TERCERA GUERRA MUNDIAL

 

En el artículo presente vamos a desviarnos de nuestra línea de contenido habitual, aunque ya en otras ocasiones hemos abordado algunos aspectos importantes de la geopolítica de nuestro tiempo.

Si hablamos de geopolítica actual, inevitablemente surge la idea del poder globalista que opera la transición del mundo a un gobierno unipolar concentrado en una élite oligárquica; esta compleja manipulación, además de producir la consiguiente opresión y extorsión en la sociedad, implica a la vez un aspecto de carácter místico no tan evidente pero que influye en la evolución espiritual a nivel global. Una actuación sobre la corriente esotérica tradicional, podríamos decir (ver artículo Satanismo contemporáneo)

El poder oligárquico ha sacudido y moldeado el mundo desde hace siglos manifestándose de diferentes maneras, generalmente en proyectos imperialistas que se han desarrollado a través de procesos cíclicos de ascensión, auge y caída muy similares aunque en distintos momentos históricos y puntos geográficos. Un imperio puede crecer en base a sus conquistas territoriales por la fuerza, aunque también ejerciendo influencia o coacción sobre otros pueblos o países, como la coerción económica que suele ser un buen elemento de presión.

Otro elemento de presión fundamental es sin duda la religión, o la superstición en su caso, de lo que se han servido las élites desde tiempos inmemoriales para subyugar a los pueblos y mantener el control.

Con el paso de los siglos hemos visto como esos métodos de dominio y control, aun teniendo siempre básicamente los mismos principios de funcionamiento, se han ido desarrollando paralelamente a la evolución de la humanidad. Es por esto por lo que en los tiempos modernos y debido en gran parte al avance de las tecnologías los métodos de extorsión y presión pueden ser ejercidos sobre una mayor cantidad de personas y en mucho menor tiempo: podemos decir que hoy en día se toman decisiones que pueden afectar a prácticamente todo el planeta, y muy rápidamente. 

En lo que respecta al factor espiritual, las élites que pretenden tomar el control mundial en nombre del imperio anglosajón (países occidentales) han trabajado bastante durante los últimos siglos para llevar a cabo la demolición controlada de la religión tradicional y la condena y martirio del humanismo filosófico, arrastrando a la vez los misterios sagrados a la corrupción y deformándolos hasta convertirlos en ocultismo barato y sucedáneos. Parece cada vez más claro que esto se ha planeado con el objetivo de, primero, desintegrar los valores espirituales contenidos en nuestra memoria ancestral para preparar nuestras mentes para un “reseteo”, y segundo, suplantar esos valores por una especie de satanismo edulcorado manifestado en el dogma de un sacerdocio tecnocrático que sería el summum del gobierno unificado oligárquico (ver artículoTranshumanismo).

Teniendo todo lo anterior en mente, podemos pasar a los hechos en sí.

 

Guerra en Ucrania

Cada vez más personas están empezando a sospechar que detrás de la guerra en Ucrania puede haber algo con consecuencias bastante más graves para el mundo. Se dice en ciertos círculos no oficiales que la Tercera Guerra Mundial ya comenzó y que se trata de un proceso con múltiples conexiones en todos los ámbitos de la sociedad, e imparable, como una marea que terminará en tsunami, en el que las cosas empeorarán a partir de ahora. Esto puede ser difícil de determinar mientras participamos en los acontecimientos que se desarrollan y no contamos con el beneficio de la perspectiva histórica. Es dudoso que en 1939 la gente se diera cuenta de que estaban ante el comienzo de un gran conflicto mundial, aunque algunos pudieran haberlo previsto, hasta que los acontecimientos fueron ya inapelables.

La situación mundial actual es, en muchos sentidos, como un rompecabezas gigante del que la población en general sólo ve una pequeña parte. En realidad, la mayoría ni siquiera se da cuenta de que puede haber más piezas aparte de las que los medios oficiales ponen ante sus narices y ni siquiera se hace estas simples preguntas: ¿por qué está sucediendo todo esto y por qué está sucediendo ahora?

Las cosas por supuesto son más complicadas de lo que la mayoría de la gente cree; en este sentido, hay una diferencia considerable entre las personas que pueden formar en su mente una imagen global y coherente de los acontecimientos que suceden en rincones extremos del mundo, y las que son incapaces de formarse esa imagen, que son bastantes más y lo son por distintos motivos: apatía, deshumanización, desinformación, desorden mental, incluso miedo o desidia…

En Occidente, que es el territorio en propiedad exclusiva del imperio oligárquico (por llamarlo simplificadamente), lo que ve la mayoría, que es lo que se les dice y deben creer, es al malvado mago Vladimir “Saruman” Putin invadiendo la inocente Ucrania con su ejército de orcos, sin ningún motivo aparte de una indeterminada ansia de conquista. Esta es una visión simplista, por decir lo menos, creada por la élite occidental para su conveniencia. Sería tedioso a estas alturas explicar por qué esta visión es falsa y cómo es posible que sea tan fácil inculcarla en las mentes cretinizadas de la masa occidental, así que iremos al grano y diremos que nada sucede sin una razón. Pongamos las cosas en perspectiva y veamos qué está pasando realmente y por qué el mundo se está volviendo loco ante nuestros ojos, si somos capaces de detenernos y observar la vorágine a nuestro alrededor. Veamos de qué se trata la Tercera Guerra Mundial.

 

La olla a presión

Occidente (que podemos definir aquí como Estados Unidos y sus vasallos incondicionales que son la Unión Europea más Gran Bretaña y sus países satélites) ha estado manteniendo presión sobre el mundo entero durante muchas décadas. Esto no sólo se aplica a los países fuera de la órbita de Occidente, sino también a los propios países occidentales que se desviaron de los dictados de los gobernantes globalistas. Esta presión ha sido ampliamente discutida, verificada y llevada a cabo de diferentes maneras, incluido el neocolonialismo con el correspondiente saqueo, la hegemonía financiera forzada, la amenaza militar en todas sus facetas (como terrorismo, revoluciones de color, guerra y enfrentamiento interno), etc… Lo interesante, particularmente durante los últimos veinte años, es qué países han sido presionados y qué es lo que tienen en común.

Entre los países presionados encontramos a Rusia, China, Cuba, Venezuela, Libia, Siria, Serbia, Irán… por mencionar algunos muy evidentes. También ha habido incorporaciones recientes, que incluyen a India y Hungría. Para entender por qué han sido presionados, necesitamos descubrir qué tienen en común. Eso no es fácil ya que son extremadamente diferentes en muchos aspectos. Algunos son democracias y otros no, unos tienen gobiernos conservadores y otros comunistas, hay países cristianos, musulmanes y budistas, etc… Aun así, muchos de ellos están claramente aliados entre sí. Cabe preguntarse por qué países conservadores y religiosos como Rusia o Irán se aliarían con comunistas ateos como Cuba y Venezuela.

Lo que todos estos países tienen en común es su deseo de gestionar sus propios asuntos; ser países independientes. Esto es imperdonable a los ojos de Occidente y debe abordarse por todos los medios necesarios, incluidas sanciones económicas, promoción de agitaciones internas y si es preciso agresión militar abierta.

Sin entrar en detalles, diremos que de forma obviamente panificada Occidente y su infame brazo militar de la OTAN habían rodeado a Rusia con países hostiles y bases militares, armado y manipulado extremadamente a Ucrania (resucitando un sentimiento pro nazi de paso en su población) para usarla como martillo contra la propia Rusia, y empleado paralelamente sanciones y amenazas de todo tipo como arma de presión económica. Lo mismo sucedió y está sucediendo en Asia, donde China está siendo cercada por todos los medios disponibles. Y lo mismo se aplica en mayor o menor grado a todos los independientes mencionados anteriormente. En los últimos diez años, aproximadamente, la presión ha aumentado enormemente sobre los independientes y alcanzó casi un punto álgido el año anterior a la invasión rusa de Ucrania.

Durante el año anterior a la guerra de Ucrania, cuando el montaje de la pandemia ya empezaba a decaer, Estados Unidos envió a sus diplomáticos, que son de hecho algunos de los representantes públicos o cabezas visibles de la élite oligárquica más destacados, en misiones por todo el mundo para aumentar la presión al grado máximo. Eran como un circo ambulante o una banda de rock de gira, un espectáculo realmente freaky (por los actores implicados), pero en lugar de llevar entretenimiento lanzaban amenazas: “Cómpranos esto, danos esto otro, y haz lo que te digamos o habrá consecuencias graves”; básicamente, la esencia de la política exterior estadounidense del último siglo pero expresada ya abiertamente.

La urgencia era absoluta y palpable, pero luego vino la guerra de Ucrania y la presión aumentó al 110%. Durante el primer mes de la guerra, todo el cuerpo diplomático de Occidente estuvo plena y conscientemente involucrado en amenazas, diatribas e insultos contra el «resto del mundo» para diseñar y encauzar la guerra y el aislamiento de Rusia. Pero, sorprendentemente para los títeres del Teatrillo de las Miserias y sus amos tras bambalinas esto no funcionó, lo que provocó pánico y muchos nervios en los círculos políticos y diplomáticos de Estados Unidos y sus lacayos.

Toda esta presión a lo largo de los años, y todo el miedo y el pánico cuando no funcionó, están claramente relacionados con los acontecimientos en Ucrania. Son parte del mismo «síndrome» y tienen la misma causa.

 

 

La dimensión de la deuda

Ha habido muchas explicaciones para intentar esclarecer lo que está pasando y la más común es la lucha a nivel global entre dos futuros posibles; un mundo multipolar donde hay diversos centros de poder en el mundo y se respeta la soberanía de los pueblos, y un mundo unipolar donde un Occidente imperialista mimetizado como adalid de la democracia gobierna el mundo bajo sus reglas (“orden basado en mis reglas”) y punto. Esto es correcto hasta donde alcanza, pero hay otra razón que profundiza más y que explica por qué esto está sucediendo ahora y el porqué de toda la urgencia y el pánico en Occidente.

 

Aunque diversos economistas de fama mundial ya lo han venido demostrando teóricamente, paralelamente a las pruebas materiales proporcionadas por el imparable flujo de acontecimientos, pondremos el ejemplo más directo y crudo del denostado gurú tecnológico de fama mundial Kim Dotcom, que se pronunció sobre la situación de la deuda en Estados Unidos de manera bastante clara, y que es difícil de refutar. Según él, todas las deudas y obligaciones no financiadas de los EE.UU. superan el valor total de todo el país, incluida la tierra. Esta situación no es exclusiva de Estados Unidos. La mayoría de los países occidentales tienen deudas que sólo pueden pagarse vendiendo todo el país y todo lo que contiene. Además de eso, la mayoría de los países no occidentales, sobre todo los que llamamos del “tercer mundo” o “Sur global”, están enterrados en deuda convenida en dólares y prácticamente son propiedad de las mismas élites financieras que son dueñas de Occidente.

“Estados Unidos no ha tenido superávit ni presupuesto equilibrado desde 2001. En los últimos 50 años Estados Unidos solo tuvo cuatro años de ganancias. De hecho, toda la ganancia que tuvo EE. UU. no sería suficiente para pagar seis meses del actual déficit anual. Entonces, ¿cómo pagó Estados Unidos por las cosas?” (Kim Dotcom, Junio 2022)

El problema es tan real y agudo que inevitablemente surge información que trasciende el lógico secretismo y la censura de los medios: baste con señalar que acaba de aprobarse en el congreso estadounidense un presupuesto parcial general para el año 2024, justo al límite, ya que debería haberse aprobado hace casi cinco meses. 

Y estamos hablando del país que viene a ser la locomotora del imperio globalista…

 

Durante las últimas décadas, la economía de Estados Unidos y Europa ha sido falsificada a un nivel que es difícil de creer. En Occidente hemos estado viviendo mucho más allá de nuestras posibilidades y nuestras monedas han sido enormemente sobrevaluadas. Esto se ha podido hacer a través de dos mecanismos:

  1. El primero es el estatus de reserva del dólar y el estatus de semi-reserva del euro, que han permitido a Occidente exportar “dinero digital” y recibir bienes tangibles a cambio. Esto ha generado un enorme poder financiero para Occidente y le ha permitido funcionar como un gigantesco parásito de la economía mundial. Occidente ha estado recibiendo muchos bienes y productos de forma prácticamente gratuita, por decirlo suavemente. Hay que aclarar que los privilegios de estas monedas se sostienen gracias sobre todo al control que ejercen las alrededor de ochocientas bases militares activas que Estados Unidos tiene repartidas por todo el mundo.
  2. El segundo mecanismo de falsificación es el aumento de la deuda a un nivel en el que esencialmente hemos empeñado todo lo que poseemos, incluidas nuestras casas y tierras, para mantener nuestro nivel de vida. Cuando se resta la deuda, resulta que no poseemos nada. Hace tiempo que la deuda se ha vuelto inaccesible –mucho más allá de nuestra capacidad de pagar intereses–, lo que explica por qué las tasas de interés en Occidente se intentan mantener cerca de cero (a diciembre de 2023). Cualquier aumento haría que la deuda fuera inservible y todos iríamos formalmente a la quiebra en un día.

 

Además de todo esto, la falsificación ha creado monedas artificialmente fuertes en Occidente, lo que ha aumentado su poder adquisitivo para bienes cotizados en monedas no occidentales. Estos mecanismos también han permitido a Occidente administrar economías de servicios infladas y disfuncionales donde las ineficiencias son increíbles. Tenemos grupos enormes de personas en nuestras economías que no sólo no crean valor, sino que lo destruyen sistemáticamente. Lo que mantiene ahora el nivel de vida de Occidente es una pequeña minoría de gente productiva, un aumento constante de la deuda y el parasitismo sobre el resto del mundo.

 

 

Las personas que poseen toda esta deuda en realidad poseen todo lo que creemos poseer nosotros. En Occidente no poseemos nada en este momento; sólo creemos que lo poseemos. ¿Pero quiénes son nuestros verdaderos dueños? Sabemos más o menos quiénes son porque se reúnen cada año en el Foro Económico Mundial de Davos junto con las élites políticas occidentales de las que también son propietarios y a las cuales por lo tanto dirigen y controlan.

Está claro que nuestros propietarios se han estado preocupando cada vez más, y sus preocupaciones han aumentado en sincronía con la creciente presión aplicada por Occidente sobre el resto del mundo, particularmente sobre los “países independientes”. Durante la última reunión del Foro de Davos, el ambiente era sombrío y de pánico al mismo tiempo, muy parecido al pánico entre las élites políticas occidentales cuando fracasó el aislamiento de Rusia. En todo caso, es muy interesante ver lo que sucede en las reuniones de Davos, o al menos lo que trasciende, ya que suele ser un reflejo de los planes y los miedos de la élite oligárquica.

 

 

 

¿Qué va a pasar?

El pánico de nuestros propietarios y sus marionetas infiltradas es comprensible porque hemos llegado al final del camino. Ya no podemos mantener nuestro nivel de vida mediante el aumento de la deuda y el parasitismo. La deuda está llegando más allá de lo que poseemos como garantía y nuestras monedas están a punto de perder todo su valor. Ya no podremos obtener cosas gratis del resto del mundo ni pagar nuestra deuda, y mucho menos pagar intereses. Todo Occidente está a punto de quebrar y nuestro nivel de vida está a punto de bajar en un porcentaje enorme. Esto es lo que tiene a nuestros dueños en pánico y solo ven dos escenarios posibles:

  1. En el primer escenario, la mayoría de los países occidentales, y todo y todos dentro de ellos, se declaran en quiebra y borran la deuda por dictado, algo que los estados soberanos podrían hacer. Esto también borraría la riqueza y el poder político de nuestros propietarios (adquirido mediante el saqueo y robo global).
  2. En el segundo escenario, nuestros propietarios se hacen cargo, echan mano de la garantía durante la quiebra. La garantía somos nosotros y todo lo que poseemos.

 

No hace falta ser un genio para adivinar qué escenario se ha elegido. El plan para el segundo escenario está listo y se está implementando ya. Se llama «El Gran Reinicio» y fue construido por las cabezas pensantes que operan tras la pantalla del Foro Económico Mundial. Este plan no es un secreto y puede examinarse hasta cierto punto en el sitio web del FEM.

 

El Gran Reinicio es un mecanismo para la incautación de todas las garantías de deuda que incluyen sus activos, los activos de su ciudad o municipio, los activos de su estado y la mayoría de los activos corporativos que aún no están en manos de nuestros propietarios.

Este mecanismo de incautación de activos tiene varios componentes, pero los más importantes son los cuatro siguientes:

  1. Abolición de la soberanía: Un país soberano (independiente) es un país peligroso porque puede optar por no pagar su deuda. La disminución de la soberanía ha sido una prioridad para nuestros propietarios y se han intentado diversos esquemas como la creación de asociaciones y tratados transnacionales cuyo objetivo más o menos encubierto es el ataque a dicha soberanía: el plan más exitoso ha sido sin duda la propia Unión Europea.
  2. La desaceleración de la economía: La economía occidental (y de hecho la economía global) debe ser desacelerada en un porcentaje muy significativo. Este ajuste a la baja es necesario porque la economía occidental está ahora enormemente falsificada y debe reducirse a su nivel real –que puede ser tan bajo como la mitad de lo que es ahora o más–. El progresivo desmantelamiento también tiene como objetivo evitar una caída repentina que causaría un malestar social masivo y una amenaza para nuestros propietarios. Por lo tanto, es preferible un derribo controlado a un choque incontrolado. Este derribo controlado ya está ocurriendo y ha estado ocurriendo desde hace algún tiempo. Se pueden mencionar muchos ejemplos de esta caída, incluida la política energética de la UE y los EE. UU. diseñada para sabotear la economía occidental, y los intentos obvios de destrucción de la demanda durante y después de la pandemia, incluidos los problemas logísticos bastante extraños que surgieron repentinamente de la nada. Respecto a esto, podemos señalar que, entre otras cosas, la pandemia Covid sirvió como “cortina de humo” para ocultar el hecho de que la economía mundial había llegado en el año 2019 a un punto de ruptura crítico; el propio FMI informaba ese mismo año eufemísticamente que la economía mundial atravesaba una “desaceleración sincronizada” y buscaba culpables imaginarios para explicar las grietas en el sistema. En definitiva, el sistema económico se estaba desmoronando. Una vez distraído el público con la pandemia, Estados Unidos aprovechó para imprimir varios miles de millones de dólares nuevos para ganar tiempo, en lo que se puede considerar una de las estafas encubiertas más grandes de todos los tiempos.
  3. Cosecha de activos (“no poseerás nada y serás feliz«): todos los activos que puedan considerarse garantía de nuestra deuda privada y colectiva/pública serán asumidos. Este es un objetivo claramente declarado del Gran Reinicio, pero está menos claro cómo se llevaría a cabo. Para ello parecería necesario un control total de los gobiernos occidentales (y de hecho de todos los gobiernos). Esa condición previa está más cerca de lo que uno podría pensar porque la mayoría de los gobiernos occidentales parecen estar “bajo la batuta” de Davos en este momento. El proceso se venderá como una reestructuración social necesaria debida a una crisis económica y al calentamiento global y resultará en una disminución masiva del nivel de vida de la gente común, aunque no de las élites por supuesto.
  4. Opresión: A mucha gente no le gustará esto y las protestas sociales y tal vez un levantamiento son una respuesta probable, incluso si el derribo se realiza gradualmente. Para evitar que esto suceda, se está implementando un mecanismo de control social que borrará la libertad personal, la libertad de expresión y la privacidad. También creará una dependencia absoluta del individuo hacia el Estado. Esto debe hacerse antes de que se pueda completar el derrumbe económico o habrá una revolución. Este mecanismo ya se está implementando con entusiasmo en Occidente y cualquiera que tenga ojos y oídos puede verlo.

 

 

Rusia, China y otros independientes

¿Cómo influyen Rusia y China, y la guerra en Ucrania, en todo esto? ¿Por qué toda la presión de Occidente a lo largo de los años y por qué todo este pánico ahora? Parte de la razón de la presión sobre los independientes, particularmente Rusia y China, es simplemente que se han resistido a la hegemonía occidental. Eso es suficiente para estar en la “lista negra de personas malas y odiadas” de Occidente. Pero ¿a qué se debe el aumento de la presión en los últimos años?

La razón es que Rusia y China no pueden ser sometidas mediante la quiebra y sus activos confiscados. No tienen mucha deuda en monedas occidentales, lo que significa que las personas que poseen Occidente a través de la deuda no son actualmente dueñas de Rusia y China (como lo son de Occidente y del «tercer mundo» endeudado) y no pueden adquirirlas a través de la deuda. La única manera de adquirir esos estados es mediante un cambio de régimen, y la introducción de un gobierno títere que siga una política “ceñida al plan” para así traer a esos países al redil del imperio. Sus gobiernos deben ser debilitados por cualquier medio, incluidas sanciones económicas y medios militares si fuera necesario; de ahí el uso de Ucrania como ariete para Rusia y Taiwán para China, aparte de otros frentes semiactivos y las mentiras recurrentes de los medios de comunicación occidentales, engrasados con abundante dinero de la oligarquía.

 

Subyugar a Rusia y China es una cuestión existencial para nuestros propietarios de Davos, porque cuando derriben la economía occidental todo lo demás también debe hundirse. Si la economía occidental cae y un gran bloque económico no participa en la caída, será un desastre para Occidente. El nuevo bloque obtendrá un enorme poder económico y posiblemente una especie de hegemonía alternativa, mientras Occidente desciende a una Edad Oscura feudal y a la irrelevancia. Por lo tanto, el mundo entero debe hundirse para que funcione el Gran Reinicio. Rusia y China deben ser sojuzgadas por cualquier medio, al igual que India y otras naciones testarudas.

Esto es lo que ha alimentado la situación en la que nos encontramos ahora y alimentará la continuación de la Tercera Guerra Mundial. Las élites propietarias occidentales promueven la guerra para conservar su riqueza y su poder. Todos los que resistan deben ser subyugados para que puedan seguir a Occidente hacia la planeada Edad Oscura del Gran Reinicio. Lo que saldrá de ahí también se está planificando detalladamente desde hace décadas, y ha sido ya “telegrafiado” por diversos medios, desde manifiestos y libros a favor del transhumanismo y los proyectos de reinicio como la Agenda 2030, hasta declaraciones nada disimuladas de los propios reiniciadores, los sospechosos habituales de la élite oligárquica que todos conocemos por defender abiertamente estas actitudes.

 

 

Pero la razón principal del pánico actual entre las élites occidentales es que el proyecto de Ucrania no va según lo planeado. En lugar de que Rusia se desangre en el campo de batalla, son Ucrania y Occidente los que sangran. En lugar de que la economía rusa se desplome y provoque el reemplazo del señor Putin por un líder compatible con Davos, es la economía de Occidente la que se está derrumbando y sus políticos quedando en vergonzosa evidencia. En lugar de que Rusia esté aislada, es Occidente el que está cada vez más aislado. Nada funciona como estaba previsto y, para colmo, Europa ha dado a los rusos los medios y el motivo para destruir la economía europea cerrando parcialmente su industria y además revitalizando y promoviendo la autosuficiencia rusa. Sin recursos rusos no hay industria europea, y sin industria no hay impuestos para pagar las prestaciones por desempleo, las pensiones, todos los subsidios y prácticamente todo lo que mantiene unidas y en relativa calma a las sociedades europeas. Los rusos ahora tienen la capacidad de diseñar un accidente incontrolado en Europa, que no es lo que planeó Davos. Un choque incontrolado podría hacer rodar cabezas en Davos, literalmente, y eso está causando miedo y pánico en los círculos de la élite. La única solución para ellos es seguir adelante con la Tercera Guerra Mundial y esperar lo mejor subiendo cada vez más las apuestas.

 

 

Qué hacer

El Gran Reinicio de la economía mundial es la causa directa de la Tercera Guerra Mundial. ¿Qué se puede hacer contra esto? Desde el interior de Occidente poco se puede hacer. La única manera sería eliminar de alguna forma a la oligarquía de Davos de la ecuación, pero lo más probable es que eso no suceda por dos razones: la primera es que los grandes reseteadores de Davos están demasiado entrelazados con la economía y la política occidentales. Davos es como un pulpo con sus tentáculos y ventosas dentro de los círculos de élite, los medios de comunicación y el gobierno de cada país. Están demasiado arraigados para eliminarlos fácilmente. La segunda razón es que a la población occidental le han lavado el cerebro y es voluntariosamente ignorante. El nivel de su lavado de cerebro es tal que una gran parte de ellos realmente quiere volverse pobre, aunque usan la palabra «verde» en vez de «pobre» porque suena mejor. Sin embargo, hay algunos indicios de que puede haber divisiones dentro de las élites occidentales. Algunos críticos del sistema, particularmente dentro de Estados Unidos, pueden estar resistiéndose al Gran Reinicio, pero aún está por verse si esta oposición es real y efectiva.

 

Sin embargo, fuera de Occidente, hay ciertas medidas que se pueden y se deben tomar. Algunas de esas medidas son drásticas y otras se están aplicando ya. Entre dichas medidas se encuentran las siguientes:

  1. Los independientes, liderados por Rusia, China e India, deben crear un bloque para aislarse del radiactivo Occidente. Este aislamiento no sólo debe ser económico, sino también político y social. Sus sistemas económicos deben divorciarse de Occidente y hacerse autónomos. Sus culturas e historia deben defenderse contra las influencias y el revisionismo occidentales. Este proceso parece estar en marcha.
  2. Los independientes deben prohibir inmediatamente todas las instituciones y ONG patrocinadas por Occidente en sus países, independientemente de si este patrocinio viene de estados o individuos occidentales. Además, deben prohibir todos los medios que reciban patrocinio occidental y despojar a todas las escuelas y universidades del patrocinio y las influencias occidentales, que son en general altamente tóxicas.
  3. Deben dejar todas las instituciones internacionales, posiblemente incluyendo a las Naciones Unidas, porque todos los organismos internacionales están controlados por Occidente. Luego deben reemplazarlas con nuevas instituciones dentro de su bloque.
  4. Deben, en algún momento, declarar “non grato” el dólar y el euro. Eso significa que deberían declarar el impago de todas las deudas denominadas en esas monedas, pero no de otras deudas. Lo más probable es que esto llegue en una etapa posterior, pero es inevitable.

Esto creará una situación en la que Occidente descenderá a una situación de oscuridad impredecible sin arrastrar a otros con él, si es que logramos escapar del fuego nuclear.

 

Desgraciadamente, el ciudadano occidental medio es incapaz de percibir estos hechos en toda su amplitud, porque para él, en su pequeño círculo de influencia, todo parece funcionar adecuadamente ya que los medios de presión y control social se ejecutan subrepticiamente de manera que cuando alguien se percate de la realidad ya sea demasiado tarde para ejercer oposición válida. De esto tenemos muy diversos ejemplos a nuestro alrededor, en nuestra vida cotidiana. Pensemos simplemente en la pandemia del Covid reciente y cómo un evento preconfigurado puede restringir las libertades más fundamentales a nivel global, o en el tipo de gobiernos marcadamente disfuncionales que dirigen los países occidentales, o en la destrucción paulatina de valores tradicionalmente correctos y socialmente útiles a cambio de la promoción de actitudes tóxicas y aberrantes presentadas como ideales de falsa humanidad y solidaridad retorcida. Todo ello sin posibilidad eficaz de discusión o derecho a réplica.

Asimismo, el ciudadano medio occidental no puede creer que su prosperidad aumente a costa del latrocinio ejercido sobre otros países y poblaciones: en el mejor de los casos piensa que existen países pobres o subdesarrollados porque sus poblaciones son incapaces de gestionar sus recursos adecuadamente. Efectivamente, los beneficiarios directos de ese latrocinio son los propietarios de occidente y sus secuaces, pero en última instancia esto repercute en el bienestar de las sociedades occidentales. Por poner ejemplos recientes, tenemos el caso de Niger, un país centroafricano que, contando con importantes recursos propios, es un país pobre y fuertemente endeudado con el FMI (Fondo Monetario Internacional, organización oligárquica encargada de subyugar financieramente a las naciones). El pueblo de Níger ha tenido que levantarse en armas y literalmente expulsar de su territorio a los saqueadores, en este caso Francia, para poder tener control sobre sus propios recursos y tomar decisiones soberanas con vistas a mejorar su estatus en el futuro. Obviamente a los globalistas franceses no les hace ninguna gracia tener que pagar un precio justo por el uranio que alimenta sus prósperas centrales nucleares cuando hasta ahora lo han estado obteniendo casi gratis y a su antojo en los yacimientos de Níger, por lo que llegado el momento esto repercutirá inevitablemente en el bolsillo de la población europea, que será la que pague la frustración de estos personajes.

Otro caso evidente es el de Siria: este país fue condenado por no seguir los dictados del imperio y pretender tomar sus propias decisiones como estado soberano. Dada su estratégica situación, la élite globalista no podía permitirse el lujo de dejar que el país ignorara sus órdenes, así que actuó con contundencia organizando, armando y enviando miles de terroristas a derribar al gobierno legítimo por la fuerza. La cosa aquí les salió fatal: Siria tenía fuertes lazos con Rusia y esta intervino evitando que el país colapsara y cayera en manos de la élite occidental. Sin embargo, como resultado de varios años de cruenta guerra el país se sumió en la pobreza y el desastre; pero la guinda del pastel es que los Estados Unidos, causantes materiales de la debacle junto con sus lacayos europeos, han decidido que, pese a no tener ya manera de derrocar al gobierno sirio legítimo, no se irán de Siria así como así y mantienen varias bases militares en el nordeste del país desde las cuales vigilan y promueven el saqueo de los recursos de gas y petróleo del estado sirio. Petróleo y gas gratis mientras sus auténticos dueños permanecen en la pobreza, además de soportar las escaramuzas militares terroristas que de cuando en cuando organizan los estadounidenses para que el pueblo sirio no pueda levantar cabeza, y sobre todo no olvide quién es el que manda. Como dijo el presidente estadounidense Donald Trump en 2019 sin ningún rubor:

«Siempre he dicho: quédate con el petróleo sirio. Y queremos quedarnos con el petróleo: 45 millones de dólares al mes».

En la mejor tradición de los bandidos del Far West…

 

Por otra parte, Libia no tuvo tanta “suerte”.

En el año 2011, y en el marco de la intervención de Occidente en diferentes países del norte de Africa y Oriente Medio, que recibió el bucólico y evocador nombre de “primavera árabe”, Libia se convirtió en objetivo principal, entre otras cosas por ser un país soberano, próspero, y por pretender crear una moneda panafricana alternativa al dólar y a la moneda europea. Baste decir que la operación militar terrorista que llevó a cabo la OTAN contra Libia acabó con la devastación de sus principales ciudades dejando además un saldo de alrededor de 160.000 muertos (según la Cruz Roja internacional). Los países europeos implicados entraron en Libia como perros rabiosos con un afán de saqueo extremo: además de apoderarse de los activos libios previamente congelados en Europa, valorados en cientos de millones de euros, el tesoro libio, que se cree ascendía a unas 143 toneladas de oro y otras tantas de plata, cambió de manos en un abrir y cerrar de ojos. Ni que decir tiene que los enormes recursos naturales libios, sobre todo el petróleo, fueron asaltados con un ansia inusitada. Todo esto sucedió pese a las protestas y manifestaciones multitudinarias de la población libia, que no daba crédito a lo que sucedía, pero que fue bombardeada indiscriminadamente por los “defensores de la democracia” otanistas.

A partir de entonces, Libia es un territorio inestable que ha sufrido varias guerras civiles, sobre todo debido a que el pueblo libio se niega obcecadamente a reconocer el gobierno títere que le quieren imponer desde la esfera occidental.  

Y como estos podríamos poner otros ejemplos.

¿Serán capaces estos oligarcas “elegidos” de llegar al extremo de llevarnos a un infierno nuclear con tal de mantener su plan hasta las últimas consecuencias? 

 

 

 

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