TRANSHUMANISMO segunda parte

 

………….viene de la primera parte

 

LA FAMILIA HUXLEY Y AMIGOS

 

¿Cómo encaja Aldous H. realmente en todo esto? Comenzaremos por el principio, echando un vistazo a sus raíces familiares para ver si podemos aclarar algo…

Thomas Henry Huxley (1825-1895), abuelo de Aldous H., fue un biólogo autodidacta que se había hecho un buen nombre a la edad de veinticinco años. En un período de pocos años se convertiría en un miembro destacado y respetado de la sociedad británica y de la comunidad científica. Hacia 1856 conocería a Charles Darwin, haciéndose grandes amigos. Darwin llevaba unos años trabajando sobre su teoría de la selección natural en la evolución, y en 1859 publicaba su famoso libro “El origen de las especies”; T. H. Huxley no tuvo inconveniente en proclamarse como acérrimo defensor de las teorías darwinianas participando en notorios debates públicos. Su gran vehemencia y poder disuasorio, paralelamente a sus investigaciones particulares en diversos campos de la ciencia le atrajeron buen número de simpatizantes, y esto unido a su enérgica incursión en política favorecieron que a partir de la década de 1870 se hubiera hecho con una posición de gran notoriedad.

T. H. Huxley apoyó a Darwin incondicionalmente, aunque las teorías de este admitían ciertas reservas que no pasaron desapercibidas en el seno de la comunidad científica; es sabido que dichas teorías tenían sus lagunas, que Huxley soslayaba haciendo hincapié en el aspecto de la importancia del darwinismo en el desarrollo del pensamiento científico moderno, que era su línea principal de actuación. Además, esta actitud le procuraba un refugio o paraguas contra la influencia que la religión tradicional ejercía sobre la masa social (es famosa su controversia puntual con el obispo de Oxford en 1860). De ese modo, hacia 1869 acuñaba la novedosa palabra “agnóstico” para describirse a sí mismo, significando que el ser humano no puede saber nada acerca de la realidad última, tanto si esta era espiritual o material. Con esto pretendía desvincular a la ciencia de la influencia de la religión definitivamente, dando prioridad a la búsqueda de pruebas para el avance en el conocimiento, incluso en la moralidad.

T. H. Huxley adoptó plenamente el malthusianismo declarado de Darwin además del concepto de darwinismo social, que fue el resultado de aplicar la teoría de “El origen de las especies” en la sociedad humana de tal manera que desembocaría en el concepto de eugenesia formulado por F. Galton que ya hemos visto. A finales de su vida no cabe duda de que había ejercido un papel muy destacado en el proceso que se estaba produciendo para relegar oficialmente la religión a un segundo plano en las prioridades del Estado, a expensas de la ciencia moderna. Contribuyó en gran medida a elevar la teoría de Darwin con todas sus carencias a un dogma aceptado y que fuera celebrada como el feliz presagio de una nueva era de la ciencia moderna.

 

Siguiendo la tradición y en la misma línea de pensamiento tenemos a Leonard Huxley (1860 – 1933), hijo de T. H. y padre de Aldous; maestro y escritor, publicó en 1926 su «Progress and the Unfit» (“El progreso y los no aptos”), obra que se utilizaría para promover el movimiento eugenésico. En el libro, Leonard Huxley afirma que la ciencia moderna solo debe observar la interdependencia del cuerpo y la mente, que la existencia del alma ha sido desacreditada por la ciencia moderna y, por lo tanto, que las condiciones para mejorar la condición humana y aumentar la calidad de vida deben depender únicamente de los aspectos social y biológico.

Continúa afirmando que la sociedad moderna tolera la proliferación de los débiles mentales y esto crea una carga cada vez mayor para sí misma. Afirma que los defectos mentales (desde el comportamiento delictivo, la locura, las deformidades físicas y las formas de retraso mental hasta las adicciones como el alcoholismo y el juego, o incluso la falta de vivienda, las deudas masivas, etc..) debían considerarse cualidades hereditarias y no contribuyen al progreso humano.

Por lo tanto, aquellos en posesión de tales cualidades no deseadas deben ser segregados de la sociedad o esterilizados. Reconoce que tales medidas pueden parecer inmorales, pero que solo es inmoral cuando se usa la coerción contra personas de «inteligencia normal», para aquellos que se consideran anormales, incapaces de usar la razón, tales estándares de moralidad no se deberían aplicar.

 

 

Continuaremos ahora con la familia Darwin, sin duda notoria también por sus grandes ejemplos de  “librepensadores”; mencionaremos que aunque no se ha podido probar la filiación masónica de Charles Darwin, sí parece probada la de su padre Robert Darwin y sobre todo la de su abuelo, Erasmus Darwin (1731 – 1802), francmasón de alto grado, naturalista polifacético y fecundo autor que ya en algunos de sus escritos esbozaba las líneas maestras de lo que serían las teorías darwinianas propuestas por su nieto al mundo (la escritora Mary Shelley reconoció la influencia del pensamiento de Erasmus en la redacción de “Frankenstein”, lo cual es sumamente descriptivo). Se podría decir que Charles Darwin fue precedido y bien aleccionado por sus mayores y que la familia Darwin durante varias generaciones fue un auténtico think tank de presión a favor del evolucionismo científico y el escepticismo religioso. En cuanto a T. H. Huxley, se acepta que también fue un alto cargo francmasón.

 

 

En general, como resultado de la proliferación de estas teorías se habrían de introducir sutilmente dos nociones o “caballos de Troya” en el pensamiento de la sociedad de la época, destinados a germinar y crecer en una línea a largo plazo con resultados posiblemente planificados y evidentemente relacionados con el pensamiento eugenista:

1 – La naturaleza, y por lo tanto uno podría decir que el Universo, no estaba gobernado con un propósito sino más bien por el azar.

2 – El hombre no era más que animal evolucionado, que ya no estaría entre los Hijos de Dios, ni se consideraría partícipe de ningún designio divino o sagrado.

Y si el hombre no es más que un animal, ¿qué le importan las verdades superiores? ¿Qué más necesitaría además de las formas simples de comodidad y felicidad tal como se describen en “Un mundo feliz”?

 

 

 

 

Entretanto, los “elegidos” disfrutaban sin complejos de la “dolce vita”. Durante la Primera Guerra Mundial, Aldous Huxley pasó mucho tiempo en Garsington Manor, magnífica mansión y hogar de Lady Ottoline Morrell y su esposo Phillip Morrell (político y miembro del Parlamento), ambos grandes mecenas de intelectuales y artistas británicos, además de convencidos eugenesistas (colaborarían en la fundación de la Sociedad Eugenésica de Londres en 1907). Fue en Garsington Manor donde conoció Aldous a su primera esposa, Maria Nys, una refugiada belga en tiempos de guerra que había sido invitada a quedarse con Lady Ottoline Morrell. María, que era bisexual, había entablado una relación amorosa de varios años con Lady Ottoline, y finalmente aceptó casarse con Aldous en 1919 manteniendo un matrimonio abierto de mutuo consenso.

Y también fue en Garsington Manor donde Aldous conoció a otro polifacético intelectual, Bertrand Russell (quien por cierto había tenido también un largo affaire con lady Ottoline, al parecer una señora muy liberada para los estándares de la época), aunque consta que T. H. Huxley ya se relacionaba con los padres de Bertrand Russell, lord y lady Amberley. Aldous y Bertrand coincidirían además en las reuniones del Grupo Bloomsbury, influyente círculo de amigos del que luego hablaremos.

Parece que Aldous tuvo estrecha relación con Bertrand Russell como lo hizo con H. G. Wells, y es evidente que estuvo muy influenciado por los trabajos de ambos. En 1932, Russell parece ser que reclamó en una carta a su editor que «Brave New World» era sólo un desarrollo de su ‘The Scientific Outlook'», añadiendo que «el paralelismo es muy grande, incluyendo detalles”. Según se dice Russell llegó a considerar acusar a Aldous de plagio, aunque su editor lo disuadió de hacerlo. Ciertamente en «The Scientific Outlook» de Russell, publicado en 1930, se describen diversos hechos muy parecidos a los descritos por Huxley en “Un mundo feliz” posteriormente. A pesar de todo, B. Russell parece coincidir con Aldous H. en su deriva intelectual desde un cierto apoyo a la eugenesia a un punto de vista más acorde con el transhumanismo que estaba por venir.

El Grupo de Bloomsbury era una asociación elitista de escritores, intelectuales y artistas ingleses; se caracterizó por su compromiso con la experimentación artística, la libre expresión sexual y la búsqueda de la verdad y la belleza, según declaraban, además de su desprecio por la religión. Eran abiertamente reaccionarios contra los hábitos burgueses, los rituales sociales y las convenciones de la vida victoriana, y presumían de un selecto sibaritismo asumiendo sin rubor cualquier actitud que les facilitara el “bon vivant”. Algunos miembros o cercanos al grupo, como ya hemos dicho de Aldous Huxley, coincidieron en la mansión de lady Ottoline.

El grupo tuvo una destacada influencia en el arte y la cultura de su tiempo, en buena parte por su mutuo apoyo como círculo de pensamiento homogéneo y sus nada desdeñables relaciones dentro de la alta sociedad inglesa. Se disolvió antes de mediados del siglo XX, pero fue otro «experimento social» que representaba los intentos de una élite determinada por romper con los esquemas tradicionales, en todos los sentidos.

 

 

DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA

Llegados a este punto y para ir percibiendo cómo se iban llevando a la práctica lo que hasta ahora solo eran teorías más o menos avanzadas, conviene que hablemos de la Sociedad Fabiana, de la que algunos de los principales personajes que nombramos fueron miembros y que entronca perfectamente con el contexto del artículo, pues reúne todo el ideario que venimos desgranando y parece ser que fue creada, al menos en parte, con el objeto de “ir preparando el camino”.

La Sociedad Fabiana fue fundada en 1884 en Londres, inicialmente como un movimiento de ideología socialista con el propósito de avanzar en la aplicación de los principios del socialismo democrático en la sociedad mediante reformas graduales. Es también conocida por formar los cimientos de lo que más tarde sería el Partido Laborista británico (que hacia 1922 ya era la segunda fuerza política en el país), al que hoy en día pertenece en calidad de agencia colaboradora e ideológica. Participó activamente en la creación y desarrollo de la Organización Internacional de Trabajo y otras agencias internacionales como la UNESCO (Julian Huxley era miembro fabianista).

Los fabianistas se caracterizaron por su pragmatismo, y pese a que en un principio pudo haber puntos de contacto pronto se distanciaron del marxismo; a diferencia de Karl Marx, que predicaba el cambio revolucionario visceral, su trabajo discurre por la evolución gradual y discreta de la sociedad hacia el socialismo según su acepción; esto implica la evolución y progreso de las instituciones de gobierno y administración hacia su meta. En 1889 se publicaron los “Ensayos Fabianos”, que contienen el programa de la sociedad. Este programa aborda una variedad de temas, incluyendo la reforma del sistema educativo, la nacionalización de la tierra, la abolición del trabajo infantil y la creación de un sistema de seguridad social. En general, los ensayos abogaban por un mayor papel del Estado en la regulación de la economía y la promoción del bienestar social.

El emblema de la Sociedad Fabiana es un lobo con piel de cordero, lo cual resume muy adecuadamente todo su “modus operandi”. Los fabianistas utilizan como principal estrategia política la técnica denominada «permeabilidad», que consiste en la infiltración gradual en las instituciones políticas, económicas y sociales existentes con el fin de transformarlas desde dentro, lo cual es prácticamente antesala de la «manipulación del consenso» (que es la práctica de influir en la percepción pública sobre un tema o cuestión, a través de medios que van más allá de los argumentos lógicos o la evidencia empírica).

Los primeros fabianistas fueron intelectuales y miembros de la alta sociedad británica, unidos por una particular visión “utópica” socialista humanista: nombres como el economista y político Sidney Webb o el nobel y eugenesista George Bernard Shaw figuraban a la cabeza de la Sociedad Fabiana ya en 1884, apenas tres meses después de su fundación. Junto con otros personajes más o menos conocidos como Beatrice Potter (millonaria esposa de Webb), Annie Besant (que inspiró a la Sociedad Fabiana con el pensamiento de la Sociedad Teosófica y la francmasonería), el político Graham Wallas (que extendió la influencia de la sociedad a los EEUU), el ínclito H. G. Wells o el aristocrático nobel Bertrand Russell, la transformaron en un importante club político-intelectual inglés. En 1895, algunos de estos miembros prominentes fundarían la London School of Economics, la escuela fabiana oficial que se convirtió en un centro de control ideológico y de reclutamiento de talentos a nivel mundial a lo largo del siglo XX, y por supuesto una de las principales universidades de Inglaterra: algunos de los miembros que han estudiado en esta escuela son nombres como David Rockefeller, George Soros o Richard Perle (oscuro neoconservador estadounidense apodado “el príncipe de las tinieblas» y ejemplo del dantesco grupo de straussianos que pugnan por gobernar el mundo) con lo cual, aunque muchos otros personajes relevantes más o menos “neutrales” pasaron por allí, podemos hacernos una idea de las auténticas credenciales de la escuela y su importancia en el engranaje del “nuevo orden”.

A lo largo del siglo XX, la Sociedad Fabiana penetraría en todas las ramas del gobierno, el ejército, el mundo académico, los medios de comunicación e incluso los consejos de administración de empresas privadas a lo largo de todo el mundo, creando sistemas globales de quintas columnas operando dentro de esquemas jerárquicos (casi nunca con suficiente transparencia) con un determinado fin. H. G. Wells, cuyo paso por la Sociedad Fabiana fue muy dinámico, resumirá en 1940 el credo liberal-socialista de estas élites de la angloesfera en un libro con el título simple e inquietante de «El Nuevo Orden Mundial».

 

No nos extenderemos más hablando de la Sociedad Fabiana, ya que su misión afecta más al terreno político social (es campo abonado para los amantes de las conspiraciones a escala mundial) y su vinculación o relación con el espiritualismo se reduce a los extremos que ya hemos mencionado, además de la introducción de parte del pensamiento teosófico o masónico aplicado mayormente al cambio social, característica muy común en todo el movimiento intelectual que venimos describiendo.

 

 

OTRAS OPINIONES

Aunque pueda parecer que a comienzos del siglo XX la eugenesia había acaparado la mentalidad de la comunidad científica casi por completo, esto no era realmente así. Hubo muchos científicos que se opusieron a estas opiniones y teorías que en muchos países no pasaron de ocupar un simple debate formal. Mencionaremos un ejemplo muy digno de estos “disidentes”: Max Planck, físico alemán (1858 – 1947) se identificó políticamente como conservador y nacionalista alemán, aunque se distanció públicamente del nazismo y la eugenesia. En su trabajo, Planck desafió las ideas científicas establecidas de su época y ayudó a impulsar la revolución científica que dio lugar a la física moderna. De hecho, sus descubrimientos fueron claves en el desarrollo de la teoría cuántica.

Fue muy explícito cuando opinó:

“Como hombre que ha dedicado toda su vida a la ciencia más lúcida, al estudio de la materia, puedo decirles como resultado de mi investigación sobre los átomos esto: no existe la materia como tal. Toda la materia se origina y existe sólo en virtud de una fuerza que hace vibrar la partícula de un átomo y mantiene unido el más diminuto sistema solar del átomo. Debemos asumir detrás de esta fuerza la existencia de una mente consciente e inteligente”.

Planck entendió claramente que para que los seres humanos estén hechos a la imagen viva de un Creador, necesariamente debemos haber estado dotados de una cualidad de libre albedrío. La existencia del libre albedrío nos dio la opción de desarrollar o no esas cualidades creativas y amorosas que eran innatas en nosotros al nacer, pero a las que los robots y los animales no tenían acceso. Las máquinas solo podían hacer aquello para lo que fueron programadas por las personas y los animales solo podían hacer aquello para lo que fueron programados por Dios, pero los seres humanos podrían desobedecer su naturaleza.

Al describir su visión de la ciencia y la naturaleza humana, Planck declaró:

“La ciencia no puede resolver el misterio último de la naturaleza, y eso es porque, en última instancia, nosotros mismos somos parte de la naturaleza y, por lo tanto, parte del misterio que estamos tratando de resolver. La música y el arte son, en cierta medida, también intentos de resolver, o al menos expresar, ese misterio. Pero, en mi opinión, cuanto más progresamos con cualquiera de los dos, más nos ponemos en armonía con toda la naturaleza misma. Y ese es uno de los grandes servicios de la ciencia al individuo”.

 

Como contrapartida, ya hemos mencionado el importante papel de Julian Huxley como creador del término “transhumanismo”, es decir, como eslabón entre el más puro pensamiento eugenesista del siglo XIX y su consecuente progreso, de la mano de los últimos avances científicos ya bien entrado el siglo XX.

Respecto a ello, como fundador de la UNESCO, obviamente ya situado bastante alto en la pirámide, dijo cosas muy interesantes como estas, extraídas de algunos de sus discursos:

    “La moraleja para la UNESCO es clara. La tarea que se le ha encomendado de promover la paz y la seguridad nunca podrá realizarse en su totalidad a través de los medios que se le han asignado: la educación, la ciencia y la cultura. Debe prever alguna forma de unidad política mundial, ya sea a través de un gobierno mundial único o de otro modo, como único medio seguro de evitar la guerra… en su programa educativo puede subrayar la necesidad última de una unidad política mundial y familiarizar a todos los pueblos con las implicaciones de la transferencia de la plena soberanía de las naciones separadas a una organización mundial”.

Aquí da más detalles:

    “Por el momento, es probable que el efecto indirecto de la civilización sea disgenético (refiriéndose a la selección de variables genéticas negativas o defectuosas) en lugar de eugenésico, y en cualquier caso parece probable que el peso muerto de la estupidez genética, la debilidad física, la inestabilidad mental y la propensión a las enfermedades, que ya existen en la especie humana, resulten una carga demasiado grande para que se logre un progreso real. Por lo tanto, aunque es muy cierto que cualquier política eugenésica radical será durante muchos años política y psicológicamente imposible, será importante que la UNESCO vele por que el problema eugenésico sea examinado con el mayor cuidado y que la mente del público sea informada de las cuestiones que están en juego para que mucho de lo que ahora es impensable pueda al menos llegar a ser pensable.”

La última frase suena como una auténtica ventana de Overton… pero décadas antes de que se formulara la teoría overtoniana.

Y así describía su “novedoso” concepto de transhumanismo:

“Hasta ahora la vida humana ha sido, en general, como el filósofo Hobbes la describió, «desagradable, brutal y corta»; la gran mayoría de los seres humanos (si aún no han muerto jóvenes) han sido afectados con la miseria… podemos sostener justificadamente la creencia de que existen estas tierras de posibilidad, y que las actuales limitaciones y frustraciones miserables de nuestra existencia podrían ser en gran medida sobrellevadas… La especie humana puede, si lo desea, trascenderse a sí misma y no sólo de forma esporádica, un individuo aquí de una manera, un individuo de otra manera, sino en su totalidad, como humanidad.”

 

 

Por otro lado, la “veneración” del ADN es una continuación y resultado de la teoría de la evolución de Darwin; así es como se terminó incorporando toda esta idea transhumanista y cómo pasamos de ser comparados con simios a ahora ser comparados con computadoras.

El descubrimiento de la estructura molecular del ADN fue aclamado como el santo grial cuando fue realizado por primera vez en 1953 por los biólogos Watson y Crick. Aparentemente, todo lo que somos ya estaba contenido dentro de las supuestas instrucciones moleculares que teníamos dentro de nosotros, que no solo instruían cómo debíamos ser formados físicamente, sino que establecían el modelo de cómo nuestras personalidades, nuestros temperamentos, nuestros deseos, nuestras adicciones, nuestras depravaciones debían ser programadas dentro de cada uno de nosotros.

Aquellos que defendieron este punto de vista hasta el extremo comenzaron a negar que existiera el libre albedrío y afirmar que todos habíamos sido programados desde el nacimiento y, por lo tanto, predeterminados en cada acción y resultado dentro de nuestras vidas. El Proyecto del Genoma Humano (1990 – 2003), que se propuso mapear toda la secuencia de ADN presente en el ser humano, pretendía además encontrar los genes deterministas detrás de rasgos no deseados como las adicciones perniciosas, taras o defectos congénitos.

Sin embargo, hasta el día de hoy no existe ninguna prueba de que los genes determinen tales cosas. El proyecto recopiló con éxito una gran cantidad de datos, pero en gran parte son datos sin ningún significado ni misión como codificadores de proteínas (se ha catalogado aproximadamente el 98% de nuestro ADN como «ADN basura», ahora denominado “ADN no codificante”). Curiosamente, es ese ADN no codificante el más interesante, ya que ejerce entre otras cosas como regulador de los propios genes, pero lo cierto es que se desconoce su funcionamiento.

Sin embargo, se sigue creyendo oficialmente que los genes son los que codifican toda nuestra existencia. El biólogo británico Dawkins fue más allá y agregó el concepto del llamado «gen egoísta», que afirma que los genes son los verdaderos protagonistas de la evolución, y que los organismos individuales son simplemente vehículos temporales para la supervivencia y reproducción de los genes y están supeditados al “comportamiento” de estos, incluso si se debe sacrificar el éxito del organismo en sí.

Durante los últimos 70 años, los libros de texto universitarios y la investigación han seguido incuestionablemente este dogma de la determinación absoluta por el ADN.

 

 

 

 

 

 

LA UTOPIA MODERNA DE MONTE VERITÀ

 

“…Si la primera mitad del siglo XX fue la era de los ingenieros técnicos, la segunda mitad bien puede ser la era de los ingenieros sociales – y el siglo XXI, supongo, será la era del Mundo de los Controladores, el sistema de castas científicas y Un Mundo Feliz… Los dictadores más antiguos cayeron porque nunca pudieron proporcionar a sus súbditos suficiente pan, suficientes circos, suficientes milagros y misterios… Bajo una dictadura científica, la educación realmente funcionará, con el resultado de que la mayoría de los hombres y las mujeres crecerán para amar su servidumbre y nunca soñarán con la revolución. No parece haber ninguna buena razón por la que una dictadura completamente científica deba ser derrocada”.

 “Regreso a un mundo feliz” (Aldous Huxley, 1958)

Esto se refiere a la revolución definitiva, el “Gran Reinicio”, que será la última de las revoluciones, la revolución más perfecta que acabará con cualquier necesidad de más cambios, ya que finalmente habremos logrado un orden mundial estable. Y debía ser una revolución silenciosa, pero constante; clandestina, pero a la vez manifiesta a plena vista.

Sería el comienzo de la era de los Controladores Mundiales y se considerará una utopía moderna, ya que todos estarán supuestamente contentos con la realidad controlada que da forma a su casta, una casta que habrá sido determinada científicamente.

 

 

 

La Comuna de Monte Verità (Monte de la Verdad) fue una comunidad de artistas, filósofos y pensadores que se estableció en una colina cerca del pequeño pueblo de Ascona (Suiza) a principios del siglo XX. Fue fundada por un grupo de idealistas que buscaban un estilo de vida más natural y auténtico, basado en la filosofía de la vuelta a la naturaleza y a una existencia más sencilla y saludable.

La comunidad surgió en 1900 de la mano de los artistas acomodados Ida Hofmann y Henri Oedenkoven, con el objeto de organizar un lugar de encuentro para artistas, pensadores y activistas interesados en la práctica de dichos objetivos naturalistas y en el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa. La comuna fue una de las primeras comunidades alternativas existentes en Europa y tuvo una gran influencia en el desarrollo de la contracultura y el movimiento hippie de la década de 1960, por lo que nos interesa de manera especial como “vínculo” entre la teoría y la puesta en práctica de los conceptos “alternativos” que venimos analizando, con origen verificable en el siglo XIX, y es por ello por lo que la estudiaremos brevemente.

La comuna al principio fue conocida por su estilo de vida bohemio y naturista, y sus miembros se preciaban de su compromiso con la ecología, el vegetarianismo, la naturaleza, la vida en comunidad y la libertad sexual. En Monte Verità, los miembros practicaban la meditación, el yoga, la danza y el arte, y organizaban conferencias y debates sobre una amplia gama de temas relacionados. La comunidad fue muy activa entre 1900 y 1920, atrayendo a una variedad ecléctica de visitantes, desde anarquistas, teósofos, comunistas, psicoanalistas, vegetarianos, bailarines, nudistas y bohemios por igual. Entre los habituales notables de Ascona se encontraban Herman Hesse, Carl Jung, el fundador de la antroposofía Rudolf Steiner, el poeta Rainer Maria Rilke, la actriz y cantante alemana Hildegard Knef, Annie Besant (cómo no) y el pintor Max Ernst, entre otros muchos. Esto promovió evidentemente vínculos de la comuna con movimientos culturales de la época, como el dadaísmo y el surrealismo (entre otros, sobre todo de vanguardia) aparte de relación directa con movimientos ocultistas contemporáneos o grupos como la Orden de la Aurora Dorada o la Sociedad Teosófica, sobre lo que luego hablaremos más en detalle. Por las características de la comuna se puede comprender que muchos de los miembros se interesaban por la filosofía esotérica a la moda, las prácticas místicas sobre todo de estilo orientalista, o la comunicación con seres extraterrestres (incluídos los maestros espirituales de la Besant).

Aunque no hay constancia del paso de Aldous Huxley por la comuna de Monte Verità, existe una evidente similitud de creencias y la filosofía de la comuna pudo muy posiblemente haber influido en cierta medida en el autor. Lo que sí consta es que en la novela de H. G. Wells “Utopía moderna” (1912) se describe una sociedad futura que tiene grandes similitudes con la comuna de Monte Verità y “En un mundo liberado” (1914) el autor cita la región de Ascona a propósito de la comunidad idealista que allí se ubica.

Uno de los personajes más interesantes que pasó por la comuna fue Otto Gross (1877 – 1920). Merece la pena extenderse un poco hablando de el: Otto Gross fue un médico y psicoanalista austriaco que se destacó por sus ideas revolucionarias en el campo de la psicología y su estilo de vida “bohemio” (por no decir freaky). Fue uno de los primeros psicoanalistas en desafiar las ideas de Sigmund Freud (también fue uno de sus primeros discípulos) sobre la sexualidad y la moralidad, y argumentó que la libertad sexual era esencial para la salud mental. También defendió la idea de que la revolución social era necesaria para liberar a las personas de la opresión y la represión de la sociedad. Vivió una vida turbulenta y polémica, llena de escándalos y problemas con la ley, y murió a los cuarenta y dos años en la pobreza y el olvido. Sin embargo, su legado como precursor de la psicología moderna y la contracultura sigue siendo relevante hoy en día. Personaje muy controvertido, se le recuerda o como el antihéroe libertario e idealista de la psiquiatría moderna, como un esquizofrénico adicto y voluble traumatizado, o como una mezcla efervescente de ambas cosas.

En 1905, Gross se mudó a la comuna de Ascona y rápidamente destacó entre los diversos miembros. Otto Gross era considerado una fuerza importante en el floreciente campo del psicoanálisis y también se convirtió en una figura clave en los círculos anarquistas y pseudo espiritualistas. Dirigía sesiones de psicoanálisis, en las que aconsejaba a sus «sujetos» que representaran libremente sus fantasías sexuales, a menudo ofreciéndose él mismo para las prácticas, lo que hizo que la mayoría de sus pacientes se convirtieran en sus amantes. Gross además quería revivir el misticismo pagano, con el aderezo de participar en orgías sexuales improvisadas y terapéuticas.

En 1908, la adicción de Gross a la morfina, la cocaína y el opio (que arrastró durante gran parte de su corta vida), le llevaría a ser internado en un hospital psiquiátrico de Zurich, donde fue puesto al cuidado de Carl Jung por recomendación expresa de Freud. Jung diagnosticó a Gross como esquizofrénico con demencia precoz. Sin embargo, en el transcurso de la terapia, Carl Jung afirmó que toda su visión del mundo había cambiado cuando intentó analizar a Gross y en parte le dio la vuelta. Esto llevó a Jung a visitar Monte Verità por sí mismo, después de lo cual adoptó algunas de las ideas de Gross, interesándose por el culto pagano al sol y la mitología solar. También incorporaría el adulterio como remedio universal para ciertos desórdenes psicológicos. Gross acabaría escapándose del hospital furtivamente, pero sin duda consiguió influenciar profundamente a Jung, con la total aquiescencia de este.

Hermann Hesse y Jung fueron algunos entre los muchos se habían encontrado bajo el hechizo de Otto Gross. Llegó a relacionarse también con Franz Kafka, sobre el que también pudo tener cierta influencia, según se dice plasmada en la obra “El proceso”.

Gross creía que, para lograr la libertad, uno nunca debe reprimir ningún deseo. Nada estaba prohibido por aparentemente irracional que fuera. Gross creía que la civilización occidental estaba en el centro de esta opresión de la libertad del individuo. Para el, aquellos que venían a Monte Verità en última instancia estaban todos enfermos, y se enfermaron por los ideales y valores represivos de la civilización occidental.

En Monte Verità, Gross prometió curarlos despertando el deseo animal desde adentro, liberándolos de sus inhibiciones, miedos y encarcelamientos mentales. Era poco común que Gross no tuviera relaciones sexuales con su paciente como parte de la terapia prescrita.

Gross se volvió cada vez más activista político, planeando “fundar una universidad libre desde la cual atacar a la civilización occidental, las obsesiones de la autoridad tanto interna como externa, los lazos sociales que éstas imponían, las distorsiones de una forma de sociedad parasitaria, en la que todos se veían obligados a vivir de los demás para sobrevivir”. Aunque este proyecto no se hizo realidad (Otto Gross se volvió demasiado inestable para liderar cualquier tipo de proyecto), es interesante notar que entre los objetivos de la nueva escuela estaba la fusión del psicoanálisis freudiano con las teorías marxistas de la sociología para poder participar en una guerra cultural internacional que crearía las condiciones para una revolución global definitiva.

Como parte de su terapia radical, Gross alentó y colaboró en los suicidios de Lotte Hattemer (1906), una de las primeras pobladoras de Monte Verità, y Sophie Benz (1911), pintora residente en la comuna, según parece como forma de liberación radical.

Había diagnosticado que las dos mujeres padecían una enfermedad mental incurable (demencia precoz), y les proporcionó el veneno con el que se suicidaron. Informó a los psiquiatras en 1913 (durante una de sus muchas visitas al manicomio entre 1912 y 1920): “Cuando ya no pude intervenir analíticamente, tuve el deber de envenenarla”, en referencia a Sophie Benz. A raíz de estos hechos sería internado en una institución psiquiátrica para evitar ser juzgado por asesinato y suicidio asistido.

Gross murió en 1920, pocos días después de haber sido encontrado en la calle, casi muerto de hambre y con síntomas de congelación, después de varios años de entrar y salir de asilos e instituciones mentales y con una adicción a las drogas crónica. Algunos le han considerado el “abuelo” del movimiento contracultural del siglo XX, y ciertamente ni Sid Vicious llegó a tener una vida más tortuosa y ejemplarmente contracultural.

 

 

continúa en la tercera parte…………………………………

 

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies