las runas, el sacerdocio entre las tribus germánicas y su papel dirigente en la sociedad, el esoterismo en el folclore germánico y puntualizaciones acerca de simbolismo ocultista diverso. Estos trabajos -que ningún especialista podía tomarse en serio- no obstante tuvieron gran eco en los medios pangermanistas y ocultistas alemanes.

Y en 1908 escribió el que sería su libro más importante y definitorio: “Das Geheimnis der Runen” (El secreto de las runas). En esta obra List describe al detalle el sistema de runas que considera, siempre a partir de sus visiones, el original primitivo de la casta sacerdotal que contenía toda la carga esotérica y mística plasmada en la filología de la raza aria. El libro expone lo que List denomina “Futharkh armánico” o ABC básico rúnico consistente en un compendio principal de 16 runas, que pasan a 18 con dos añadidas atendiendo a los Eddas (recopilaciones de mitología nórdica) y que serían el núcleo del que luego se derivó el lenguaje germánico primitivo. Asigna además en el libro un nombre particular y un significado oculto a cada runa y se explaya largamente sobre el carácter jeroglífico y la exclusividad del sistema rúnico y el lenguaje ario, aportando explicaciones místicas y semiocultistas que pretenden otorgar un aura mítica y erudita a todo el conjunto teórico, aura que es verdaderamente difícil de comprender por un “no iniciado” en la materia. En general es encomiable el esfuerzo que hace List para dar credibilidad a todo su sistema al que pretende dotar de una cosmogonía y una mística peculiar partiendo de conceptos extraídos de diversas fuentes esoteristas, además de la lingüística, heráldica y simbología incorporando al conjunto el conocido triskelion característico de la cultura celta y la esvástica o cruz gamada, presente en las culturas orientales ancestrales.

En todo caso el libro tuvo cierto éxito en su día, sobre todo en los círculos nacionalistas entre los que List ya era reconocido y admirado, y a partir de entonces se convirtió en el libro de cabecera de todo ario germánico convencido. Algunas de las runas, como la conocida “sig” (victoria), fueron utilizadas posteriormente como simbología esencial de las SS.

Otro símbolo que fue adoptado y reverenciado por las SS fue el “Schwarze Sonne” (“Sol Negro”), que List ya mencionó en sus escritos y cuyo significado en relación a las teorías pangermánicas probablemente desarrolló a partir del “Sol Central” teosófico que H. P. Blavatsky describe en su obra “La doctrina secreta” como «un punto invisible y misterioso, el siempre oculto centro de atracción de nuestro Sol y de nuestro Sistema Solar«, una especie de centro energético muy poderoso. A partir de esta descripción y la incorporación de otros elementos se pudo elaborar un símbolo pretendidamente complejo fundamental en las teorías raciales arias: la representación de un sol oculto, una energía inspiradora, dadora de sabiduría y las claves del dominio y que proporcionaba su fuerza superior de regeneración a la raza aria, posiblemente de ahí su interés para las altas jerarquías nazis posteriores dado que además incorporaba en sí mismo los tres símbolos más importantes de la ideología armanista y nacionalsocialista: la rueda solar, la esvástica y la estilizada runa “sig” de la victoria.

 

  

Parece que uno de los objetivos de List era establecer una élite oculta que guiara a la nación alemana, a imagen de sus antepasados sacerdotes-iniciados; tal vez con este fin organizó en 1911 un núcleo de “elegidos”, un círculo en principio de diez personas que llamó Hoher Armanen-Orden (Alta Orden Armanen) de la que se declaró Gran Maestro y con los que viajó por toda Alemania en busca de las huellas de Wotan y de los lugares donde la manifestación de la auténtica sabiduría aria se pudiera reconocer y revivir. Estos viajes estaban rodeados de bastante secretismo; los que le acompañaban en estas aventuras contaban que List entraba en trance tocando objetos o que captaba visiones de la antigüedad aria enfocando la mente sobre un lugar. Este grupo, pese a las evidentes pretensiones de “logia” mistérica, no llegó a tener repercusión alguna.

 

En definitiva, la teología místico-pangermánica elaborada por List, se denominó globalmente armanismo. List creía que las enseñanzas del armanismo se habían transmitido secretamente de alguna manera desde los antiguos germanos a la orden de los caballeros templarios hasta llegar posteriormente a los magos del Renacimiento, y de estos hasta su tiempo por medio de las sectas filomasónicas de los rosacruces. Como hemos visto, algunas de las formas herméticas de saber gnóstico las incluyó List en la doctrina armanista sin ningún pudor. Cábala, mitología germánica, rosacrucianismo, gnosis y rituales ocultistas diversos, todo ello confluyó en la ideología völkisch con vistas a recuperar y revitalizar el “auténtico” significado del antiguo saber germánico.

El armanismo o “wotanismo” de List (siempre consideró a Wotan el gran dios) estaba concebido en dos niveles, según el sentimiento völkisch: como una unión política (pangermanismo) de todos los pueblos de raza aria, con la consiguiente separación y expulsión o sometimiento de las razas no arias, y como la creación de la ciencia y sabiduría oculta de los Armanen, quienes ejercerían como guías espirituales del Nuevo Orden Ario. La jerarquía de dicha élite se estructuraba en varios grados; cada grado estaba caracterizado por un cierto nivel de iniciación en la supuesta gnosis y caracterizado por símbolos y palabras específicas, todo ello a imagen de la logia masónica.

Nicholas Goodrick-Clarke, en su libro “Las oscuras raíces del nazismo”, lo expresa así:

“La mitología política de (Guido von) List de un sacerdocio Wotanista apelaba a la autoridad política de los iniciados, tanto en el orden social prehistórico como en el mundo moderno. Esta idea fue primeramente formulada en sus conferencias y artículos en la década de los años 1890, pero se había consolidado como un elemento principal de su fantasía hacia 1908. La palabra «Armanenschaft», que List aplicó a su antigua jerarquía, puede ser rastreada hasta su ficticia adaptación de un mito teutónico relatado por Tácito en su obra Germania. Según el autor romano, los antiguos germanos habían conservado una narración de sus orígenes en sus canciones tradicionales. Estas canciones celebraban al dios humano Tuisco y a su hijo Mannus como los fundadores de su raza. A Mannus ellos le asignaban tres hijos, a partir de los cuales tomaron sus nombres las tres tribus constituyentes de la antigua Germania: las tribus costeras eran llamadas «Ingaevones»; las del interior, «Hermiones», y los restantes, «Istaevones». Contrariamente a Tácito y a otros historiadores clásicos que habían intentado identificar estas tribus con denominaciones conocidas, List afirmó que estos nombres denotaban clases sociales dentro de la nación ario-germánica. Él afirmó que los Ingaevones, los Hermiones y los Istaevones representaban las clases agrícola, intelectual y militar. Fue la clase intelectual, un cuerpo de reyes-sacerdotes, la que formó la base de la fantasía política de List. Él germanizó la palabra «Hermiones» como «Armanen», significando a los herederos del rey-sol, a la vez que llamó a su sacerdocio como Armanenschaft. Los reyes-sacerdotes eran supuestamente responsables de todo el gobierno y la educación en la sociedad antigua, ocupaciones que fueron legitimadas por su profunda sabiduría. Esta sabiduría estaba definida por la gnosis de la teosofía germánica. La posesión de esta gnosis estaba considerada como la legitimación absoluta y sagrada de la autoridad política de los iniciados, mientras que la sociedad estaba estratificada de acuerdo al grado de iniciación de cada clase en la gnosis. List enfatizó que esta gnosis no era igualmente accesible a todos los miembros de la sociedad. Él aludía a un sistema de dos niveles de instrucción en la gnosis, uno exotérico y otro esotérico. La doctrina exotérica (Wotanismo) asumió la forma popular de mitos y cuentos en forma de parábolas dirigidos a las clases sociales inferiores, mientras la doctrina esotérica (Armanismo) tenía que ver con los misterios de la gnosis y estaba restringida a los aspirantes a altos cargos. Puesto que el Armanenschaft era el cuerpo responsable de la educación, tal segregación habría sido administrada de manera simple.”

 

 

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, los seguidores de List se encontraron en las frías trincheras del frente bélico. List profetizó la victoria alemana, y cuando esta no se produjo, pronosticó graves catástrofes para la nación: estas no tardaron en suceder y los hombres de la Sociedad List y de su Círculo Interior no se sorprendieron: consideraron que debían afrontar pruebas «purificadoras» y que no debían rehuir lo que «la providencia» (que ellos consideraban construida por fuerzas cosmológicas en acción) les había deparado. El 19 de mayo de 1919 se pudo leer una necrológica con la que el «Munchener Beobachter» daba cuenta de la muerte de Guido von List. Este periódico, entonces dirigido por Rudolf von Sebottendorf, se convertiría luego en el diario oficial del NSDAP.

 

 

 

El éxito de las teorías de List dio lugar a la aparición de organizaciones más o menos imitadoras algunas de las cuales tenían un carácter intencionalmente ocultista, como sería la Germanenorden (orden germánica o teutónica), creada en 1912 con aires de sociedad secreta declaradamente deudora de von List aunque con marcado signo antisemita; esta orden sería la precursora de la sociedad Thule de von Sebottendorf de la cual ya hemos hablado.

Es importante aludir aquí también a uno de los seguidores más cercanos de List, Adolf Josef Lanz (más conocido como Jörg Lanz von Liebenfels). Nacido en 1874 en Viena, a los 19 años se convirtió en monje cisterciense permaneciendo en un monasterio unos seis años hasta 1899. Al igual que Guido von List (al que apoyó con entusiasmo) era un personaje carismático, visionario y versado en ocultismo, y sería quien daría la última vuelta de tuerca al pangermanismo más extremo. Estando enclaustrado Lanz tuvo lo que él consideró una revelación religiosa, o su iniciación personal. Vio una talla del siglo XIII de un noble de pie junto a una criatura con cabeza de hombre y cola, y creyó que se le había mostrado alguna verdad sobre la eterna lucha entre la humanidad, que representaba todo lo bueno, y lo subhumano, que representaba todo mal. Después de su expulsión del monasterio (realmente no debía tener vocación), se puso el nombre más nobiliario de Jörg Lanz von Liebenfels, aceptó de todo corazón las nociones völkisch de la superioridad aria y la pureza de los alemanes, y fue aún más lejos al afirmar que las otras razas representaban el mal subhumano del que su visión había advertido.

Merece la pena detenerse un poco más en las teorías de Lanz, aunque solo sea por lo estrambótico de su argumento.

A partir de sus apreciaciones personales observando cierta iconografía y literatura antigua sobre todo de culturas de Oriente Medio y relacionada con seres homínidos y hombres con atributos animales, comenzó a desarrollar teorías que, según él, constituían la prueba irrefutable de una práctica ilícita de mestizaje entre humanos y especies inferiores en épocas antiguas.

Escribió un libro inaudito y extraño, por decir lo menos, llamado “Teozoología o la ciencia de los simios sodomitas y el divino electrón”, donde afirmaba su teoría esencial de que los arios y sus descendientes eran theozoa, o dioses-hombres creaciones celestiales, mientras que todos los demás eran antropozoos, descendientes del mestizaje entre los humanos y los simios que habían dado lugar a los Untermenschen o razas inferiores e impuras. Los efectos del mestizaje además provocaron la atrofia de los poderes paranormales heredados de los dioses, pero felizmente estos podrían restaurarse mediante la cría selectiva de linajes arios puros.

Según Lanz el mestizaje había continuado y se había extendido con el tiempo, por lo que la pureza de la sangre aria primitiva había acabado diluyéndose llegando a ser extremadamente rara, como probaba la gran decadencia a que había llegado la sociedad occidental en el siglo XIX. Consecuentemente, Lanz abogaba por una higienización severa racial para recuperar la pureza de la raza aria mediante la aplicación estricta de la eugenesia de acuerdo a la teoría darwiniana.

Lanz desarrolló y difundió esta teoría por todos los medios a su alcance, enlazándola con conceptos como la Atlántida o la doctrina racial teosófica y por supuesto el origen ario germano; publicó diversas obras en este sentido y una revista de cierto alcance, “Ostara” (nombre de la divinidad nórdica de la primavera), publicación en la que daba rienda suelta a todas sus fobias y psicopatías, pues fue el autor de prácticamente todo su contenido desde 1905 a 1917 en que terminó la publicación. Se ha hablado mucho de la importancia de esta revista como influencia en el pensamiento de Adolf Hitler, de quien se dice que era lector al menos ocasional, pero esto no se ha podido determinar ya que aunque con el tiempo Lanz se atribuiría cierto mérito en el surgimiento del nazismo, nunca fue personalmente reconocido ni mencionado por Hitler de ninguna manera; de hecho, Hitler llegaría a prohibir escribir a Liebenfels, e incluso retiró la publicación Ostara de la circulación.

Es interesante también mencionar que a partir de su trabajo Lanz fundó su propia sociedad secreta, la Orden de los Nuevos Templarios (ONT), y estableció su propia escuela de pensamiento, la ariosofía, que era la continuidad del armanismo de List que ya hemos mencionado y que llevó su visión particular del racismo a extremos inconcebibles.

La Orden de los Nuevos Templarios fue un invento exclusivo de Lanz que incluía rituales y una literatura particular que el mismo había recopilado de fuentes diversas, por supuesto envuelto en un aderezo racial germánico conveniente. Por sus características y doctrina no llegaría a tener muchos miembros, aunque sí tuvo bastante difusión pública pues su actividad estaba abierta a la prensa en general además de aparecer profusamente en Ostara.

Así que en diciembre de 1907, coincidiendo con la festividad pagana del solsticio de invierno, la ONT fue constituida como continuadora y heredera de la gloriosa hermandad de monjes- guerreros templarios, que Liebensfeld identificó como los “Caballeros del Grial”. En esas mismas fechas es inaugurada la «comandería» templaria de Werfenstein, en un castillo a orillas del Danubio en donde se estableció el centro y “cuartel general”. De lo más alto de su torreón central ondeará el estandarte de la orden: una esvástica roja sobre campo de oro con cuatro flores de lis en los ángulos.

La concepción que Lanz se hacía sobre la misión de los templarios, la naturaleza del Grial y el papel de la orden reconstruida, difería sensiblemente de la creencia general sostenida por la tradición. Lanz describe la copa sagrada como una especie de «acumulador de energía» de la que la raza aria extrae sus poderes y su legitimidad superior. Como «hijos de los dioses», los arios han recibido el Grial para mantener sus facultades superiores como intuición, clarividencia, el poder de dominar las energías y fuerzas de la naturaleza, etc. El papel de los templarios era el de caballeros custodios del Grial.

Hasta su disolución por las autoridades nazis en el año 1942 la ONT logró ampliar sus centros por Europa central, en Hungría, Austria, Alemania y Suiza. Sus miembros activos jamás excedieron los 500 y algunos autores opinan que como máximo fueron 300 en su momento de máximo apogeo (hacia 1925). Sin embargo es evidente que las actividades y la historia de la ONT entroncan con el nacional-socialismo, y es una prueba de que existía en Alemania una orden caballeresca inspirada en las que existieron en la Edad Media y que utilizaba, años antes del advenimiento del nazismo, la esvástica o cruz gamada como estandarte.

Después de la guerra, en 1945, Liebenfels fue detenido por los aliados y permaneció en prisión algún tiempo, aunque sería liberado por no ser considerado un nazi de “alto perfil”. Sus últimos años los pasó en Viena entre la indiferencia y el olvido hasta su muerte en 1954, sin que se tengan noticias de su actividad. Llegaría a cuestionar la legitimidad de Hitler como líder nazi y a poner en duda su ascendencia aria. 

 

 

 

Hemos visto como el pangermanismo, la ariosofía en general, insistió sobremanera en incorporar a su doctrina conceptos e ideas esoteristas de una forma bastante improvisada y podría decirse que oportunista, con el propósito de dotar al movimiento de un corpus dogmático que le diera un aspecto tradicionalista y en cierto modo ayudara a fundamentar esas creencias con una base mística y legendaria que pudiera asimilarse como una sabiduría ancestral verosímil. Y realmente el ariosofismo llegó a tomar la apariencia de una filosofía, una religión con una supuesta espiritualidad que surgió de conceptos fundamentalmente sectarios y fue gradualmente distorsionada según evolucionaba. El nacional-socialismo alemán se encargaría finalmente de recoger, interpretar y llevar a la práctica estas creencias de la forma más extrema, hasta demencial: en todo caso, el movimiento nazi acabaría aplastado bajo las ruinas de una Alemania devastada. Y es inevitable que eventualmente surjan, en el caldo de cultivo apropiado, sucedáneos del nazismo amparados en las teorías raciales más insólitas y sostenidos por las más delirantes convicciones.

 

 

 

 

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