«Encuentros con hombres notables» es un libro del místico G. I. Gurdjieff, publicado por primera vez en 1963.
A lo largo de una decena de años y con el fin de dejar un legado escrito de su doctrina Gurdjieff escribió prácticamente toda su obra, entre la que se encuentra este libro que sin duda podríamos calificar como el más legible o más asequible de todas sus obras escritas. Se trata de un libro aparentemente autobiográfico, escrito en primera persona, directo y lleno de anécdotas y curiosidades hasta el punto de que Gurdjieff parece disfrutar y emocionarse desvelando detalles de su vida personal; no obstante, tras la lectura da la impresión de que el autor se está guardando algo en la manga, quizás lo más importante y trascendente.
La obra escrita de Gurdjieff fue publicada tras su muerte: este libro en concreto se entregó al público más de una década después del fallecimiento del autor, y tiene el invaluable mérito de arrojar luz y aportar ciertas precisiones sobre la parte más misteriosa de su vida que es la etapa transcurrida entre su infancia y las fechas precedentes a la creación en Moscú del Instituto para el desarrollo armónico del hombre (o el comienzo propiamente dicho de su etapa dedicada a la enseñanza). Es decir, que el libro abarca prácticamente todo el período que el autor dedicó a su búsqueda y crecimiento espiritual personal, fundamentalmente en el Cercano y Lejano oriente.
“Encuentros con hombres notables” fue el segundo volumen que escribió, dentro de la magna obra “Del todo y de todas las cosas” que se propuso realizar y que al final quedaría incompleta. Según el propio Gurdjieff, el sentido de este segundo libro era “hacer conocer el material necesario para una reedificación, y probar la calidad y solidez del mismo”. Anteriormente con su extensa primera obra (“Relatos de Belcebú a su nieto”) pretendió “extirpar las creencias y opiniones arraigadas en el psiquismo de los hombres acerca de todo cuanto existe en este mundo”. Estas declaraciones sugieren una línea preconcebida que uniría toda su obra escrita y que incluso mantendría un orden que podría ser advertido y verificado tras su lectura, la cual favorecería supuestamente una “apertura de conciencia” progresiva en el lector.
¿De qué manera sería posible que la lectura este libro, como hemos dicho de marcado tono autobiográfico, podría ayudar al despertar de la conciencia? ¿Qué tipo de enseñanza oculta podría contener entre sus líneas? El propio Gurdjieff aporta algunas claves, además de la arriba mencionada declaración de intenciones y de la observación de su regla de las tres lecturas, pues el mismo declaró firmemente que sus libros debían leerse hasta tres veces para poder captar todo su significado.
Seguramente el propósito principal de Gurdjieff no fue escribir una autobiografía; su objetivo no es hablar de sí mismo, sino más bien de los hombres que ha conocido y de alguna manera le han impactado o representan ciertos arquetipos para él. Hombres que han demostrado ser notables por su coraje y resistencia, su inteligencia e ingenio, su firmeza de propósito y perseverancia frente a grandes dificultades. Al final se deduce que su objetivo no es hablarnos de hombres notables de forma meramente biográfica, sino usar esta forma biográfica para dar respuesta a preguntas profundas y difíciles y para validar los principios de su filosofía y enseñanzas en ejemplos concretos de excelencia inusual. Así Gurdjieff satisface al curioso y si la intriga del lector se transforma en un verdadero deseo de conocimiento, se verá recompensado más allá de sus expectativas.
Esta es, pues, la historia de una rara aventura con tesoros por descubrir en cada recodo del camino. Es una aventura basada en la extraordinaria vida temprana de Gurdjieff y en su búsqueda a través de regiones remotas e inexploradas de esas antiguas verdades que podrían servir para desarrollar la conciencia del hombre contemporáneo. Recibe su esencia de los emocionantes y a menudo conmovedores relatos de aquellos que lo criaron y formaron y de aquellos otros que compartieron su inusual viaje. Es una aventura de superación y crecimiento mental: crecer, formarse, ir tras el conocimiento interior, descubrirlo y ponerlo a prueba en la práctica. Por lo tanto, es una aventura en dos mundos, y supondrá deleite y el enriquecimiento para el lector discernir dónde termina un mundo y comienza el otro.
Los hombres notables de Gurdjieff no desperdiciaron sus vidas cotidianas, sino que las usaron como el material para crear dentro de sí mismos un nuevo nivel de ser. El ejemplo de su ingenio y perseverancia en esta tarea revela los medios para que el hombre despliegue todo su potencial. A lo largo del libro, el autor sugiere un mundo de posibilidades para el hombre que será completamente nuevo para la mayoría de los lectores, posibilidades diseñadas para el hombre decidido a vivir, crecer y desarrollarse en un mundo complejo y exigente, no recluído en un monasterio remoto o en una torre de marfil.
Según el propio Gurdjieff:
“Sólo puede ser llamado notable el hombre que se distingue de los que le rodean por los recursos de su espíritu y porque sabe contener las manifestaciones provenientes de su naturaleza, mostrándose al mismo tiempo justo e indulgente hacia las debilidades de los demás.”
Este libro está estructurado en una serie de capítulos cada uno de los cuales está dedicado a un personaje considerado por el autor como una influencia benigna en el desarrollo de su propia persona: un “hombre notable”. Aparte de esto, se introducen en ciertos puntos referencias a otros personajes con los que tuvo contacto el autor y que podrían tener cierta relevancia, o al menos consta que le impresionaron y son dignos de mención. También es interesante el hecho de que algunos de los hombres notables repasados pertenecieron, según las propias palabras del autor, al escurridizo grupo de los “Buscadores de la Verdad”; de hecho, la mayoría de la información que se tiene acerca de los supuestos miembros y actividades de este quijotesco grupo es gracias a este libro, pues fuera de él Gurdjieff no fue nunca muy explícito con respecto a esa información.
También afirma el autor que lo que le incitó a escribir este libro estructurado de esta manera fue el hecho de que, llegado a un cierto punto, en sus viajes se había percatado de que mucha gente le consideraba poco menos que un mago, o experto en cuestiones del más allá; esto provocó que una cantidad cada vez mayor de personas acudieran a él en busca de asesoramiento o por simple curiosidad: según él mismo dice “todos los que me conocían se creían con derecho a venir a molestarme para satisfacer su curiosidad acerca del más allá, o bien para obligarme a darles detalles sobre mi vida personal o referirles algunas de mis aventuras de viaje. Y por cansado que estuviese tenía absolutamente que contestar algo, de lo contrario se ofendían y luego, animados por sentimientos hostiles hacia mí, esparcían palabras malévolas buscando desacreditarme tanto personalmente como en mis actividades”
De este modo, al exponer el material del libro en relatos separados en los cuales se incluyen ciertas ideas concretas Gurdjieff podía contestar a los curiosos indicándoles tal o cual capítulo mediante cuya lectura podrían satisfacer inmediatamente su “curiosidad automática”.
Según él mismo cuenta, Gurdjieff se propuso básicamente dar respuesta en el libro a nueve preguntas fundamentales, las cuestiones que consideró más reiteradas de cuantas le formulaban:
¿Qué hombres notables había yo encontrado?
¿Qué maravillas había visto en Oriente?
¿Tiene el hombre un alma, y es esa alma inmortal?
¿Es libre la voluntad del hombre?
¿Qué es la vida y porque existe el sufrimiento?
¿Creía yo en las ciencias ocultas y en el espiritismo?
¿Qué es el hipnotismo, el magnetismo, la telepatía?
¿Cómo fui llevado a interesarme en tales asuntos?
¿Cómo había llegado a concebir mi sistema y a ponerlo en práctica en el instituto que lleva mi nombre?
Pero aparte de cualquier cosa que este libro pudiera ser o de la mentalidad con que se le pueda abordar, en su base es la expresión subliminal de un sistema de ideas místicas y esotéricas que conciernen al crecimiento espiritual del hombre. El objetivo principal de este sistema es el desarrollo de las posibilidades latentes del hombre. Los hombres de Gurdjieff ejemplifican uno u otro aspecto de este desarrollo o descubren los medios para potenciar tales posibilidades.
Comienza Gurdjieff la relación de sus personajes notables conocidos por su propio padre, lo cual es muy apropiado ya que fue de quien recibió sus primeras y más profundas impresiones. Fue uno de los últimos ashohks o bardos, personas que transmitían oralmente historias y leyendas antiguas de generación en generación; vivía según principios que no se basaban en la ética o la moral convencionales, sino en una sabiduría particular que emanaba de su propio estado de ser. Su padre, aparte de enseñarle sus propios principios, le asesoró en todos los aspectos de la vida con consejos directos y simples.
Su insistencia en obedecer sus propios mandamientos, incluso en un mundo que en muchos sentidos era contrario a ese modo de vida, inevitablemente produjo dificultades que él afrontó con singular coraje. Gurdjieff recuerda:
“…toda la grandeza de la calma de mi padre y el desprendimiento de su estado interior en todas sus manifestaciones externas, a lo largo de las desgracias que le sobrevinieron. Ahora puedo decir con certeza que, a pesar de su lucha desesperada con las desgracias que le asaltaban como si vinieran del cuerno de la abundancia, continuó, entonces como antes, en todas las circunstancias difíciles de su vida, conservando el alma de un verdadero poeta.”
Y le inculcó a Gurdjieff un profundo amor por altos ideales como: ser cortés exteriormente con todos sin distinción, ya sean ricos o pobres, amigos o enemigos, poseedores de poder o esclavos, y a cualquier religión que pertenezcan, pero interiormente permanecer libres y nunca poner mucha confianza en nadie ni en nada. O amar el trabajo por el trabajo y no por su ganancia.
Enlaza el autor el segundo capítulo hablando de su primer maestro, un hombre religioso distinguido por la amplitud y profundidad de sus conocimientos y que ejerció como su tutor. Para Gurdjieff, las enseñanzas del Padre Borsch fueron un complemento ideal a las de su propio padre. Gurdjieff le atribuye el mérito de ser “el fundador y creador de mi individualidad actual, y por así decirlo, el tercer aspecto de mi dios interior”
Aún muy joven pero ya bastante avezado, Gurdjieff conoce y se relaciona con Bogatchevsky, o padre Evlissi, otro religioso que fue su maestro también. Aparte de las lecciones escolares del padre Evlissi, en su trato extraescolar con el Gurdjieff toma contacto con la parapsicología y adquiere gran interés y una perspectiva crítica de esta paraciencia y de los fenómenos asociados a ella.
Aquí se abre una etapa en la vida de Gurdjieff en la que predomina su interés por los fenómenos sobrenaturales, y pone todo su afán en buscar explicación a dichos fenómenos en los libros o visitando a hombres de ciencia buscando respuestas. Con el tiempo vio que la ciencia no le ofrecía explicaciones satisfactorias, por lo que decidió orientar su búsqueda hacia la religión. Fue cuando comenzó a visitar lugares sagrados, realizar peregrinaciones o viajes a monasterios donde hablaba con los religiosos a la vez que se aficionaba a la literatura religiosa.
En esta tesitura conoce al joven Pogossian, su primer gran amigo, con el que comparte su afición por el afán de conocimiento y con el que se inicia seriamente en la búsqueda de respuestas a sus dilemas religioso-filosóficos. Con el tiempo ambos camaradas se embarcan en grandes aventuras dignas de una novela, algunas de las cuales Gurdjieff cuenta con bastante detalle.
Pogossian, al terminar sus estudios teológicos, comenzó embarcándose en la sala de máquinas de un barco y terminó amasando una gran fortuna como magnate naviero. Tenía una característica única; uno que hace que sus logros aparentemente fantásticos sean bastante creíbles: siempre estaba ocupado, siempre estaba trabajando en algo.
Nunca se sentaba, como se dice, con los brazos cruzados, y nunca se le veía acostado, como sus camaradas leyendo libros entretenidos que no aportan nada real. Si estaba ocioso se entretenía moviendo manos y pies como inquieto. Reconocía su tendencia a la pereza natural como cualquier hombre, pero hacía lo posible por superarla con toda perseverancia. Decía:
“Yo trabajo porque la única satisfacción real en la vida es trabajar no por obligación sino conscientemente; eso es lo que distingue al hombre de un asno de Karabaj, que también trabaja de día y de noche.”
Siguiendo en la etapa a la que llama su edad preparatoria, Gurdjieff menciona a Abram Yelov, un mercader de libros con el que compartía interés por la filosofía. Yelov sentía lo mismo por la actividad mental que Pogossian por la actividad física.
Cuenta Gurdjieff la relación especial que tuvo con el príncipe Liubovedsky, a quien conoció en uno de sus viajes casi por casualidad y con el que trabó amistad inmediatamente. El príncipe era otro buscador de la verdad de gran tenacidad, dedicado por entero a la búsqueda del sentido y objetivo de su existencia debido a ciertas circunstancias de su vida personal. Estamos en plena época juvenil de Gurdjieff, que por entonces recorría Asia experimentando todo tipo de aventuras. De este modo conoce a Ekim Bey, que tenía un ávido interés por el hipnotismo y al que describe como mago o hacedor de milagros y que le acompaña en algunos viajes a través de Asia y Africa.
El profesor Skridlov viene a continuación. Animado por su amor por la arqueología, se involucró en excavaciones en las ruinas del antiguo Egipto con la esperanza de encontrar el camino hacia la autorrealización. Skridlov fue un compañero de Gurdjieff en el misterioso grupo de los Buscadores de la Verdad; con el realizó algunos interesantes viajes, alguno de los cuales cuenta con detalle Gurdjieff además de anécdotas sucedidas junto al profesor.
Los hombres notables estaban relacionados con Gurdjieff por una profunda sed de verdad común. A pesar de la diversidad de sus antecedentes y procedencias, se formó un vínculo entre ellos como si se sintieran atraídos magnéticamente por un objetivo trascendental común. Acompañaron a Gurdjieff en las gratificantes odiseas realizadas por el Cercano y Lejano Oriente, trazando a la vez cada uno su propio destino. Así, cada capítulo es una rica mezcla de aventura, filosofía y biografía.
En el padre de Gurdjieff, por ejemplo, se ve la realización en el hombre de un «yo» (una entidad permanente, confiable y perdurable) atributo que es uno de los objetivos últimos del sistema de enseñanaza de Gurdjieff. Y a través de Bogachevsky, quien formuló un código para la moralidad objetiva, se revelan principios para guiar al hombre que busca adquirir estados superiores de conciencia…De este modo podemos extraer correspondencias entre el libro y las claves fundamentales de la escuela mística de desarrollo del hombre de Gurdjieff.
Sin embargo y después de todo, el hombre más notable es el propio Gurdjieff. No es que el use sus escritos para engrandecerse a sí mismo. Por el contrario, hace todo lo posible para dar crédito a quien lo merece e incluso atribuye a otros la responsabilidad de sus propios logros. Pero invariablemente aparece como un modelo de ingenio, inteligencia e imaginación.
Al final del libro existe un último capítulo añadido posteriormente a la obra y que se titula “La cuestión material”. Este capítulo aparentemente nada tiene que ver con el resto del libro. En él, Gurdjieff relata y pormenoriza las diversas maneras con las que gracias a su ingenio consiguió los recursos materiales suficientes para sufragar todas sus empresas, incluyendo su salida de Rusia y la estancia en Europa con la creación del Instituto para el desarrollo armónico del Hombre hasta su viaje a Estados Unidos. En este epílogo vemos a Gurdjieff sólo haciéndose cargo y dirigiendo este gran emprendimiento.
Una de las características más sobresalientes de Gurdjieff fue su incansable voluntad de arriesgar todas y cada una de las condiciones para llevar a buen término su búsqueda de conocimiento objetivo. A través de sus trabajos y sacrificios, Gurdjieff se convirtió en un canal mediante el cual el conocimiento sagrado de la antigüedad llegó al siglo XX. En su papel de maestro, Gurdjieff usó el conocimiento trabajosamente recogido de muchas fuentes para sintetizar un sistema que proporciona los medios para el desarrollo del Ser del hombre, un «yo» permanente, estados superiores de conciencia y todo lo que esto implica.
Este libro proporciona un testimonio indudable de que existe una cumbre de logros extraordinaria hacia la cual el hombre puede orientarse y esforzarse.
Finalmente, diremos algo acerca del estilo literario de Gurdjieff. A la hora de escribir, Gurdjieff no ocultaba su desdén por las convenciones gramaticales, a las que el llamaba irónicamente “el buen tono”; sin embargo, sentía un gran interés por los giros de la sabiduría popular, y manejaba con gran desenvoltura proverbios que atribuía al legendario personaje de la tradición sufí Mulaj-Nassr-Eddin, aunque algunas veces fueran de su propia cosecha. Como él mismo dijo: “En mi opinión, se puede perfectamente transmitir la quintaesencia de una idea por medio de anécdotas y de refranes elaborados por la vida misma”. Encuentros con hombres notables está salpicado de dichos proverbios en buena manera, sin llegar a hacer uso excesivo de ellos.
En sus tiempos más fértiles, ya en Francia, se le podía encontrar escribiendo en el Prieuré hasta altas horas de la noche; otras veces lo hacía en el famoso Café de la Paix, frente a la Opera de Paris, lugar que el mismo denominaba “su oficina”. Decía que cuando necesitaba una gran concentración, el ir y venir de todo tipo de personas a su alrededor estimulaba su trabajo.
Cuando terminaba un capítulo, lo hacía traducir rápidamente para leérselo a las personas que lo rodeaban, o en las sesiones de lectura comunal que organizaba, vigilando atentamente las reacciones de los oyentes con el fin de introducir algún cambio si lo consideraba necesario en función de esas reacciones.
Así, la escritura de Gurdjieff no resulta pomposa ni afectada. En el libro que nos ocupa, los sucesos y las ideas se entremezclan con total armonía sin estorbar ni alterar la línea narrativa, y abundan los detalles emotivos expresados con sencillez y honestidad, lo cual resulta grato para la lectura y contribuye a que se mantenga vivo el interés por el relato.
Se ha llegado a criticar este libro, afirmando que parte de su contenido fue pura invención de Gurdjieff, máxime si se analiza al nivel de su primer volumen “Relatos de Belcebú”. No sabemos si esto es cierto ni en qué medida o, en caso de ser verdad, cuál sería el objetivo del autor al hacerlo. En vista de todo lo repasado, bien podría ser que Gurdjieff hubiera introducido elementos de ficción en la obra con el objeto de dar forma a un trasfondo iniciador, de potenciar la subyacente carga espiritual del relato. En todo caso, al “buscador de la verdad objetiva” no le importará realmente si es o no ficción, mientras sea la voluntad de Gurdjieff.